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La degradación química es el proceso dominante de degradación de suelos en México (17.8% de la superficie nacional), le siguen la erosión hídrica (11.9%), la eólica (9.5%), y la degradación física (5.7%).

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Las principales causas de la degradación de suelos en México son las actividades agrícolas y pecuarias.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

La pérdida de suelo superficial es el tipo dominante de erosión hídrica en México y tiene diversos efectos fuera de sitio, como son la remoción de nutrimentos y de materia orgánica y la eutrofización de cuerpos de agua superficiales y subterráneos.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

El tipo dominante de degradación química del suelo en México es la disminución de la fertilidad (92.7% de la superficie total con degradación química en el país), la cual es originada por la disminución de los nutrimentos y de la materia orgánica disponible en el suelo.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Aunque la degradación física es el proceso de degradación menos extendido en México (5.7% de la superficie nacional afectada), tiene un alto impacto debido a que es prácticamente irreversible y conlleva a la pérdida de la función productiva de los terrenos.

 

  CAPÍTULO 3. SUELOS
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LA DEGRADACIÓN DE LOS SUELOS EN MÉXICO

La degradación del suelo se refiere a los procesos inducidos por las actividades humanas que provocan la disminución de su productividad biológica o de su biodiversidad, así como de la capacidad actual y/o futura para sostener la vida humana (Oldeman, 1998).

Se han realizado diversos estudios para estimar la superficie nacional con degradación de suelo, sin embargo sus resultados no son comparables debido a diferencias metodológicas y a la escala utilizada (Cuadro D3_R_SUELO03_12). Los dos más recientes son la Evaluación de la pérdida de suelos por erosión hídrica y eólica en la República Mexicana, escala 1:1 000 000 (Semarnat-UACh, 2003) y la Evaluación de la degradación del suelo causada por el hombre en la República Mexicana, escala 1:250 000 (Semarnat-CP, 2003).

En el primer estudio se evaluó la pérdida potencial de suelo por erosión hídrica y eólica en cada entidad federativa a partir de cartografía y modelos paramétricos. De acuerdo con esta evaluación, la superficie con pérdida potencial de suelo por erosión hídrica llegaría al 42% del territorio nacional y 17 entidades federativas estarían afectadas en más de 50% de su territorio, entre ellas Guerrero (79.3%), Puebla (76.6%), Morelos (75.2%), Oaxaca (74.6%) y el Estado de México (73.7%). También las regiones montañosas de las Sierras Madre Oriental, Occidental y del Sur, así como vastas regiones de Chiapas y las entidades del centro del país, tendrían alta y muy alta pérdida de suelo por erosión hídrica (Mapa 3.2).

 

 

Para la erosión eólica potencial, se estimó que 89% del territorio nacional se encontraba afectado, principalmente en las regiones áridas del norte del país (en los desiertos Chihuahuense y Sonorense), y en amplias zonas de Veracruz, Guerrero y Oaxaca. Se registraron entidades donde prácticamente toda su superficie tendría erosión eólica potencial: Aguascalientes, Baja California, Baja California Sur, Durango, Sonora y Zacatecas, y sólo dos con menos de 30%: Chiapas (29.3%) y el Distrito Federal (21.8%; Mapa 3.3).

 

 

La Evaluación de la degradación del suelo causada por el hombre elaborada por la Semarnat y el Colegio de Posgraduados (2003), es el estudio más reciente de degradación de suelos en México, y el que se ha realizado con mayor nivel de resolución. En él se consideraron cuatro procesos de degradación: la erosión hídrica y eólica y la degradación física y química. A su vez, cada proceso fue evaluado en diferentes direcciones: causas, tipos específicos y niveles de afectación. Para ello, el país fue dividido en unidades cartográficas de diferente tamaño y se  consideró como degradación o erosión dominante a aquella que cubría más de 30% de la superficie de cada unidad.

Tanto la erosión hídrica y eólica incluyen procesos en los cuales hay desplazamiento de material del suelo; mientras que en la degradación química y física hay procesos que ocasionan el deterioro interno del suelo.

La erosión hídrica se define como la remoción laminar o en masa de los materiales del suelo por medio de las corrientes de agua. Por acción de éstas se puede deformar el terreno y originar cavernas y cárcavas. En la erosión eólica, el agente de cambio del terreno es el viento. La degradación química involucra procesos que conducen a la disminución o eliminación de la productividad biológica del suelo y está fuertemente asociado con el incremento de la agricultura. La degradación física se refiere a un cambio en la estructura del suelo cuya manifestación más conspicua es la pérdida o disminución de su capacidad para absorber y almacenar agua.

Con base en los resultados de este trabajo, 44.9% de los suelos del país muestran algún tipo de degradación. La degradación química es el proceso dominante (17.8% de la superficie del país), le sigue la erosión hídrica (11.9%), la eólica (9.5%) y la degradación física con 5.7% (Figura 3.3; IB 3.3, IC 14)3

 

 

En la erosión hídrica y eólica, el tipo específico dominante fue la pérdida de suelo superficial. En el caso de la primera representó 88% de la superficie nacional afectada, y en la segunda el 95.5%. En la degradación química, el tipo específico dominante fue la disminución de la fertilidad del suelo y en la física la compactación (92.7% y 68.2% de la superficie nacional afectada, respectivamente; Figura 3.4; Cuadro D3_SUELO03_01).

 

 

Con respecto al nivel de degradación, 2.1% del país se encuentra en las categorías de fuerte a extrema, y 42.8% entre ligera y moderada (Figura 3.5; Cuadro D3_SUELO03_01). Si se analiza por proceso de degradación, en la erosión hídrica y en la degradación química y física, la mayor parte de la superficie degradada (arriba de 50%) se encuentra en nivel ligero, y en la erosión eólica, se encuentra en el nivel moderado (Figura 3.6).

 

 

 

Con respecto a las causas de la degradación, de la superficie nacional degradada, 35% se asocia a las actividades agrícolas y pecuarias (17.5% cada una de ellas) y 7.5% a la pérdida de la cubierta vegetal. El resto se divide entre urbanización, sobreexplotación de la vegetación y actividades industriales (Mapa 3.4).

 

 

La degradación en el territorio nacional no es homogénea (véanse los Mapas 3.4, 3.5, 3.6, 3.7). En cada entidad, los procesos de degradación, sus tipos específicos y sus niveles, tienen diferente importancia. Por ejemplo, en Chiapas prácticamente no existen evidencias de erosión eólica; mientras que en Chihuahua, este proceso afectó a 28.5% de su territorio (Cuadros D3_SUELO03_01 y D3_SUELO03_03).

A continuación se describen de manera detallada, las características, niveles, distribución geográfica y causas de cada proceso de degradación.

 

Erosión hídrica

La susceptibilidad a la erosión hídrica en México es elevada debido a que cerca de la mitad del territorio (42.2%) tiene pendientes mayores a tres grados (INE, 2003). Esta característica topográfica, junto con el manejo inadecuado de las tierras forestales, agrícolas y ganaderas, favorecen las escorrentías que erosionan las capas superficiales del suelo.

De los tipos específicos de erosión hídrica, la pérdida de suelo superficial es el dominante. Este tipo específico de degradación tiene serias consecuencias en las funciones del suelo: remueve los nutrimentos y la materia orgánica, reduce la profundidad de enraizamiento de las plantas, y disminuye la tasa de infiltración y retención de agua. Cuando los sitios afectados por este tipo de erosión se destinan a fines agrícolas, es necesaria la aplicación de fertilizantes, pesticidas o el uso de aguas tratadas para mejorar su productividad, pero en ocasiones esto promueve la eutrofización y la contaminación de los acuíferos o de otros cuerpos de agua donde llegan los escurrimientos. Estos eventos se conocen como efectos “fuera de sitio” de la erosión hídrica.

De la superficie nacional con erosión hídrica (22.73 millones de ha), 56.4% se encuentra en el nivel ligero, 39.7% en el nivel moderado y 3.9% entre fuerte y extremo (Figura 3.6, Mapa 3.5, Cuadro D3_SUELO03_03). En escala estatal, Guerrero presenta, en términos proporcionales, la mayor afectación con 31.8% de su superficie con erosión hídrica (Tabla 3.1).

 

 

 

 

Erosión eólica

La erosión eólica afecta principalmente a las regiones áridas, semiáridas, subhúmedas y secas del país, aunque no es exclusiva de ellas. Las causas de la erosión eólica también se atribuyen a una insuficiente protección del suelo por la cubierta vegetal, a niveles bajos de humedad y a la destrucción de la estructura del suelo.

En escala nacional, 9.5% del territorio muestra evidencias de erosión eólica. Las entidades más afectadas son Chihuahua (28.5%), Tlaxcala (26%), Nuevo León (18.9%) y Durango (17.9%). En Campeche, Chiapas, Quintana Roo, Tabasco y Yucatán no se encontró evidencia de este tipo de erosión (Tabla 3.2).

Con respecto a los niveles de erosión eólica, del total nacional afectado (18.1 millones de hectáreas), 66.7% se encuentra en nivel moderado, 29.5% en ligero y 3.9% entre fuerte y extremo (Figura 3.6; Mapa 3.6; Cuadro D3_SUELO03_03).

 

 

El tipo dominante de la erosión eólica es la pérdida de suelo superficial, el cual se presenta en 9.1% del territorio nacional. En estos sitios y sus alrededores es común la formación de dunas, lo que dificulta el establecimiento y desarrollo de la vegetación. Los estados más afectados por la pérdida de suelo superficial son Tlaxcala (26%), Chihuahua (25.9%) y Nuevo León (18.9%). Por otra parte, la erosión eólica con deformación de terreno y fuera de sitio no están muy extendidas en el país, ya que sólo afectan a poco más de 800 mil hectáreas, es decir, 0.44% del territorio nacional. Esta superficie se concentra en los estados de Chihuahua, Durango, Coahuila y Puebla (Tabla 3.2).

 

 

La erosión eólica en su modalidad de efectos fuera de sitio fue muy importante en el Distrito Federal (DF) y sus alrededores en los años 50; en ese tiempo, se formaban grandes tolvaneras cuyo origen era el lecho seco del ex lago de Texcoco. El problema se agravó debido a que esta zona fue utilizada para la descarga de las aguas residuales del DF, por lo que el paso estacional de los vientos del noreste arrastraba partículas de polvo, materia orgánica y microorganismos patógenos que provocaron problemas de salud pública en la zona metropolitana del Valle de México.

 

Degradación química

La degradación química es el proceso de degradación del suelo más extendido en el país (17.8% del territorio). Está presente en todas las entidades; pero la más afectada es Yucatán (55.1%), y las menos afectadas son Baja California Sur, Coahuila, Baja California y Sonora, donde la superficie con degradación química no excede 5.5% de su territorio (Tabla 3.3).

La degradación química en el nivel ligero representa 55% de la superficie nacional con degradación química; la moderada, 43.2% y la fuerte y extrema en conjunto, 1.8% (Figura 3.6; Mapa 3.7; Cuadro D3_SUELO03_03).

 

 

El tipo dominante en la degradación química fue la disminución de la fertilidad del suelo (92.7% del total de superficie afectada con degradación química en el país) originada por la disminución de los elementos minerales y de la materia orgánica disponible en el suelo. Este tipo de degradación se encuentra presente en más de la mitad de Yucatán, y en casi la tercera parte de Tlaxcala, Chiapas, Morelos, Tabasco y Veracruz (Tabla 3.3; Mapa 3.8). Los otros tipos específicos de degradación química (polución4, salinización y eutrofización) están mucho menos extendidos, ocupando en conjunto 7.3% de la superficie con degradación química del país.

 

 

La degradación química del suelo por polución se debe a la presencia, la concentración y el efecto biológico adverso de algunas sustancias. Éstas pueden provenir de tiraderos a cielo abierto, derrames, residuos industriales, deposición de compuestos acidificantes y/o metales pesados. La salinización o alcalinización es un incremento del contenido de sales en el suelo superficial que provoca, entre otras cosas, la disminución del rendimiento de los cultivos. Se presenta principalmente en las zonas áridas, en las cuencas cerradas y en las zonas costeras que tienen suelos naturalmente salinos. Los sistemas de riego que utilizan agua con una alta concentración de sodio pueden ocasionar la  formación de una capa de salitre en la superficie de los suelos con drenaje deficiente, riego excesivo o alta evaporación. La eutrofización es el exceso de nutrimentos en el suelo que perjudica el desarrollo de la vegetación. La polución, salinización y eutrofización se encuentran principalmente en Tamaulipas, San Luis Potosí, Chiapas, Nuevo León, Oaxaca, Veracruz y Zacatecas (Mapa 3.8).

 

 

Las causas de la degradación química del suelo involucran una amplia gama de actividades industriales y agrícolas, entre las que se encuentran los derrames de hidrocarburos, la aplicación excesiva de fertilizantes y pesticidas, el mal manejo de materiales, residuos peligrosos y residuos sólidos urbanos. En el caso de la disminución de la fertilidad, ésta se produce cuando la entrada de nutrimentos, ya sea por fertilización química o biológica o por la conservación de residuos de la cosecha, es menor a su salida en forma de los productos de las cosechas, por las quemas y las lixiviaciones.

 

Degradación física

La degradación física del suelo se presenta en cinco tipos específicos: compactación, encostramiento, anegamiento, disminución de la disponibilidad de agua y pérdida de la función productiva.

La compactación es la destrucción de la estructura5 del suelo asociada frecuentemente al pisoteo del ganado o al paso frecuente de maquinaria pesada, provocando la ruptura de los agregados del suelo. En el encostramiento, los poros se rellenan con material fino, lo que impide la infiltración del agua de lluvia, con el consecuente incremento del volumen de las escorrentías superficiales y la erosión hídrica. El encostramiento del suelo es mayor en zonas con escasa cobertura vegetal y bajo contenido de materia orgánica, lo que incrementa el daño mecánico de las gotas de lluvia. El anegamiento se debe a la presencia de una lámina superficial de agua sobre el suelo, frecuentemente asociada a la construcción de represas para riego.

El caso contrario al anegamiento es la disminución de la disponibilidad de agua, que se origina por su extracción excesiva con fines agrícolas o de suministro a la población, o por la disminución de la cobertura vegetal y de la materia orgánica del suelo.

La degradación física es el proceso de degradación menos extendido en el país, con 5.7% de la superficie nacional afectada; sin embargo, tiene un alto impacto debido a que es prácticamente irreversible y conlleva a la pérdida de la función productiva de los terrenos. En escala estatal, la entidad más afectada fue Tabasco (38.4%) y las menos afectadas fueron Coahuila, Sonora, Querétaro, Nuevo León y Michoacán con menos de 2% (Tabla 3.4).

De los tipos específicos de degradación física, la compactación, y la pérdida de la función productiva fueron las más extendidas (4% y 1.3%, respectivamente de la superficie nacional con degradación).

El encostramiento, el anegamiento y la disminución de la disponibilidad de agua, afectaron en conjunto a 0.31% del país. La entidad más afectada por compactación fue Tabasco (36.5%) y las menos afectadas fueron Sonora, Sinaloa, Nuevo León, Coahuila, Baja California, Baja California Sur, Durango y Guanajuato, con menos de 1%. En cuanto a la pérdida de la función productiva por actividades no biológicas, la entidad más afectada fue el Distrito Federal (10%), y las que tuvieron menos de 1% de superficie afectada fueron Campeche, Coahuila, Guerrero, Michoacán, Oaxaca y Sonora. Los otros tres tipos específicos de degradación física afectaron alrededor de 2% del territorio de diversos estados del país (Tabla 3.4).

 

 

Con respecto a los niveles de degradación, la física extrema se extendió en 1.2 millones de hectáreas; la fuerte en 587 mil, la moderada en 2.3 millones y la ligera en 6.7 millones (Figura 3.6; Mapa 3.9, Cuadro D3_SUELO03_03).

 

 

Relación entre la degradación del suelo y la cobertura vegetal

La degradación del suelo ocurre como resultado de múltiples factores ambientales y socioeconómicos entre los que se encuentran la topografía, el clima, los sistemas de producción y de tenencia de la tierra, las políticas públicas y el mercado. Rara vez es un sólo factor el que desencadena la degradación del suelo y la pérdida de la cubierta vegetal, aunque en prácticamente todos los casos el factor dominante son las actividades humanas a través del cambio de uso del suelo, que sustituye la vegetación natural por terrenos para las actividades agrícolas y ganaderas.

A pesar de que hasta el momento no se ha realizado un estudio específico que evalúe la relación entre la degradación del suelo y la cubierta vegetal en el país, la combinación de las cartas nacionales más recientes de degradación (Semarnat-CP, 2003) y de uso de suelo y vegetación (INEGI, Serie III) proporciona una buena aproximación de su estatus en el territorio nacional.

De acuerdo con este ejercicio se encontró que aun en zonas con vegetación natural habría degradación del suelo. En las selvas subhúmedas y húmedas, y en los bosques templados y mesófilos de montaña, el nivel de degradación dominante sería el ligero; mientras que en el matorral xerófilo el nivel dominante sería el moderado.

La degradación fuerte y extrema del suelo estaría en los pastizales naturales, los cuales son utilizados como zonas de agostadero, y en los manglares, cuyo uso posterior a la transformación incluye actividades acuícolas y de infraestructura carretera, entre otras (Figura 3.7).

 

Un aspecto importante de la relación suelo-vegetación es el nivel y tipo de degradación del suelo en las zonas agrícolas, pecuarias y bosques cultivados del país. De la superficie nacional dedicada a estas actividades, alrededor de 70% (aproximadamente 34.5 millones de hectáreas) está afectada por algún tipo específico de degradación, siendo la química en su calidad de pérdida de la fertilidad, el tipo dominante. Esta degradación del suelo podría explicarse por el cambio de uso de suelo en zonas sin vocación agrícola (Figura 3.8).

Dentro de las categorías de vegetación natural, los suelos del bosque templado están mayormente afectados por erosión hídrica probablemente porque muchos de ellos se encuentran en zonas de montaña, donde la pendiente incrementa el efecto de las escorrentías. Los suelos del matorral xerófilo, los pastizales y la vegetación halófila y gipsófila, son los tipos de vegetación en donde la erosión eólica es el proceso dominante, mientras que las selvas húmedas y subhúmedas tienen un alto porcentaje de degradación química. Si se considera la superficie nacional ocupada por estos ecosistemas, el matorral xerófilo y el bosque templado tienen la mayor proporción de superficie degradada (32.6% y 41.2%, respectivamente) que equivale a 14.8 y 11.8 millones de hectáreas afectadas, respectivamente (Figura 3.8 Cuadros D3_SUELO03_02 y D3_SUELO03_06; IB 3.3, IC 14).

 

 

Notas

3Las cifras en proporción pueden variar con respecto a otros análisis dependiendo de cual es la superficie nacional que se está considerando, y se incluyen o no cuerpos de agua, zonas urbanas y superficie insular.

4La polución se diferencia de la contaminación en que esta última se debe a una sustancia extraña que no produce efectos adversos significativos, mientras que la polución si los tiene.

5La estructura del suelo es el arreglo de las partículas de arena, limo y arcilla para formar conglomerados o agregados de suelo. Las partículas se mantienen unidas por raíces y por productos de la actividad microbiana en el suelo.