2.3. Procesos del cambio de uso del suelo
Algunos de los procesos que determinan el cambio en el uso del suelo han recibido especial atención, como es el caso de la deforestación1 y la fragmentación. El cambio de uso del suelo en matorrales no ha recibido un nombre específico, aunque a veces se le incluye bajo el rubro de desertificación, en el sentido de que se trata de “degradación ambiental en zonas áridas” (para mayores detalles, ver la sección de Degradación de suelos en las tierras secas de México en el capítulo de Suelos).
Deforestación
La deforestación se define como el cambio permanente de una cubierta dominada por árboles hacia una carente de ellos2. Entre sus principales consecuencias están la pérdida de la biodiversidad y de los servicios ambientales que prestan los bosques y selvas: forman y retienen los suelos (evitando la erosión), favorecen la infiltración del agua al subsuelo, purifican el agua y el aire, y son reservorio de una gran biodiversidad. Además, los bosques y selvas son fuente de bienes de consumo tales como la madera, leña, alimentos y otros “productos forestales no maderables” (como por ejemplo, alimentos, fibras y medicinas, entre otros).
De acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO, por sus siglas en inglés), la deforestación mundial se mantuvo en niveles altos en las últimas décadas, sobre todo para convertir los bosques a tierras agrícolas (FAO, 2010). Aunque el ritmo neto de pérdida durante los últimos diez años ha sido menor respecto a la década anterior (1990-2000: 8.3 millones de hectáreas por año, a una tasa de 0.2% anual), la pérdida continúa siendo alta: para el periodo 2000-2005 se calculó en 4.8 millones de hectáreas anuales (al 0.12% anual) y para 2005-2010 se elevó a cerca de 5.6 millones (al 0.14% anual).
El tema de la deforestación en México se ha caracterizado por la disparidad en las estimaciones que diferentes fuentes arrojan sobre este problema. Tan sólo en los últimos veinte años se han generado cifras que van desde las 155 mil hasta 776 mil hectáreas al año (Tabla 2.3.1). Las estimaciones oficiales más recientes corresponden a los Informes Nacionales de México presentados por la Comisión Nacional Forestal (Conafor) en el marco de la Evaluación de los Recursos Forestales Mundiales (Forest Resources Assessment, FRA) que realizó la FAO para sus ediciones 2000, 2005 y 2010.
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Tabla 2.3.1. Estimaciones de la deforestación anual en México para distintos periodos. |
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La estimación nacional de la deforestación más reciente reportada a la FAO, que abarca el periodo 2005-2010, es de 155 mil hectáreas por año. Si se compara con las cifras reportadas en informes previos, se observa una tendencia a la reducción de la superficie deforestada anualmente en el país: mientras que entre 1990 y 2000 se calcula que se perdían 354 mil hectáreas anuales, esta cifra se redujo a 235 mil y 155 mil para los periodos 2000-2005 y 2005-2010, respectivamente (Tabla 2.3.1).
Fragmentación
Cuando se elimina naturalmente o por la actividad humana una parte de la vegetación original de una zona, pueden quedar pequeños manchones relativamente intactos inmersos en una matriz degradada o con usos del suelo distintos a los de la cubierta original. Cada una de estas “islas” o “fragmentos” de vegetación alberga generalmente menos especies en comparación con una superficie equivalente sin fragmentar, basicamente debido a que algunas especies son incapaces de vivir en los fragmentos pequeños y a que ocurren numerosos procesos de degradación en sus bordes.
De acuerdo a la Carta de Uso del Suelo y Vegetación Serie V, en 2011 destacaban por su grado de fragmentación3 los bosques templados (53.7% de su superficie remanente fragmentada, 17.3 millones de hectáreas), las selvas subhúmedas (39.6%, 8.9 millones), las selvas húmedas (32.2%, 2.9 millones) y los matorrales xerófilos (22.1%, 11.1 millones; Figura 2.3.1). En el caso de los bosques mesófilos de montaña, 63% de su superficie remanente (alrededor de 1.6 millones de ha) se repartía en fragmentos menores a 80 kilómetros cuadrados, no obstante, esta cifra podría estar influida por el hecho de que este ecosistema, al igual que otros tipos de vegetación, no se distribuye de manera natural en superficies continuas de gran extensión (Figura 2.3.1).
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Figura 2.3.1 Fragmentación de algunos ecosistemas terrestres en México, 1976-2011 |
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Otras amenazas a los ecosistemas terrestres
Incendios forestales
Los incendios forestales ocurren de manera natural y constituyen un factor importante para la dinámica natural de muchos ecosistemas terrestres, sobre todo en los bosques templados y algunos matorrales. Sin embargo, debido a las actividades y el control humanos, los patrones naturales de ocurrencia de incendios forestales han cambiado. Muchos ocurren en zonas en las que anteriormente no se presentaban, mientras que en zonas con regímenes de fuego periódicos se han suprimido (SCBD, 2001; Castillo et al., 2003).
Los efectos de los incendios sobre los ecosistemas son diversos y dependen de su intensidad y frecuencia. En el mediano o largo plazos, pueden contribuir a la pérdida de la biodiversidad y de los servicios ambientales que brindan los ecosistemas, además de reducir la posibilidad del uso de muchos de sus recursos naturales (SCBD, 2001; Castillo et al., 2003). También producen la liberación de grandes cantidades de carbono a la atmósfera que exacerban el problema del cambio climático.
El número de incendios ocurridos en México y la superficie siniestrada se han mantenido relativamente constantes a lo largo de los últimos quince años (Figura 2.3.2). Entre 1991 y 2013, el promedio anual de incendios fue de 8 325 conflagraciones, con una superficie siniestrada promedio anual de poco menos de 281 mil hectáreas. Sin embargo, en ese periodo algunos años fueron de incendios particularmente intensos, como 1998 y 2011, que tanto en México como en otras zonas del mundo, registraron cifras elevadas: en el país en esos años se registraron 14 445 y 12 113 incendios, respectivamente, con una superficie total afectada de alrededor de 850 mil y 956.4 mil hectáreas, respectivamente. Esta superficie fue equivalente a más de tres veces el promedio anual siniestrado entre 1991 y 2013.
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Figura 2.3.2 Número de incendios forestales y superficie afectada en México, 1991-2013 |
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En México, en el 2013 las principales causas de los incendios forestales fueron las quemas asociadas a las actividades agropecuarias (36%), seguidas por los incendios intencionales (18.5%), las fogatas no apagadas adecuadamente (12.3%) y las colillas de los cigarros no apagadas por los fumadores (9%; Figura 2.3.3).
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Figura 2.3.3 Causas de los incendios forestales en México, 2013 |
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Las entidades federativas que entre 1998 y 2013 registraron las mayores superficies afectadas por incendios fueron Coahuila (poco más de 580 mil ha; 11.4% de la superficie nacional afectada en el periodo), Oaxaca (poco menos de 569 mil ha; 11.2%) y Chiapas (493 mil ha; 9.7%, Mapa 2.3.1). Con respecto a la superficie afectada en el mismo periodo, la mayor parte correspondió a pastizales (43.5%), seguido por arbustos y matorrales (42.2%) y la vegetación arbolada (11.7%).
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Mapa 2.3.1 Superficie incendiada por entidad federativa, 1998-2013 |
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Plagas y enfermedades forestales
Las plagas y enfermedades forestales son consideradas como una de las principales causas de disturbio en los bosques templados. Actualmente se tiene registro de alrededor de 250 especies de insectos y patógenos que afectan al arbolado del país.
De acuerdo con el monitoreo periódico que realiza la Semarnat de las zonas forestales del país, en el periodo 1990-2012, el promedio de la superficie afectada anualmente por plagas y enfermedades forestales fue de 43 551 hectáreas. De la superficie afectada en ese periodo, la mayor parte correspondió a los descortezadores (39.8%), seguidos por los muérdagos (32.3%), defoliadores (17.7%) y barrenadores (6.6%; Figura 2.3.4).
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Figura 2.3.4 Superficie afectada por plagas y enfermedades forestales en México, 1990-2012 |
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Los estados con mayor superficie afectada en el periodo fueron Durango (poco más 113 mil hectáreas), Chihuahua (poco menos de 106 mil), Oaxaca (poco menos de 96 mil) y Aguascalientes (poco más de 61 mil; Mapa 2.3.2).
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Mapa 2.3.2 Superficie afectada por plagas y enfermedades forestales por entidad federativa, 1990-2012 |
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Notas:
1 La FAO considera la deforestación como el cambio permanente de la cubierta forestal a una superficie con una cobertura de las copas de los árboles menor al 10%, con el consecuente cambio de uso del suelo (FAO, 2010).
2 Los cálculos se basaron en comparaciones espacialmente explícitas de las áreas con vegetación forestal para los periodos 1990-2000 (empleando las Cartas de Uso del Suelo y Vegetación del INEGI, Series II y III) y 2005-2010 (con base en las Series III y IV).
3 Para medir el grado de fragmentación de los ecosistemas, en esta obra se consideraron como áreas fragmentadas todas aquellas superficies de vegetación natural menores a 80 kilómetros cuadrados; esta superficie se ha considerado como la mínima adecuada para mantener en condiciones óptimas la diversidad y las poblaciones biológicas en ciertos ecosistemas (ver Sánchez-Colón y colaboradores, 2009).
Referencias
Castillo, M., P. Pedernera y E. Peña. Incendios forestales y medio ambiente: una síntesis global. Revista Ambiente y Desarrollo de CIPMA. XIX (3 y 4). 2003.
FAO. Global Forest Resources Assessment 2010. FAO. 2010.
Sánchez-Colón, S., A. Flores Martínez, I. A. Cruz-Leyva y A. Velázquez. Estado y transformación de los ecosistemas terrestres por causas humanas. En: Conabio. Capital Natural de México, Volumen II: Estado de conservación y tendencias de cambio. Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad. México. 2008.
SCBD. Impacts of human-caused fires on biodiversity and ecosystem functioning, and their causes in tropical, temperate and boreal forest biomes. CBD Technical Series no. 5. Montreal, Canadá. 2001.
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