Una de las formas para evaluar la presión de las actividades humanas sobre el ambiente es la huella ecológica1. En 2005, la huella ecológica de México fue de 3.4 hectáreas globales por persona, la cual excedió la biocapacidad2 del país, calculada en 1.7 hectáreas por persona. La huella ecológica mexicana ha crecido principalmente por efecto de las emisiones derivadas de la quema de combustibles fósiles. A nivel mundial, en 2005 la huella ecológica per cápita también estuvo por arriba de la biocapacidad del planeta (2.7 versus 2.1 hectáreas globales).
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