La degradación de suelos y la desertificación: Un problema global

La degradación es un proceso que origina la pérdida o el empobrecimiento del suelo para producir biomasa y, por tanto para sustentar la vida animal y humana. Sus causas son variadas pero pueden ser resumidas en dos grandes vertientes: las variaciones climáticas y las actividades humanas.


La degradación de suelos puede ocurrir en cualquier ecosistema, pero cuando se presenta en zonas secas se califica como desertificación, y es en estas áreas donde el problema es más grave, ya que los suelos son particularmente frágiles, la vegetación es escasa y el clima extremoso. Alrededor del 70% de los 5.2 billones de hectáreas de tierras secas utilizadas para agricultura en el mundo ya están empobrecidas. Por lo tanto, la desertificación daña hoy casi un 30% de la superficie de los suelos del planeta.


Cada año, según estimaciones de la FAO (1996), se pierden aproximadamente 25 000 millones de toneladas de capa cultivable; mientras que alrededor de 2000 millones de ha de suelo, equivalentes al 15% de la superficie continental (una superficie mayor que la de México y Estados Unidos juntos), han sido degradadas por actividades humanas (GEO-3, 2002).


En total, más de 110 países tienen tierras secas que están en peligro. El Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) calculó en 1994 que la desertificación cuesta al mundo 42 000 millones de dólares al año. Además, cerca de 1 000 millones de habitantes en más de 100 países están directamente amenazados por este problema, entre los cuales se encuentran los habitantes más pobres, marginados y políticamente débiles del mundo. Sin embargo, no es un problema exclusivo de los países en desarrollo: el continente que tiene la proporción más alta de tierras secas grave o moderadamente desertificadas — un 74% — es América del Norte y cinco países de la Unión Europea también sufren por sus efectos.


La comunidad internacional ha reconocido desde hace tiempo que la degradación de suelos, y en particular, la desertificación constituyen problemas mayores de carácter económico, social y ambiental, que concierne a numerosos países en todas las regiones del mundo. Más de 170 países han ratificado hasta la fecha la Convención como marco jurídicamente vinculante que contribuye a dar respuesta global a los problemas relacionados con el medio ambiente y a lograr medios de subsistencia sostenibles.


Convención de las Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación y la Sequía


En 1977 la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Desertificación (CNUD) aprobó un Plan de Acción para la Lucha contra la Desertificación (PACD), pero desafortunadamente, a pesar de estos y otros esfuerzos, el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) concluyó en 1991 que, si bien se habían registrado "ejemplos locales de éxito", el problema de la degradación de suelos en las zonas áridas, semiáridas y subhúmedas secas se había intensificado.
Como resultado, la cuestión de cómo abordar la desertificación fue una preocupación mayor para la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Medio Ambiente y Desarrollo (CNUMAD) de 1992 que se celebró en Río de Janeiro. La Conferencia apoyó un nuevo enfoque integrado del problema, subrayando la adopción de medidas tendientes a fomentar el desarrollo sostenible en el ámbito comunitario. Exhortó asimismo a la Asamblea General de las Naciones Unidas que estableciera un Comité Intergubernamental de Negociación (CIND) a fin de preparar, antes de junio de 1994, el texto de una Convención de Lucha contra la Desertificación en los países afectados por sequía grave y/o desertificación, en particular en África.


El Comité, que realizó sus labores en un plazo restringido, finalizó sus negociaciones en cinco sesiones. La Convención se aprobó en París el 17 de junio de 1994 y fue abierta para la firma, en esa ciudad, los días 14 y 15 de octubre de 1994. La Convención entró en vigor el 26 de diciembre de 1996 y ha recibido adhesiones de más de 170 países hasta la fecha. Ha creado un gran número de instituciones y procedimientos para orientar la acción internacional. El órgano supremo de la Convención es la Conferencia de las Partes, que incorpora a todos los gobiernos que la han ratificado; cuenta con el apoyo de un Comité de Ciencia y Tecnología.


La Convención ofrece nuevas esperanzas para luchar contra la desertificación y promueve un nuevo método para gestionar los ecosistemas de tierras secas y administrar los fondos de ayuda al desarrollo.


El motor principal del funcionamiento de la Convención lo constituye la adopción de programas de acción, los cuales abordan a nivel nacional las causas fundamentales de la desertificación y la sequía, y determinan las medidas que serán necesarias adoptar para impedir que ocurran e invertir la tendencia. Los programas nacionales se pueden complementar con programas a nivel sub regional y regional, en particular, cuando se trate de recursos transfronterizos como lagos y ríos.


La Convención promete reorganizar en forma tangible el proceso de ayuda internacional y promover la participación de países y organismos donantes y nacionales beneficiarios dentro de un nuevo marco de asociación. El objetivo que se persigue es garantizar una mejor coordinación de los programas de necesidades de los países afectados; que los donantes puedan cerciorarse de que sus fondos se empleen correctamente; y que los destinatarios obtengan el mayor beneficio posible de los recursos disponibles.


Otro cambio radical es la importancia que la Convención da al método "de abajo hacia arriba" con amplia participación local en la toma de decisiones. Tradicionalmente, las comunidades locales han sido participantes relativamente pasivos en los proyectos de desarrollo; ahora la Convención los pone en un plan de igualdad con otros actores en el proceso de desarrollo. Las comunidades y sus autoridades, así como las organizaciones no gubernamentales, expertos y funcionarios de gobierno, trabajan en forma mancomunada en la formación de los programas de acción. Para que este innovador y complicado proceso funcione, se pueden organizar campañas de sensibilización a fin de informar al público acerca de las nuevas oportunidades que ofrece la Convención.


La ciencia y la tecnología son elementos vitales en la lucha contra la desertificación. Todavía queda mucho por aprender respecto a las causas y repercusiones que ésta tiene, y por ende, debe reforzarse la cooperación internacional en materia de investigación y observación científicas. La degradación de suelos puede minimizarse tanto con las tecnologías nuevas como con las tradicionales, desde la vigilancia por satélite hasta el deslizamiento de suelo de laderas escarpadas. La ciencia y la tecnología deben satisfacer las necesidades reales de las personas, y la Convención alienta a los investigadores de todo el mundo a unir sus aptitudes con este cometido.


Los recursos financieros han de encauzarse e invertirse de forma más eficaz. La mayor parte de financiación se obtiene localmente en los países afectados, pero los programas bilaterales de asistencia y los organismos internacionales también aportan sumas considerables. Se ha establecido un mecanismo mundial con objeto de fomentar la movilización de recursos financieros, y se alienta asimismo la búsqueda de fuentes de financiamiento innovadoras, incluidos los canjes de deuda y la financiación del sector privado.


Unidad de Coordinación Regional para América Latina y el Caribe de la Convención de Lucha contra la Desertificación y la Sequía
Casi las tres cuartas partes de las tierras secas de América Latina y el Caribe se encuentran moderada o gravemente desertificadas, y en el anexo de integración de la unidad de coordinación regional correspondiente se advierte "la existencia de extensas áreas vulnerables, severamente afectadas por la desertificación y/o la sequía". Se menciona la frecuente aplicación en las zonas afectadas, de modelos de desarrollo no sostenibles y se señala la fuerte reducción de la productividad, el empobrecimiento y otras gravísimas consecuencias sociales de esas prácticas de desarrollo.


Dicho Anexo da una lista de áreas temáticas que los países afectados podrán tener en cuenta al elaborar sus estrategias nacionales. Entre ellas figuran la erradicación de la pobreza y el mejoramiento de la calidad de la vida; el logro de la seguridad alimentaria y del desarrollo y gestión racional sostenibles; la conservación de los recursos naturales; la conservación y la utilización sostenible de la biodiversidad; y la atención a las cuestiones demográficas.


La lista comprende también la formulación y la aplicación de planes de emergencia para mitigar los efectos de la sequía; el establecimiento y/o fortalecimiento de sistemas de información, evaluación y seguimiento y de sistemas de alerta temprana; el desarrollo, el aprovechamiento y la utilización eficiente de otras fuentes de energía, incluida la promoción de fuentes sustitutivas; el "aumento de las capacidades, la educación y la concientización pública, la cooperación técnica, científica y tecnológica, así como los recursos y mecanismos financieros"; y el establecimiento o fortalecimiento de marcos institucionales y jurídicos que permitan la aplicación de la Convención y faciliten la descentralización de las funciones administrativas.


Los países afectados de la región acuerdan establecer y/o fortalecer "puntos focales nacionales" para coordinar las acciones. Celebrarán reuniones periódicas de coordinación y establecerán un mecanismo que se encargue de actividades tales como el intercambio de información, la labor de coordinación, el fomento de la cooperación, la determinación de las necesidades en materia de cooperación exterior y el seguimiento y la evaluación de la ejecución de los programas de acción.
Además, los países acuerdan adoptar, individual o conjuntamente, medidas concretas destinadas a difundir y promover las tecnologías y conocimientos apropiados. El Artículo 7 del Anexo Regional para América Latina y el Caribe llama al establecimiento de un mecanismo de coordinación con el propósito de coordinar las acciones regionales en materia de lucha contra la desertificación y mitigación de la sequía.


En Buenos Aires, Argentina, en enero de 1996, se celebró la primera conferencia regional para América Latina y el Caribe sobre la Convención de Lucha contra la Desertificación y la Sequía, los objetivos de esta primera reunión fueron la identificación de problemas comunes en la región y el buscar mecanismos de coordinación y armonización de los esfuerzos que los países de América Latina y el Caribe desarrollan en el contexto del anexo regional. Durante la Segunda Conferencia Regional para América Latina y el Caribe sobre la Convención de Lucha contra la Desertificación celebrada en la Ciudad de México, en junio de 1996, el Gobierno de México hizo un ofrecimiento de apoyar la instalación y operación del mecanismo de coordinación regional; a su vez, el PNUMA ofreció hospedar la sede del mismo dentro de su Oficina Regional para América Latina y el Caribe en México.


Posteriormente, en la tercera conferencia regional para América Latina y el Caribe sobre la Convención de Lucha contra la Desertificación, celebrada en La Habana, Cuba, en marzo de 1997, los expertos designados por los gobiernos participantes, aprobaron la constitución del mecanismo de coordinación regional para la implementación de la Convención en la región.


Fue así qué el 17 de junio de 1997, el Gobierno de México, la Secretaría Interina de la Convención y el PNUMA, firman una Carta de Intención donde acuerdan promover el establecimiento de la Unidad de Coordinación Regional con el propósito de cumplir el mandato del Artículo 7 párrafo 1(b) del anexo de aplicación regional de la Convención.


La cuarta conferencia regional para América Latina y el Caribe sobre la Convención de Lucha contra la Desertificación y la Sequía se celebró el 29 de abril al 1 de mayo de 1998, en ella se ratificó la necesidad de poner en marcha cuanto antes la Unidad de Coordinación Regional y que se establecieran y agilizaran los mecanismos necesarios para contar con el presupuesto necesario para garantizar que la Unidad funcione. La Unidad de Coordinación inició sus operaciones el 3 de agosto de 1998. El Gobierno de México y la Secretaría de la Convención firmaron el acuerdo de sede que permite el establecimiento de la Unidad de Coordinación Regional para América Latina y el Caribe en la ciudad de México el día 23 de abril de 1999.


A partir de 1999, México como punto focal de la Convención y representante del Comité de Ciencia y Tecnología, ha promovido que el concepto de la desertificación sea ampliado ya que en la región y en otras partes del mundo los procesos de desertificación están ocurriendo en zonas secas y más allá de ellas, presentándose los fenómenos de degradación de tierras por la presión que está ejerciendo la población sobre los recursos naturales, especialmente en terrenos con degradación de suelos (con erosión hídrica, eólica, degradación física, degradación química y degradación biológica), con categorías severa y extrema, que se presentan en zonas montañosas, en las áreas con fuerte deforestación y cambio de uso del suelo agropecuarios, en las zonas con altos y muy altos niveles de marginación y pobreza y en las cuencas con sequía recurrente y desecación de mantos acuíferos. Esta base conceptual determina que el problema de la desertificación sea integral y comprenda los diversos componentes físicos, químicos y biológicos, interactuando con las variables sociales, económicas de un área o región específica.

 

Fuente: Inventario Nacional de Suelos / Semarnat, 2002, a partir de diversas fuentes: (Informes de CONAZA / SEDESOL, Plan de Acción para Combatir la Desertificación en México, (PACD - México, 1994), México; Diario Oficial de la Federación (D.O.F) del 1 de junio de 1995 (Págs. 5 a la 36); Informes de Semarnap / PNUMA, 1999.
¿Qué es la Convención de las Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación (CLD)? En página Web http://www.gmunccd.org/Spanish/About/unccd.htm#Desertification; fecha de consulta: 20-10-2005.
FAO (Food Agriculture Organization of the United Nations), 1996. Our land our futur: A new approach to land use planning. FAO-UNEP. Rome. En página Web http://www.fao.org/AG/AGL/agll/ourland.htm; fecha de consulta 27-02-2008.
GEO-3 (Global Environment Outlook), 2002. UNEP-Earthscan Publications, Ltd. London.
 

 

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