El capital natural y la biodiversidad de un país son de los recursos más importantes para conseguir el bienestar social y proyectar su desarrollo futuro. En México, la diversidad de climas, su accidentada topografía y su particular ubicación geográfica permiten la existencia de una gran diversidad de especies, ecosistemas y recursos genéticos que lo convierten en uno de los llamados países megadiversos.
En el país pueden encontrarse casi todos los tipos de vegetación que existen en el mundo, así como un gran número de especies de los grupos taxonómicos más importantes. Sin embargo, al igual que en el resto del mundo, la biodiversidad enfrenta una crisis importante, resultado de las alteraciones que las actividades humanas han producido en los ecosistemas para satisfacer las crecientes demandas de alimento, vestido, vivienda, energía y agua de una población que creció desproporcionadamente a partir del siglo pasado. Todo ello ha traído consigo, además de la pérdida y deterioro de los diversos servicios ambientales que proporcionan los ecosistemas, ritmos de extinción que son mayores, en algunos casos, a los observados en el registro fósil.
Entre las amenazas a la biodiversidad se encuentran el cambio de uso del suelo, la construcción de infraestructura, el crecimiento demográfico, la introducción de especies invasoras, los incendios forestales, la sobreexplotación de los recursos naturales, el aprovechamiento ilegal y el cambio climático global. Ante esta situación, tanto en México como en el mundo se han implementado una serie de estrategias enfocadas a reducir y controlar las amenazas a la biodiversidad, a disminuir sus efectos y a revertir el deterioro de los ecosistemas.
MÉXICO, PAÍS MEGADIVERSO
México es uno de los países más diversos del planeta desde el punto de vista biológico. Su posición geográfica y su compleja historia geológica, principalmente, han creado una variada gama de condiciones que han permitido la coexistencia de elementos biológicos de diversos orígenes (tropicales y boreales, por ejemplo), así como una intensa diversificación de los grupos taxonómicos al interior del territorio. De este modo, en los tres niveles en los que se estudia la biodiversidad (ecosistemas, especies y genes), México posee una riqueza especialmente importante.
En el mundo se han descrito hasta la fecha entre 1.7 y 2 millones de especies, aunque las estimaciones sugieren que podrían existir entre 10 y 30 millones (CBD, 2002; Conabio, 2006). De ese total, se estima que entre 10 y 12% de las especies se encuentran en nuestro territorio (a pesar de tan sólo ocupar 1.5% de la superficie terrestre global), razón por la cual México se clasifica, al lado de Brasil, Perú, Colombia, Indonesia y China, entre otros, como un país megadiverso.
La fauna del país incluye aproximadamente 125 mil 585 especies de invertebrados, en su mayoría insectos (los cuales suman poco menos de 48 mil especies). Respecto a los vertebrados, se tienen registradas 5 mil 500 especies, en su mayoría peces (2 mil 695 especies) y aves (mil 107 especies; Figura 4.1). Aún cuando el número de especies en otros grupos de vertebrados es menor, México ocupa el segundo lugar en riqueza de reptiles en el mundo (con 804 especies) y el tercero en mamíferos (con 535 especies; Figura 4.2).
En lo que respecta a la flora nacional, se han descrito cerca de 24 mil 800 especies de plantas vasculares, de las cuales, la mayoría corresponden a angiospermas (poco más de 22 mil 250 especies), lo que equivale aproximadamente a 9% de las especies descritas hasta el momento en el mundo (alrededor de 270 mil especies). A nivel internacional, México está entre los cinco países con mayor número de especies de plantas vasculares (Figura 4.2).
La riqueza de especies de un país también se complementa con el componente endémico, es decir, aquellas especies que sólo se encuentran en su territorio. En este aspecto, México se distingue también por su alto número de especies y géneros endémicos. Se calcula que entre 40 y 60% de las especies de plantas vasculares que se conocen en el país son endémicas (Conabio, 2006; Cuadro D3_BIODIV02_01). De las 669 especies de cactáceas que existen en el país, 518 son endémicas (es decir, cerca de 77%); de las 535 especies de mamíferos, 169 son endémicas (32%); y de las mil 107 especies de aves, 125 son endémicas (11%; Figura 4.3). Si el endemismo se analiza por el tipo de vegetación, se encuentra que en los matorrales xerófilos y los bosques de coníferas, cerca del 60 y 70% de sus especies, respectivamente, son endémicas, mientras que tan sólo 5% de las especies del bosque tropical perennifolio tienen este carácter (Rzedowski, 1998).
No obstante que el inventario de la riqueza biológica de México y su nivel de endemismo son reconocidos a nivel mundial, aun no están completos. Esto se debe a que existen todavía numerosos grupos biológicos que no han sido completamente colectados y estudiados (p. e. los hongos, los invertebrados terrestres y acuáticos y otros organismos microscópicos), así como zonas geográficas y ecosistemas en los que el estudio de la flora y fauna no ha sido considerable (p. e. los arrecifes de coral y las profundidades oceánicas). Seguramente las cifras para muchos grupos taxonómicos aumentarán en la medida en que se profundice el estudio de la diversidad y la geografía del país.
La Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (Conabio), tiene entre sus funciones impulsar el Sistema Nacional de Información sobre Biodiversidad de México (SNIB). Este sistema integra la información taxonómica, ecológica, geográfica y bibliográfica de las especies que habitan el país. El SNIB está constituido por diversos elementos y productos específicos, entre los que destacan las bases de datos de los ejemplares depositados en colecciones nacionales y del extranjero, los catálogos de autoridades taxonómicas, diversas fichas de especies enlistadas en la NOM-059-Semarnat-2001, en los Apéndices de la CITES, invasoras, de importancia económica y el Sistema de Información de Organismos Vivos Modificados (SIOVM). En el año 2006, el SNIB contabilizó alrededor de 3 millones de registros curatoriales de especímenes mexicanos (sin incluir duplicados; Figura 4.4), de los cuales poco más de 820 mil procedían de colecciones extranjeras. La mayor parte de los registros correspondió a angiospermas (41.27%), artrópodos terrestres (17.62%) y aves (12.67%; Figura 4.5).
En lo que a diversidad de ecosistemas se refiere, en la porción terrestre del país pueden encontrarse casi todos los tipos de vegetación reconocidos en el mundo, que van desde las selvas cálido-húmedas, los bosques templados y los bosques mesófilos de montaña, hasta los matorrales xerófilos, los pastizales naturales y la vegetación halófila y gipsófila. Esta diversidad rivaliza, a nivel mundial, tan sólo con la presente en China, India, Perú y Colombia (Conabio, 2006). Incluso se considera que algunos tipos de vegetación, como los pastizales gipsófilos del altiplano central o los izotales dominados por plantas de los géneros Dasylirion, Yucca o Nolina, son exclusivos de nuestro país (González Medrano, 2003). Para mayores detalles respecto a la cubierta vegetal nacional, consultar el capítulo de Ecosistemas terrestres.
La riqueza de ambientes acuáticos, tanto marinos como continentales, también es relevante en el país. En la zona marina nacional pueden verse desde los ecosistemas de mar abierto y las zonas profundas (incluyendo las zonas arrecifales de aguas frías), hasta las comunidades de pastos marinos y de los arrecifes coralinos de aguas cálidas. En las zonas terrestres, los ecosistemas acuáticos también son diversos, destacando los de ríos, lagos y lagunas. Mayores detalles respecto a la diversidad y condición de la biodiversidad de los ecosistemas acuáticos se encuentran en el capítulo de Agua.
Además de la riqueza de especies y ecosistemas, también es importante destacar la importancia que tiene México como centro de origen de plantas cultivadas (Cuadro D3_BIODIV05_01). Se ha estimado que por lo menos 118 especies de plantas de importancia económica fueron domesticadas en el país, lo que convierte a México en uno de los principales centros mundiales de domesticación de plantas. Por el número de especies domesticadas, destacan las familias Cactaceae (16 especies de 4 géneros), Fabaceae (14 especies de 9 géneros), Asteraceae (9 especies de 5 géneros) y Agavaceae (7 especies de 2 géneros; Conabio, 1998). Se calcula que poco más de 15% de las especies vegetales que se consumen en el mundo tienen su origen en México, donde se cultivan alrededor de 40 variedades de maíz y 120 de chile. En el caso del frijol, se reconocen 63 especies en el mundo, 52 de las cuales están en México y sólo cinco son cultivadas (Conabio, 2006). En lo que respecta a los animales, para México se tienen registradas doce razas domesticadas: dos de caballos, tres de cerdos, cuatro de ovejas, dos de bovinos y una de caprino (Cuadro D3_BIODIV05_02).
A nivel mundial, la variabilidad genética de las especies silvestres es poca conocida. En México, el número de especies estudiadas resulta pequeño, sobre todo si se considera la enorme diversidad que alberga el país (y que en la mayoría de los casos la perspectiva de los estudios es sólo local). Sin embargo los estudios sobre la diversidad genética han aumentado considerablemente en los últimos años, pero falta más trabajo de síntesis que permita tener una mejor idea de la diversidad genética de las especies silvestres mexicanas.
Los servicios ambientales de la biodiversidad
Muchos de los bienes que ha disfrutado la humanidad desde sus orígenes hasta nuestros días provienen de la biodiversidad. Las plantas y los animales que sirven de alimento y como fuente de fibras y pieles, así como la madera y los principios activos de muchos medicamentos, son tan sólo unos pocos ejemplos de los bienes que se extraen de especies que alguna vez formaron parte de los ecosistemas naturales. A ellos deben sumarse otros servicios, poco reconocidos, que brindan las especies cuando se agregan formando ecosistemas e interactúan con su medio ambiente: la captación y purificación del agua, el mantenimiento de la calidad del aire y de la fertilidad del suelo, la regulación del clima local, la protección de costas y playas ante eventos meteorológicos extremos, entre otros. Los ejemplos anteriores forman parte de los llamados servicios ambientales (ver el Recuadro Servicios ambientales de los ecosistemas y bienestar humano en el capítulo de Población).
La importancia y el valor de los servicios ambientales que brinda la biodiversidad se ha reconocido muy recientemente. Actualmente se sabe, a pesar de las dificultades que implica su cálculo, que el valor económico de los servicios que brindan la biodiversidad y los ecosistemas a nivel mundial podría rondar entre los 16 y los 54 billones de dólares (Costanza et al., 1997), es decir, alrededor del doble del producto bruto global anual. En el caso de la captura pesquera mundial, su valor global podría ascender anualmente a los 58 mil millones de dólares, mientras que los arrecifes coralinos, considerando a los servicios culturales y de aprovisionamiento que brindan al turismo y a la pesca, alcanzan los 30 mil millones de dólares (MEA, 2005). En el caso de México, por ejemplo, se ha encontrado que la producción en las pesquerías de peces y cangrejos en el Golfo de California está relacionada directamente con la abundancia local de manglares; el valor económico de dicha producción se ha estimado en alrededor de 37 mil 500 dólares por hectárea de manglar (Aburto-Oropeza et al., 2008). Si se considera esta cifra y que los bienes y servicios ambientales son, a fin de cuentas, el resultado de la interacción de la biodiversidad y su medio físico, es fácil considerar la importancia capital de la biodiversidad en la vida moderna.
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