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    Recuadro     La transformación y pérdida de los ecosistemas terrestres mundiales
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De acuerdo con la Evaluación de los Ecosistemas del Milenio (MEA, 2005b), el hombre ha transformado los ecosistemas (tanto terrestres como dulceacuícolas y marinos) más rápida e intensivamente en los últimos 50 años que en ningún otro período comparable de la historia, con implicaciones en la capacidad de funcionar y proporcionar servicios ambientales actualmente y en el futuro.

Si se considera la superficie que pudieron ocupar los catorce principales biomas terrestres en el planeta que reconoce el MEA, en seis de ellos al menos el 50% de su superficie potencial ha sido transformada hacia otros usos hasta 1990, principalmente hacia la agricultura (Figura a). Particularmente graves han sido las transformaciones de las estepas y los bosques de las zonas templadas, cuya superficie global se redujo, hasta ese año, en cerca del 75% de su superficie potencial, así como la de los biomas mediterráneos y los bosques mixtos y latifoliados de las regiones templadas. En contraste, los biomas de las zonas muy frías han sido, quizá por su poca susceptibilidad a convertirse a la agricultura, los menos transformados, como son los casos del bosque boreal y la tundra.

 

 

En el caso de los bosques mundiales –templados y tropicales-, la superficie potencial se ha reducido en casi 50% durante los últimos tres siglos, habiendo desaparecido prácticamente en 25 países y en otros 29 reducido su extensión en más del 90%. Aun a pesar de los esfuerzos que muchas naciones han emprendido para conservar su cubierta forestal, el uso no sostenible de los bosques se refleja en la pérdida neta mundial, la cual según la FAO (2005) alcanza las 9.4 millones de hectáreas por año.

Los ecosistemas acuáticos continentales son los que más se han deteriorado hasta la fecha: por ejemplo, aun cuando no se tienen datos que lo soporten, se estima que la mitad de los humedales de agua dulce del mundo (excluyendo a los ríos, lagos y otros reservorios) se han perdido desde 1900, principalmente debido a la sobreexplotación del agua, a la construcción de infraestructura, al cambio de uso del suelo, a la sobreexplotación pesquera y a su eutrofización. Se calcula también que 60% de los principales ríos del mundo han sido fragmentados por presas y desvíos, lo que ha reducido de manera importante su biodiversidad, resultado tanto de la inundación de hábitats, como al aislamiento y el bloqueo de rutas de migración de poblaciones animales (PNUMA, 2007).

El grado de amenaza de los ecosistemas del mundo se muestra en el Mapa a (parte superior). Entre los más amenazados destacan los de países tan ricos y diversos como Madagascar, Indonesia, así como la Amazonía brasileña y la zona Mediterránea, mientras que gran parte de los ecosistemas de las zonas áridas y semiáridas de todos los continentes no muestran condiciones de amenaza persistente. En el caso de los ecosistemas costeros puede apreciarse que las zonas costeras con mayor grado de desarrollo y población muestran la condición más alterada –por ejemplo, la zona del Mediterráneo, la costa este de los Estados Unidos, las islas del Caribe y Japón-, mientras que las costas boreales, menos desarrolladas, presentan alteraciones significativamente menores (Mapa a, parte inferior).

 

 

El crecimiento de la superficie cultivada es el principal reflejo de la pérdida de los ecosistemas mundiales: se ha estimado que entre 1950 y 1980 se destinaron más tierras para cultivo -que antes fueron bosques y pastizales naturales-, que en el periodo que abarcó todo el siglo XVIII y la primera mitad del XIX. En la actualidad cerca de un cuarto (24%) de la superficie de las tierras del planeta se encuentra bajo cultivo (Mapa b), lo cual si bien ha ayudado a satisfacer necesidades alimenticias, también ha traído consigo costos ambientales y económicos significativos.

 

 

El futuro de muchos ecosistemas no parece más alentador. Según las proyecciones del MEA (2005), algunos biomas habrán perdido una proporción muy significativa de su superficie potencial hacia el 2050, destacando los bosques de coníferas tropicales y subtropicales (cuya pérdida podría alcanzar en esa fecha el 80% de su superficie potencial), los bosques secos tropicales y subtropicales (alrededor del 75%) y las sabanas, matorrales y pastizales tropicales y subtropicales (80%), entre otros (Figura a). Por su parte, los pastizales y matorrales de montaña, así como los bosques húmedos tropicales y subtropicales podrían perder entre 1990 y el 2050, según las proyecciones, casi la misma superficie que habrían perdido hasta 1950, lo que los reduciría a cerca del 50% de su área potencial.

Referencias:

MEA. Ecosystems and Human Well-being: Biodiversity Sinthesis. World Resources Institute. Washington, D.C. 2005.

PNUMA. Global Environment Outlook 4: Perpectivas del Medio Ambiente Mundial. Medio ambiente para el desarrollo. Dinamarca. 2007.