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Se estima que en el año 2050, la población mundial será de 9 mil millones de personas con una densidad poblacional de 68 habitantes/km2.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

A mediados de 2006, en México habitaban 104.9 millones de personas: 50.7% de mujeres y 49.3% de hombres.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

En 2005, en México había casi 185 mil localidades rurales y 363 zonas urbanas: 273 ciudades pequeñas, 81 ciudades medianas y 9 grandes zonas metropolitanas.

 

  CAPÍTULO 1. POBLACIÓN
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En toda la historia de la humanidad, el hombre ha dependido de manera directa o indirecta de la naturaleza para satisfacer todas sus necesidades básicas de alimento, vestido y vivienda. El consumo de agua, plantas, animales y otros servicios que se obtienen de ella, así como la disposición de los residuos producto de sus diferentes actividades necesariamente han tenido efectos sobre los ecosistemas naturales. Sin embargo, en los últimos dos siglos estos impactos han sido de tal magnitud que han modificado significativamente la estructura y el funcionamiento de los ecosistemas en el mundo.

A diferencia de muchos otros problemas que enfrentan las sociedades actuales, los ambientales no respetan los límites políticos o administrativos de los países o regiones, por lo que su solución requiere de acciones de carácter local, regional y multinacional. Un ejemplo es el calentamiento global, causado principalmente por las emisiones de gases de efecto invernadero de los países desarrollados y no desarrollados, cuyos efectos se resienten en todo el mundo.

El bienestar de la población depende en gran medida de los servicios ambientales que sólo los ecosistemas en buenas condiciones pueden proveer adecuadamente: alimentos, energía, recursos genéticos, control de inundaciones, formación de suelos, regulación de enfermedades, regulación climática y transformación de sus desechos. Por ello, la preservación de los ecosistemas es un tema que rebasa al campo estrictamente ambiental y está siendo incluido en las agendas social, económica y de salud de los diferentes gobiernos del mundo (ver el Recuadro Servicios ambientales de los ecosistemas y bienestar humano).

La importancia de incluir a la población en un informe del medio ambiente radica en que muchos de los agentes de presión ambiental, así como las posibles soluciones a su deterioro y la posibilidad de hacer un uso sustentable de los recursos naturales, dependen de las características socioeconómicas de la población ahí asentada. Además, desde la perspectiva del desarrollo sustentable, la preservación de la naturaleza requiere incorporar el componente humano como un agente más del sistema. En este contexto, la intención de este capítulo, más que ser una descripción de la población en México y el mundo1, es resaltar algunas de sus características más importantes que tienen relación directa con el ambiente.

 

POBLACIÓN

Población mundial

El hombre moderno tiene varios miles de años habitando el planeta, pero su número se había mantenido bajo hasta hace relativamente poco tiempo. Se requirieron varios miles de años para que la población alcanzara la cifra de mil millones de habitantes, lo cual ocurrió en 1804, pero tan sólo 123 años más para llegar a los 2 mil millones  en 1927. En 1972, 45 años después, la población mundial volvió a duplicarse debido principalmente a la disminución en la tasa de mortalidad por el uso de vacunas, antibióticos e insecticidas que se inició a mediados de los años cincuenta. Esta tendencia de crecimiento se mantuvo y a finales del siglo XX ya se habían rebasado los 6 mil millones de habitantes en el planeta. La División de Población de las Naciones Unidas (UN, 2008) prevé que la población mundial seguirá aumentando para alcanzar más de 9 mil millones en el año 2050 (Figura 1.1). Este crecimiento ha ocasionado, por supuesto, que la densidad poblacional y la  ocupación de territorios también se incremente y, con ello, la presión sobre los ecosistemas naturales. En 1950, la densidad promedio mundial fue de 19 habitantes/km2, en 2000 se alcanzó el valor de 45 habitantes/km2, y se estima que en el año de 2050 llegue a 68 habitantes/km2 (Figura 1.2).

 

 

 

En 2005, la mayor parte de la población mundial (81.3%) se concentraba en los países menos desarrollados, siendo además los que experimentaron las mayores tasas de fertilidad global (2.8 niños por mujer contra 1.6 en los países desarrollados) y la mayor densidad poblacional (64 habitantes por km2). Las proyecciones indican que en 2050, su población alcanzará alrededor de 8 mil millones de habitantes (86.5% de la población mundial).

El incremento poblacional trae consigo la demanda de una mayor cantidad de recursos básicos como alimentos, agua y materias primas, lo que presiona fuertemente su disponibilidad en la naturaleza y favorece el deterioro de los ecosistemas de donde se extraen. Por ejemplo, la producción de carne que se requería para satisfacer la demanda de los países en desarrollo pasó de 27 a 147 millones de toneladas entre 1970 y 2005 (FAO, 2007), lo que implicó la destrucción y sustitución de enormes superficies de selvas y bosques para dedicarlos a la crianza y alimentación del ganado.

 

Población de México

México no ha sido ajeno al crecimiento poblacional mundial ni al impacto de la población en el ambiente. Comenzamos el siglo XXI con una tasa de crecimiento natural semejante a la observada 70 años atrás, pero con un tamaño poblacional siete veces mayor. A mediados de 2006, en México habitaban 104.9 millones de personas: 50.7% de mujeres y 49.3% de hombres.

De acuerdo con los indicadores nacionales de crecimiento poblacional, nos encontramos en una fase avanzada de transición demográfica2. Las proyecciones del Consejo Nacional de Población, 2005-2050 (Conapo, 2006a) señalan que el crecimiento poblacional seguirá hasta llegar a 108.4 millones en 2010 y 120.9 millones en 2030. Según estas estimaciones, la población del país comenzará a decrecer por primera vez desde el fin de la Revolución Mexicana (1921) a partir del año 2042 (Figura 1.3).

 

 

La disminución proyectada de la población mexicana es consecuencia de varios factores, pero el más importante es el mantenimiento de la reducción de la fecundidad que comenzó hace más de 30 años. Durante la década de los 70, el promedio de hijos por mujer era de 6.4; mientras que en 2005 ya fue de sólo 2.2. Otro componente es el incremento paulatino de la tasa de mortalidad a partir de los primeros años del siglo XXI, la cual se espera que pase de 5% en 2010 a 6.8% en 2050. El incremento de la población está relacionado con los avances en salud pública que han permitido que la esperanza de vida se incremente de 74.6 años en 2005 (72.2 en hombres y 77 en mujeres) a 78.8 años en 2030 (76.6 y 81 años respectivamente; Figura 1.4).

 

 

Los cambios en la estructura y composición de la población forman parte de la transición demográfica que vive el país. Cada vez es menor la proporción de niños, y se está incrementando la de jóvenes y adultos mayores. La proyecciones muestran que la proporción relativa de niños en edades preescolares (0 a 5 años) se reducirá de 12.2% en 2005 a 8.2% en 2030 y 6.6% en 2050. En cambio, la población en edad productiva (15 a 65 años) y los adultos mayores de 65 años, representarán proporciones cada vez más altas de la población. Con el envejecimiento poblacional, la edad promedio de la población que en 2005 fue de 28 años, pasará a 36.7 en 2030; y a 42.7 en 2050 (Figura 1.5).

 

 

La transición demográfica actual está generando una relación positiva entre la población en edades dependientes (niños y adultos mayores) y la de edades productivas. Esta relación se mide por la razón de dependencia3; la cual señala que en los próximos años habrá menos personas dependientes y más personas potencialmente productivas. Por ejemplo, en 1950 había 83 personas dependientes por cada 100 en edad productiva; para 1970, el número de dependientes ya era de 108 por cada 100 productivas. Sin embargo, con el descenso en la fecundidad, la razón de dependencia total invirtió su tendencia y disminuyó a 78 dependientes en 1990 y a 61.3 en el 2000. A este cambio se le denomina “bono demográfico” porque es el momento dentro de las proyecciones poblacionales de un país en que habrá mayor cantidad de personas productivas. Este bono permanecerá hasta casi mediados del siglo XXI, alcanzando su condición más ventajosa alrededor de 2020. Posteriormente, la razón de dependencia aumentará por la acumulación de adultos mayores que entrarán a la categoría de personas dependientes (Figura 1.6).

 

 

De manera paralela a los cambios numéricos en la población mexicana, se registran cambios en su distribución geográfica. La tendencia actual es la de una urbanización acelerada a costa de la transformación de los ecosistemas locales. En el año 1900, aproximadamente 75% de la población habitaba en localidades rurales4 distribuidas a lo largo de todo el territorio nacional; en 2005 sólo 23.5% permanecía en esta categoría, de tal manera que ahora dos terceras partes de la población se concentran en una centena de ciudades.

En 2005 se contabilizaron casi 185 mil localidades rurales que, en suma, tenían 24.58 millones de habitantes: 43% se ubicaba en zonas cercanas a carreteras, 25% en la periferia de centros de población más grandes y el resto (32%) se encontraba alejado de ciudades y de vías de comunicación transitables todo el año (Mapa 1.1). Esta condición de aislamiento dificulta las oportunidades de desarrollo económico y el abastecimiento de los servicios básicos de educación, salud, agua potable, saneamiento, energía eléctrica y telefonía, lo cual se relaciona directamente con los elevados índices de marginación encontrados en estas localidades y con el incremento en su vulnerabilidad.

 

 

En 2005, las poblaciones urbanas mexicanas estaban organizadas en 363 ciudades: 273 ciudades pequeñas de entre 15 mil y 100 mil habitantes (donde habitaba menos de 9% de la población total del país), 81 ciudades medias con población entre 100 mil y un millón de habitantes (donde residía cerca de 27% de la población) y nueve grandes zonas metropolitanas con más de un millón de habitantes (en las que se concentró aproximadamente 35% de la población del país; 36.1 millones). Entre estas últimas destacan las zonas metropolitanas del Valle de México (ZMVM, 19.2 millones), Guadalajara (4.1 millones) y Monterrey (3.7 millones; Mapas 1.2 y 1.3).

 

 

 

La excesiva concentración de personas en las zonas urbanas y sus necesidades económicas y laborales frecuentemente tiene consecuencias negativas en el ambiente, más allá de su delimitación geográfica y política. Por ejemplo, los precursores de lluvia ácida (NOx y SO2) que se emiten en las zonas industriales del norte de la ZMVM son arrastrados por los vientos dando lugar a la precipitación pluvial con mayor acidez en las zonas agrícolas y forestales del sur y poniente del Valle de México (Velasco-Saldaña et al., 2002).

Otra consecuencia de la heterogénea distribución de la población en México se da en la disponibilidad de agua. Aunque el grado de presión sobre este recurso es de 17% a nivel nacional (lo cual se considera en la clasificación internacional como de nivel moderado); en las regiones Centro, Norte y Noreste, donde se concentra la mayor parte de la población y la actividad económica del país, la presión alcanza 47%, que es un grado considerado como fuerte, lo que ha ocasionado la sobreexplotación de sus fuentes de abastecimiento de agua (en 2007 15% de los acuíferos del país estaban sobreexplotados; Conagua, 2008). En zonas donde existe sobreexplotación de los acuíferos, ha sido necesario importar agua de otros sitios, como en el caso de la Ciudad de México, en donde para satisfacer las necesidades de la población es necesario traer el agua desde los estados de México, Guerrero y Michoacán.

Notas

1La información sobre la población en el mundo puede encontrarse en la página del Fondo de Población de las Naciones Unidas (www.unfpa.org) y sobre la de México en la página de la Conapo (www.conapo.gob.mx).

2La transición demográfica es el cambio de un régimen de niveles altos de mortalidad y fecundidad hacia niveles bajos y controlados.

3La razón de dependencia tiene dos componentes: la dependencia juvenil que es el cociente de dividir a la población menor de 15 años entre la población en edad laboral (15 a 64 años); y la de adulto mayor, que es el resultado de dividir a la población de 65 años o más entre la de edad laboral. La razón de dependencia total es la suma de ambos indicadores.

4Las poblaciones rurales son asentamientos humanos de menos de 2 mil 500 habitantes; en las mixtas o en transición rural-urbana residen entre 2 mil 500 y 14 mil 999; y en las urbanas, 15 mil habitantes o más (Anzaldo-Gómez y Rivera-Vázquez, 2006).