CAPÍTULO 6. AGUA
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DISPONIBILIDAD DEL AGUA

Reservas regionales de agua y balance de agua nacional

Las reservas de agua en el mundo consideran el volumen disponible2 total acumulado de agua subterránea y superficial. En el Mapa 6.1 se presentan los volúmenes de las reservas de agua mundiales: Suramérica es la región con los mayores recursos hídricos renovables3 del planeta (cerca del 31.8% del total), seguida por Asia (28.9%) y Europa (13.9%); en contraste, la región de Centroamérica posee tan sólo el 1.5% de la reserva total mundial.

La disponibilidad del agua de una región o país depende del balance de agua, esto es, del volumen que se recibe por precipitación y de lo que se pierde por la evaporación de los cuerpos de agua y por la evapotranspiración de la vegetación. El volumen restante puede dirigirse hacia la recarga de los acuíferos o escurrir superficialmente. Debido a que la distribución de la precipitación y de la evapotranspiración varía notablemente, la disponibilidad de recursos hídricos muestra diferencias muy importantes en las diferentes regiones del planeta.

En México, el volumen promedio de agua que se obtiene por precipitación cada año es de 1 489 kilómetros cúbicos; no obstante, la mayor parte, alrededor de 1 089 kilómetros cúbicos (73.1%), regresa a la atmósfera por evapotranspiración, por lo que se conoce como “agua verde” (Falkenmark y Rockström, 2004; Cuadro D3_AGUA01_04). Además del agua que ingresa por precipitación, México recibe alrededor de 50 kilómetros cúbicos por importaciones de los ríos de las fronteras norte y sur y exporta 0.432 kilómetros cúbicos del río Bravo a los Estados Unidos de acuerdo con el Tratado sobre Distribución de Aguas Internacionales firmado en 1944. De esta forma, el balance general muestra que la disponibilidad natural media de México es de 460 kilómetros cúbicos de agua en promedio al año (Figura 6.2), valor superior al de la mayoría de los países europeos, pero muy inferior si se compara con el de Estados Unidos (3 051 km3), Canadá (2 902 km3) o Brasil (8 233 km3; FAO, 2007).

 

Variabilidad espacial y temporal en la disponibilidad del agua

En México, la precipitación normal4 para el periodo 1981-2010 fue de 935.7 milímetros, volumen que se considera abundante (Conagua, 2011). Sin embargo, resulta poco representativo de la situación hídrica a lo largo del país. Por ejemplo, en 2011, Baja California Sur apenas registró poco más de 70 milímetros de lluvia, mientras que en Chiapas y Tabasco la precipitación anual alcanzó los 2 373 y 2 478 milímetros, respectivamente (Cuadro D3_AGUA01_01). A nivel de las regiones hidrológico-administrativas5 en que se divide el país, las diferencias también son notables: durante el periodo 1981-2010, las regiones norteñas de Península de Baja California, Noroeste, Río Bravo y Cuencas Centrales del Norte, que ocupan el 47.6% del territorio nacional recibieron en conjunto 13.4% del total, mientras que las regiones Pacífico Sur, Golfo Centro, Frontera Sur y Península de Yucatán, ubicadas al sur del país y que ocupan 21.5% del territorio nacional, recibieron el 53.9% del total (Mapa 6.2; Cuadro D3_AGUA01_02; Tabla 6.1).

Con respecto al escurrimiento superficial nacional, en 2009 el 83% (378.5 km3) del volumen disponible en el país escurrió superficialmente y el restante 17% (81.7 km3) se incorporó a los acuíferos (Figura 6.2). Sin embargo, el escurrimiento superficial también muestra variaciones importantes en la geografía del país: en ese mismo año, en la región Frontera Sur escurrió cerca del 37% del total nacional (básicamente a través de los ríos Grijalva y Usumacinta), mientras que en las penínsulas de Baja California y Yucatán el escurrimiento superficial fue cercano al uno por ciento del valor nacional (Tabla 6.2; Cuadro D3_AGUA01_08). En el caso de Baja California, esto se explica por su escasa precipitación, y en el de Yucatán por su relieve plano y sustrato permeable que impiden la formación de escurrimientos superficiales de importancia. Si se considera la proporción de lo que escurre con respecto al agua disponible, en 2009 las regiones que mostraron el mayor escurrimiento superficial relativo fueron Pacífico Sur (93.8%), Golfo Norte (94.8%) y Golfo Centro (95.6%). En contraste, la proporción fue menor en las regiones Río Bravo (42.4%), Aguas del Valle de México (33.4%) y Península de Yucatán (14.6%).

También la disponibilidad natural media es heterogénea entre regiones hidrológico-administrativas: mientras que Frontera Sur contaba en 2010 con casi 160 kilómetros cúbicos anuales y el Golfo Centro con poco más de 94, la Península de Baja California tuvo apenas 5 y la región Aguas del Valle de México sólo 3.5 kilómetros cúbicos al año disponibles (Tabla 6.2).

Con respecto a la variabilidad temporal, la precipitación también muestra diferencias importantes. En 2010, el valor de precipitación nacional fue 17.5% superior al promedio del periodo 1981-2010 (935.7 mm), mientras que en los años 1982, 1988, 1995, 1996, 2009 y 2011 estuvo por debajo de dicho promedio (Figura 6.3; ver el Recuadro Fenómenos meteorológicos extremos: el caso de la sequía). En cuanto a la variación de la precipitación a lo largo del año, los mayores volúmenes ocurren generalmente durante el verano (Figura 6.4), mientras que la época de estiaje se prolonga, en la mayoría del país, entre los meses de noviembre y mayo.

 

Agua almacenada

El volumen de agua almacenado en los lagos del país (alrededor de 10 km3) es relativamente pequeño si se contrasta con lo que se utiliza sólo para el abastecimiento público nacional anual, que equivale a cerca de 11 kilómetros cúbicos (Cuadro D3_AGUA01_06). Esto se debe, básicamente, a que la orografía mexicana no permite la formación de lagos profundos. Por esa razón, para asegurar el suministro del líquido para los diferentes usos en todo el país, y considerando la heterogeneidad espacial y temporal en la precipitación, se ha construido una importante red de infraestructura hidráulica en forma de presas y embalses. Con excepción de la Península de Yucatán, donde no hay corrientes de agua superficiales que permitan la construcción de este tipo de infraestructura, el resto de las regiones hidrológico-administrativas cuentan con presas. La mayoría de los ríos más caudalosos se encuentran parcial o totalmente regulados mediante presas de propósitos múltiples.

En el país existen 4 462 presas y bordos, las cuales representan una capacidad total de almacenamiento de alrededor de 150 kilómetros cúbicos. De ese número, 667 presas se clasifican como grandes presas debido a que su capacidad de almacenamiento es mayor a un hectómetro cúbico. El volumen almacenado de agua en las presas no sólo depende de su capacidad de construcción, sino también de la precipitación ocurrida en sus cuencas de captación y de los escurrimientos en las distintas regiones del país: por ejemplo, en 2010 se pudo almacenar en las 51 presas principales6 (y las más grandes) del país un volumen de 102.1 kilómetros cúbicos, es decir, cerca del 91% de su capacidad total de almacenamiento; en un año seco, por ejemplo 1996, este volumen tan sólo alcanzó cerca de 80 kilómetros cúbicos, es decir, 71% de la capacidad de dichas presas. En el Mapa 6.3 se muestran las 51 presas principales (Cuadro D3_AGUA01_07; IB 2.1-9).

Con respecto al uso de las presas en el país, 41 de las 51 presas más grandes suministran agua para riego (beneficiando a 6.5 millones de hectáreas de agricultura de riego y 2.9 millones de temporal tecnificado), mientras que nueve de ellas se destinan al abastecimiento público. Treinta y tres grandes presas tienen más de un uso, entre los que pueden estar la generación de electricidad, irrigación, control de avenidas y abastecimiento público. En la Tabla 6.3 se presentan para las 51 principales presas del país, sus usos y la capacidad al nivel de aguas máximas ordinarias (NAMO7).

 

Disponibilidad per cápita

Otra forma de evaluar la disponibilidad del agua es a través de la estimación del volumen de agua que le corresponde a cada habitante (IB 2.1-5). Este indicador ha sido empleado comúnmente como una medida del posible estrés que pueden enfrentar los habitantes de una región o país dado. Una disponibilidad inferior a los 1 700 metros cúbicos por habitante por año se considera como una situación de estrés hídrico (Indicador de Falkenmark; UNDP et al., 2000), en la cual con frecuencia puede ocurrir el desabasto de agua para las diversas actividades que la consumen, sobre todo en países con propensión a sufrir sequías, como es el caso de México. Cuando la disponibilidad es inferior a los mil metros cúbicos por habitante por año las consecuencias pueden ser más severas y comprometer seriamente la seguridad alimentaria y el desarrollo económico del país. Por lo común, en esas circunstancias se carece transitoriamente de agua en algunos lugares y es preciso tomar decisiones que involucran prioridades de uso entre las actividades agrícolas, industriales o el abasto a la población urbana y rural (FNUAP, 2001). Es importante mencionar que las variaciones que se observan en la disponibilidad per cápita a través del tiempo dependen principalmente de los cambios en el tamaño de la población del país o región para el cual se calcula, y no de una disminución de la precipitación en el año considerado.

A nivel mundial, la disponibilidad per cápita ha disminuido significativamente en unas cuantas décadas. En 1960, a cada ciudadano del mundo le correspondían 11 300 metros cúbicos por año (MEA, 2005), los cuales se redujeron a sólo 5 mil metros cúbicos para el 2010, cuando la población mundial fue de aproximadamente 6 900 millones de personas (FAO, 2012).

En México la disponibilidad también se ha reducido de manera importante: en 1950, era de 17 742 metros cúbicos por año, pasando a poco menos de 11 mil en 1960 y a menos de 8 mil en 1970. En 2010, la disponibilidad por habitante fue de 4 090 metros cúbicos anuales (Conagua, 2012; IB 2.1-1), un volumen que de acuerdo al World Resources Institute (WRI) se considera como de disponibilidad baja. La disponibilidad de agua por habitante de México es mucho menor que la de países como Canadá (84 633 m3/hab/año), Panamá (42 577 m3/hab/año) o Estados Unidos (9 159 m3/hab/año), y en general de toda América del Sur, pero ligeramente superior al promedio de muchos de los países europeos (FAO, 2012). Para 2030 se proyecta que la disponibilidad de agua por habitante será de tan sólo 3 800 metros cúbicos por habitante por año (Conagua, 2011).

Los valores nacionales per cápita pueden enmascarar situaciones de estrés hídrico a nivel regional. México presenta todo el espectro de categorías de disponibilidad de agua en sus regiones hidrológico-administrativas, que van desde la muy alta, alta, media, baja, muy baja, hasta la extremadamente baja (menor a 1 000 m3/hab/año; Conagua, 2011). Para ilustrar dicha heterogeneidad, las regiones Aguas del Valle de México y Frontera Sur son buenos ejemplos: mientras que la primera de ellas en 2010 tenía un disponibilidad de apenas 160 metros cúbicos por habitante por año (lo que la clasificaba en la categoría de disponibilidad de extremadamente baja), la región de la Frontera Sur registraba en el mismo año 22 393 metros cúbicos, es decir, una disponibilidad cerca de 140 veces mayor, clasificada como de muy alta disponibilidad (Mapa 6.4; Cuadro D3_AGUA03_01).

Si se considera a las regiones hidrológico-administrativas con disponibilidades muy bajas, resulta que más de 75 millones de habitantes en el país (alrededor del 66% de la población nacional) se encontraban en situación de estrés hídrico en 2010. En el futuro, la disponibilidad per cápita en algunas zonas del país podría agravarse significativamente: según un estudio del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (UNDP, por sus siglas en inglés), la disponibilidad de agua per cápita para el año 2025 en las cuencas de los ríos Balsas, Grande de Santiago y Colorado podría caer por debajo de los 1 700 metros cúbicos por habitante por año (UNDP, 2000).

 

Grado de presión

El grado de presión sobre los recursos hídricos (GPRH; IB 2.1-6 e IC 9) representa la proporción del agua disponible que se extrae en una zona, ya sea para fines agrícolas, públicos, industriales o de otros tipos, respecto al agua renovable.  La Comisión para el Desarrollo Sustentable (CDS) de la ONU define cuatro categorías para clasificar el grado de presión, que van desde fuerte (la extracción supera el 40% de  la  disponibilidad natural) hasta escasa (el agua extraída no rebasa el 10% del líquido disponible).  Algunos países  de Medio Oriente (como los Emiratos Árabes y Kuwait), presentan un grado de presión que pudiera calificarse  como extremo,  ya   que   superan   el   2 000%. México, con un valor estimado de GPRH de 17.4% en 2010, se encuentra en la categoría de presión moderada, valor superior al 11.5% estimado como promedio para los países de la OCDE (FAO, 2012). No obstante, este valor está influido de manera muy significativa por la alta disponibilidad de agua en el sur del país, ya que en regiones como Frontera Sur, Golfo Centro, Península de Yucatán y Pacífico Sur se extrae menos del 8% del agua disponible. En contraste, las regiones de Baja California, Noroeste, Pacífico Norte, Río Bravo, Cuencas Centrales del Norte, Balsas y Lerma-Santiago-Pacífico, registran grados de presión superiores al 40% (Mapa 6.5). Caso particular es el de la región de Aguas del Valle de México, cuyo valor de presión sobre el recurso alcanzó 132.9% en ese mismo año.

Finalmente, otra medida de la disponibilidad del agua es la que se conoce como intensidad de uso (OCDE, 1998) o extracción per cápita. De acuerdo con este indicador, la extracción per cápita en México para 2010 fue de 709.9 metros cúbicos por habitante por año, valor muy semejante al de España (711 m3/hab) e inferior a los de Bulgaria (811 m3/hab), Filipinas (889 m3/hab), Pakistán (1 076 m3/hab) y al promedio de los países miembros de la OCDE, estimado en alrededor de 920 metros cúbicos por habitante al año (OECD, 2003; FAO, 2007).

 

Extracción y usos consuntivos del agua

La extracción de agua dulce en el mundo ha crecido significativamente con objeto de abastecer a la agricultura, la generación de energía eléctrica y el consumo de una población cada vez más numerosa. A nivel mundial, el aumento en la extracción de agua fue de poco más de 50% en tan sólo 30 años, al pasar de 2 574 a 3 940 kilómetros cúbicos entre 1970 y el año 2000 (UNEP, 2002). El caso de México no ha sido muy diferente: entre 2002 y 2010 el volumen concesionado para los usos agropecuario, abastecimiento público e industrial se incrementó en casi 8 kilómetros cúbicos, pasando de 72.6 a 80.3 kilómetros cúbicos, lo que representa 17.4% del agua disponible (IB 2.1-2; ver también recuadro Huella hídrica y agua virtual).

 

Volumen concesionado por uso consuntivo

La distribución del agua para los usos consuntivos difiere entre países y regiones en función de su disponibilidad, del tipo y capacidad de su industria y agricultura, así como de su población y sus patrones de consumo. En general, la distribución del agua en México8 para los diferentes usos consuntivos es similar a la que tienen países como Chipre o la India, pero difiere significativamente de la mayoría de los países desarrollados, donde la proporción destinada a usos industriales es mucho mayor, como es el caso de Bulgaria y Eslovenia (Figura 6.5).

La mayor parte del agua que se extrae en el país se destina a las actividades agropecuarias: en 2010 cerca del 77% se utilizó para el riego de 6.5 millones de hectáreas (cerca de la cuarta parte de la superficie sembrada), así como para las actividades pecuarias y acuícolas (Figura 6.6). Le siguió el uso para abastecimiento público, con 14% del volumen total de agua extraída y el industrial y la generación de energía eléctrica con 9%. Dentro de los usos no consuntivos del agua, en 2009 las hidroeléctricas emplearon para su funcionamiento un volumen de 136.1 kilómetros cúbicos para generar 26.4 TWh9  de electricidad (11.3% del total nacional).

Del volumen total de agua que se concesionó en el país en 2010, casi 56% (44.6 km3) correspondió a las regiones Lerma-Santiago-Pacífico (14.6 km3, 18%), Balsas (10.4 km3, 12.9%), Pacífico Norte (10.4 km3, 13%) y Río Bravo (9.3 km3, 11.6%); las regiones que menos agua extrajeron fueron Pacífico Sur (1.4 km3), Frontera Sur (2.2 km3) y Península de Yucatán (2.8 km3), que en conjunto representan apenas el 8% del total nacional (Mapa 6.6).

Si se analiza el origen del agua concesionada para extracción en el país10 en 2009, 63% del volumen provino de las fuentes superficiales, mientras que el restante 37%, de las subterráneas. La extracción de fuentes superficiales se ha incrementado poco más de 15% entre el año 2000 y 2009, mientras que la extracción de agua subterránea se mantuvo prácticamente sin cambios (IB 2.1-3). Ahora bien, existen diferencias marcadas al interior del país con respecto a la proporción de agua superficial y subterránea que se utiliza: por ejemplo, en 2009  las regiones en las que el agua procedió en mayor medida de las fuentes superficiales fueron Pacífico Norte (87%), Balsas (83%), Golfo Centro (81%) y Golfo Norte (78%), mientras que en las regiones de las Cuencas Centrales del Norte y Península de Yucatán se utilizó una fracción considerable del agua de origen subterráneo (67 y 97%, respectivamente; Mapa 6.6; Cuadro D3_AGUA03_03).

El uso de agua superficial se mantuvo con pocos cambios en la mayoría de las regiones del país entre los años 2002 y 2009; no obstante, son notables los casos de la región Noroeste y la Península de Yucatán, donde el volumen concesionado se incrementó en más de 120 y 200%, respectivamente. En cuanto al uso del agua subterránea, el volumen concesionado se incrementó considerablemente en la Península de Yucatán (más de 160%), seguida de las regiones Golfo Centro y Pacífico Sur (ambas con más de 120%) en ese mismo periodo.

En 2009 el abastecimiento de agua para uso agrícola, así como para la industria y la generación de energía eléctrica a nivel nacional provenían en su mayor parte de fuentes superficiales (66 y 70%, respectivamente), en contraste con el agua que se destina al uso público, que en su mayoría procedía de fuentes subterráneas (62%). Entre 2000 y 2009 el volumen de agua concesionado para uso agropecuario de origen superficial aumentó 6% en el periodo (pasando de 38.58 a 40.92 km3); por otro lado, el uso de agua superficial para el abastecimiento público se incrementó en 66.7% (pasó de 2.58 a 4.31 km3), mientras que en el mismo periodo el uso industrial de agua superficial se duplicó (pasó de 2.54 a 5.20 km3; Figura 6.7; Cuadro D3_AGUA03_03).

Respecto al volumen concesionado del agua de origen subterráneo, entre 2000 y 2009 se incrementó 8.5% para el uso agropecuario (cambió de 19.22 a 20.87 km3), aunque con algunas fluctuaciones; en el mismo periodo, el volumen de agua concesionado para abastecimiento público con el mismo origen se incrementó en 24.1% (pasó de 5.71 a 7.09 km3), en contraste con el volumen subterráneo para uso industrial que disminuyó en 41.4%, ya que pasó de 3.58 a 2.1 km3 (Figura 6.8).

Si se analizan regionalmente los usos consuntivos del agua, las diferencias resultan importantes. En 2010, en la región Pacífico Norte, el 93% del agua se destinaba a actividades agropecuarias, mientras que en la región del Valle de México este uso consuntivo alcanzaba apenas 49.5% (Mapa 6.7, Cuadro D3_AGUA03_03). En lo que se refiere al agua para el abasto público, las regiones que proporcionalmente asignaron más agua fueron Aguas del Valle de México (44.9%), Península de Yucatán (20.7%), Pacífico Sur (24.4%) y Frontera Sur (21.1%). El agua destinada para el uso industrial en general es inferior al uso para abastecimiento público, excepto en las regiones Balsas, Golfo Centro y Península de Yucatán (con 32.7, 22.8 y 18.5%, respectivamente).

 

Agua subterránea: intensidad de uso y acuíferos sobreexplotados

Para conocer cómo afectan los usos consuntivos la sostenibilidad de los recursos subterráneos, un buen indicador es la intensidad de uso, que se calcula como el cociente de la extracción de agua subterránea por la recarga media de los acuíferos. Si se analiza por región hidrológico-administrativa, el panorama es preocupante: en 2011, los valores de intensidad de uso del agua subterránea en las regiones Cuencas Centrales del Norte y Península de Baja California fueron muy altos, es decir, el agua utilizada excedió la recarga, con valores superiores al 110 (Mapa 6.8; Cuadro D3_AGUA02_01; IC 10). Por otro lado, entre 2004 y 2009, para las regiones Golfo Norte y Noroeste, la intensidad de uso disminuyó en 37 y 17%, respectivamente.

Uno de los aspectos más relevantes del manejo adecuado del agua subterránea radica en el control del volumen aprovechado por los diferentes usuarios consuntivos. En ocasiones la demanda puede ser muy intensa, y puesto que algunos acuíferos tienen periodos de renovación muy largos, la demanda puede superar la recarga del acuífero y producir su sobreexplotación.

A partir de la década de los años setenta, el número de acuíferos sobreexplotados se ha incrementado notablemente. En 1975 existían 32 acuíferos en esta categoría, cifra que se elevó a 36 en 1981, 80 en 1985, 100 en 2009 y 102 en 2011. Los 102 acuíferos con sobreexplotación representan el 15.6% de los 653 que hay en el país. Los acuíferos sobreexplotados se concentran en las regiones hidrológicas Lerma-Santiago-Pacífico, Cuencas Centrales del Norte, Río Bravo, Noroeste y Península de Baja California (Mapa 6.9). De estos acuíferos se extrae el 58% del agua subterránea para todos los usos.

Además de la sobreexplotación, algunos acuíferos se encuentran bajo condiciones de salinización. En amplias zonas de riego, sobre todo las que se encuentran en las zonas costeras, la sobreexplotación de los acuíferos ha provocado que los niveles de agua subterránea hayan descendido varios metros y que se favorezca la intrusión del agua del mar y la disminución de la calidad de su agua. En 2011, catorce acuíferos tenían problemas de intrusión salina (ocho de los cuales también tenían condiciones de sobrexplotación, principalmente los de las regiones Península de Baja California y Noroeste) y 31 presentaban problemas de salinización y aguas subterráneas salobres (13 de ellos en condición de sobreexplotación; IB 2.1-7). Ver también el Recuadro Escenarios futuros de disponibilidad del agua.

 

Notas:

2 Se refiere a la disponibilidad natural media que corresponde al volumen total de agua renovable superficial y subterránea que ocurre en forma natural en una región.

3 El agua renovable es la cantidad máxima de agua factible de explotarse anualmente y se calcula como el escurrimiento superficial virgen anual, más la recarga media anual de los acuíferos, más las importaciones de agua de otras regiones o países, menos las exportaciones de agua a otras regiones o países (Conagua, 2011).

4 Es la precipitación medida para un periodo uniforme y relativamente largo, el cual debe tener como mínimo 30 años de datos, lo que se considera como un periodo climatológico mínimo representativo.

5 Desde 1997, y con el fin de administrar y preservar las aguas nacionales, la Conagua dividió al país en 13 regiones hidrológico-administrativas (RHA) cuyos límites respetan los municipales para facilitar la integración de la información socioeconómica (Conagua, 2011).

6 Presas con capacidad mayor a 250 hm3.

7 El nivel de aguas máximas ordinarias es el volumen de almacenamiento de una presa en su máximo nivel para operar y satisfacer las demandas.

8 El Registro Público de Derechos de Agua (REPDA) registra los volúmenes concesionados (o asignados, en el caso de volúmenes destinados al uso público urbano o doméstico) a los usuarios de aguas nacionales. También clasifica los usos del agua que, con fines prácticos, se han agrupado en cinco grupos: cuatro corresponden a los usos consuntivos (agrícola, abastecimiento público, industria autoabastecida y generación de energía eléctrica), y por último está el uso hidroeléctrico, que corresponde a un uso no consuntivo (Conagua, 2011).

9 1 TWh = 1 000 GWh = 1 000 millones de kWh.

10 Únicamente se considera el volumen de agua concesionada, como una aproximación al volumen verdadero de agua consumida que se extrae.