INTRODUCCIÓN


El suelo es una entidad natural, clave para el mantenimiento de la vida sobre la Tierra. Además de ser el principal soporte de la vegetación, la infraestructura y el hábitat de la biodiversidad, participa de manera esencial en el funcionamiento de cualquier ecosistema. Al igual que los bosques, el agua o los yacimientos minerales, el suelo es un recurso finito que forma parte del capital estratégico natural de cualquier país. A pesar de ser el sostén de muchas de las economías agrícolas del mundo y de sustentar la biodiversidad de los ecosistemas, el suelo se encuentra bajo una creciente presión de deterioro, derivada principalmente de los patrones insostenibles de producción y consumo globales. Su conservación no ha estado dentro de las principales prioridades en las políticas públicas como un recurso patrimonial ni ambiental, debido, en gran medida, a que no es un bien directamente consumible y también a la suposición errada de que el suelo puede renovarse en un lapso breve de tiempo, hecho por supuesto muy alejado de la realidad, ya que se calcula que una capa de suelo de un centímetro de espesor puede tardar en formarse alrededor de cien años (Zinck, 2005; Guevara et al., 2012; Gardi et al., 2014; FAO, 2015).

Si bien es necesario fortalecer la conciencia sobre el papel fundamental de los suelos, tanto para el funcionamiento de los ecosistemas como para el bienestar humano (ver el recuadro Los servicios ambientales del suelo), también es prioritario
contar con información actualizada y confiable sobre su inventario, características y estado, así como de sus dinámicas de formación y degradación. El conocimiento y manejo de la información edafológica constituye la base estratégica para planificar e implementar acciones dirigidas a su conservación y manejo sustentable (Gardi et al., 2014).

 

 

 

 

CLASIFICACIÓN DE SUELOS


Exceptuando los glaciares, los cuerpos de agua y las zonas urbanas, el suelo cubre de manera continua la superficie terrestre en una variada gama de tipos. Las ciencias del suelo (p. ej., la edafología y la pedología) no poseen un sistema de clasificación universalmente aceptado, de hecho, muchos países cuentan con su propio método de clasificación edáfica, que puede basarse simplemente en necesidades prácticas, al grado de que los nombres que utilizan son locales y tienen sentido sólo en esa región (Gardi et al., 2014). Esta situación complica la comparación internacional, ya que normalmente no hay una equivalencia entre sistemas clasificatorios. Existen, sin embargo, un par de intentos para armonizar la forma de caracterizar y clasificar a los suelos: la taxonomía de suelos de la USDA1 y la Base Referencial Mundial del Recurso Suelo (World Reference Base for Soil Resources, conocida como WRB por sus siglas en inglés), liderada por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés). Esta última incorpora los suelos típicos de varias regiones del mundo a su descripción general, con el objetivo de facilitar la comunicación internacional a través de un lenguaje que incorpore los términos edáficos comunes (FAO, 2009; FAO, 2018; IUSS Working Group WRB, 2016).

Para la WRB, el suelo es cualquier material dentro de los dos primeros metros de superficie terrestre que está en contacto con la atmósfera, sin contar a los organismos vivos, las áreas cubiertas solo por hielo continuo y los cuerpos de agua con profundidades mayores a dos metros. Incluye la roca dura continua, los suelos tanto urbanos pavimentados como de áreas industriales; los que se encuentran en cuevas y los subacuáticos (IUSS Working Group WRB, 2016). La clasificación más actualizada de la WRB (IUSS Working Group WRB, 2016) incluye 32 unidades de suelo, y está basada en sus características diagnósticas (horizontes, propiedades físicas, químicas y biológicas) y la relación con sus factores formadores (roca madre, clima, topografía, biota y tiempo; Gardi et al., 2014; IUSS Working Group WRB, 2016). El sistema de clasificación edáfica de la WRB, adaptado para las condiciones ambientales de México, es utilizado oficialmente por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) para la elaboración de las cartas edafológicas del país.

 

SUELOS DE MÉXICO

En México se presentan 25 de las 32 unidades de suelo que aparecen en la clasificación WRB (IUSS Working Group WRB, 2016). Esta riqueza edáfica se puede explicar por las múltiples combinaciones de los factores que forman el suelo y que se presentan en el territorio nacional. A pesar de que seis grupos cubren en conjunto el 80.7% de la superficie nacional, la diversidad edáfica nacional la determinan los restantes 19 grupos distribuidos en un gran número de microrrelieves, microclimas y tipos de vegetación (Cruz et al., 2007). Las seis unidades dominantes son: Leptosoles (con 52.6 millones de ha, 27.4% del territorio), Regosoles (27 millones de ha; 14.1%), Feozems (22.5 millones de ha; 11.7%), Calcisoles (19.6 millones de ha; 10.2%), Luvisoles (17. 7 millones de ha; 9.2%) y Vertisoles (16.5 millones de ha; 8.6%; Figura 3.1). Las 19 unidades minoritarias cubren una superficie aproximada de 36 millones de hectáreas (Mapa 3.1). Para mayores detalles respecto a las características de los suelos mencionados, consultar el recuadro Unidades principales de suelo en México.

 

Figura 3.1

Superficie relativa1 de los principales grupos de suelo en México

Figura

Notas:
1 Los porcentajes pueden no sumar 100% debido al redondeo de las cifras.
2 La categoría “Otros” incluye los siguientes tipos de suelo: Acrisol, Alisol, Durisol, Gypsisol, Histosol, Lixisol, Planosol, Plintosol, Solonetz y Umbrisol.

Fuente:
INEGI. Continuo nacional del conjunto de datos vectoriales edafológicos. Serie II, escala 1:250 000. INEGI. México. 2007.

 

Mapa 3.1

Principales grupos de suelo en México

Figura

Nota:
1 “Otros grupos” incluye los siguientes tipos de suelo: Acrisol, Alisol, Andosol, Arenosol, Cambisol, Chernozem, Durisol, Fluvisol, Gleysol, Gypsisol, Histosol,  Kastañozem, Lixisol, Nitisol, Planosol, Plintosol, Solonetz, Solonchak y Umbrisol.

Fuente:
INEGI. Conjunto de datos vectorial edafológico. Serie II, escala 1:250 000. INEGI. México. 2007.

 

AGRICULTURA Y GRUPOS DE SUELO

De las seis unidades de suelo dominantes en México, tres tienen características que las vuelven apropiadas para su aprovechamiento agrícola: los Luvisoles, Vertisoles y Feozems. La superficie conjunta de estos suelos que está dedicada a labores agropecuarias ha crecido significativamente en las últimas décadas. A mediados de los años setenta del siglo pasado, del área total ocupada por estos suelos, el 35.8% era utilizada en actividades agropecuarias (24.1% dedicado a la agricultura y 11.7% para pastizales ganaderos), mientras que en 2014 ya era el 44.4% (29.8% en agricultura y 14.6% en pastizales; Figura 3.2). Los tres restantes grupos de suelo dominantes, Leptosoles, Regosoles y Calcisoles, tienen propiedades que dificultan su aprovechamiento agrícola y aumentan su vulnerabilidad a la erosión. Los Leptosoles tienen severas limitaciones para el enraizamiento de las plantas debido a su poca profundidad; los Regosoles son suelos relativamente jóvenes, por lo que tienen poco o nulo desarrollo del perfil, mientras que los Calcisoles tienen elevadas concentraciones de carbonatos. Sin embargo, a pesar de estas características, su uso para actividades agropecuarias ha aumentado. A mitad de la década de los setenta, el 9.9% de la superficie que ocupaba este conjunto de suelos estaba dedicado a las actividades agropecuarias, mientras que, en 2014, esta cifra alcanzaba 14.7% (7.8% en agricultura y 6.9% en pastizales; Figura 3.2).

 

Figura 3.2

Superficie agropecuaria según grupo de suelos, 1976, 1993, 2002, 2007, 2011 y 2014 1 , 2

Figura

Notas:
1 Aunque la Carta de Uso del Suelo y Vegetación Serie I hace referencia al año 1976, para su elaboración se emplearon fotografías aéreas de
prácticamente toda la década de los años 70.
2 Los valores se calcularon tomando como base la superficie conjunta de estos suelos a nivel nacional reportada por INEGI (2007), y la extensión de uso 
del suelo y vegetación reportada también por INEGI (1993, 2004, 2005, 2011, 2013 y 2017) para los años 1976, 1993, 2002, 2007, 2011 y 2014.
3 La categoría “pastizal” incluye: pastizal cultivado, inducido y sabanoide.
4 La categoría “agricultura” incluye: agricultura de riego, de temporal y de humedad.

Fuentes:
INEGI. Carta de Uso del Suelo y Vegetación, Serie I, escala 1:250 000. INEGI. México. 1993.
INEGI. Carta de Uso del Suelo y Vegetación, Serie II (reestructurada) (1993), escala 1:250 000. INEGI. México. 2004.
INEGI. Carta de Uso del Suelo y Vegetación, Serie III, escala 1:250 000 (Continuo Nacional). INEGI. México. 2005.
INEGI. Carta de Uso del Suelo y Vegetación, Serie IV, escala 1:250 000. INEGI. México. 2011.
INEGI. Carta de Uso del Suelo y Vegetación, Serie V, escala 1:250 000. INEGI. México. 2013.
INEGI. Carta de Uso del Suelo y Vegetación, Serie VI, escala 1:250 000. INEGI. México. 2017.
INEGI. Continuo Nacional del Conjunto de Datos Vectoriales Edafológicos. Serie II, escala 1:250 000. INEGI. México. 2007.

 

 

 

 

LA DEGRADACIÓN DE LOS SUELOS EN MÉXICO


La degradación de los suelos implica la reducción de su complejidad biológica, de su capacidad para producir bienes económicos y de llevar a cabo funciones de regulación directamente relacionadas con el bienestar humano, como son la productividad agrícola y el mantenimiento de la calidad del agua y el aire (Lal, 1998). Otra definición similar la proporciona la FAO que define a la degradación como un cambio en la salud del suelo, que se refleja en la disminución de la capacidad del ecosistema para producir bienes y servicios ambientales, tanto directos como indirectos (FAO, 2018). La degradación del suelo puede ser de origen natural y humano, y es el resultado de una compleja interacción de factores naturales, como el tipo de suelo, el relieve, la vegetación y el clima con factores socioeconómicos como la densidad poblacional, tenencia de la tierra, las políticas ambientales y los usos y gestión del suelo (Gardi et al., 2014).

Una de las consecuencias más importantes de la degradación de los suelos es la pérdida y deterioro de la calidad de los servicios ambientales que se obtienen de él, siendo quizá los más importantes la producción de alimentos y la captación de agua.

Los estudios sobre la degradación de suelos en México datan de mediados del siglo pasado, pero debido a diferencias metodológicas y a los diferentes objetivos en su valoración, las estimaciones difieren significativamente entre sí y no son comparables (Tabla 3.1; Semarnat y CP, 2003). Si bien, esto implica no tener una descripción precisa de los cambios ocurridos a través del tiempo con respecto
a la superficie nacional de suelos degradados la revisión de los estudios más recientes que se han hecho permite tener una idea aproximada de la magnitud y extensión de la degradación de los suelos en el país.

 

Tabla 3.1

Estimaciones de la superficie nacional afectada por erosión1 del suelo

Figura

Nota:
1 Se refiere a un grupo de procesos (lluvia, viento u oleaje) que descomponen, desintegran, remueven, transportan y acumulan materiales sobre la superficie de la tierra, modelando y transformando el paisaje.

Fuente:
Conafor, Semarnat y UACh. Línea base nacional de degradación de tierras y desertificación. Informe Final y Anexos I y II. Conafor, Semarnat y UAch. México. 2013.

 

En 2003 se publicó la Evaluación de la pérdida de suelos por erosión hídrica y eólica en la República Mexicana, escala 1: 1 000 000 (Semarnat y UACh, 2003). En este estudio se determinó de manera indirecta la pérdida de suelo por erosión hídrica y eólica a partir de información cartográfica (p. ej., de edafología y precipitación) y de modelos paramétricos (Ecuación Universal de Pérdida de Suelos y Ecuación de la Erosión Eólica) que fueron alimentados por diversas variables evaluadas en muestras de suelo. Por su metodología, la estimación resultante es más una medida de la degradación potencial2 y es una evaluación indirecta de la degradación existente en el país.

Los resultados de este trabajo muestran que el 42% de la superficie nacional pudo haber estado afectada por erosión hídrica, y que 17 entidades federativas presentarían este problema en más de 50% de su territorio, entre ellas Guerrero (79.3%), Puebla (76.6%), Morelos (75.2%), Oaxaca (74.6%) y México (73.7%). También las regiones montañosas de las Sierras Madre Oriental, Occidental y del Sur, así como vastas regiones de Chiapas y las entidades del centro del país, tendrían riesgo de presentar alta y muy alta pérdida de suelo por erosión hídrica (Mapa 3.2).

 

Mapa 3.2

Erosión hídrica potencial de suelos según nivel, 2002

Figura

Fuente:
Semarnat y UACh. Evaluación de la pérdida de suelos por erosión hídrica y eólica en la república mexicana, escala 1:1 000 000. Memoria 2001-2002. Semarnat y UACh. México. 2003.

 

Con respecto a la erosión eólica, se estimó que 89% del territorio nacional estaría en riesgo de ser afectado. Prácticamente el 100% del territorio de Aguascalientes, Baja California, Baja California Sur, Sonora, Durango y Zacatecas, tendría alta y muy alta erosión eólica potencial, lo que concuerda con los tipos de vegetación y climas típicos en las zonas áridas y semiáridas del país. Sólo dos entidades mostraron menos de 30% de su territorio con riesgo de presentar erosión eólica: Chiapas (29.3%) y el Distrito Federal (21.8%; Mapa 3.3).

 

Mapa 3.3

Erosión eólica potencial de suelos según nivel, 2002

Figura

Fuente:
Semarnat y UACh. Evaluación de la pérdida de suelos por erosión hídrica y eólica en la república mexicana, escala 1:1 000 000. Memoria 2001-2002. Semarnat y UACh. México. 2003.

 

En el año 2003 también se publicaron los resultados del estudio denominado Evaluación de la degradación del suelo causada por el hombre en la República Mexicana, escala 1:250 000 (Semarnat y CP, 2003).3 Esta evaluación parte de la metodología de Evaluación de la Degradación del Suelo Causada por el Hombre en el Sur y Sureste de Asia (ASSOD, por sus siglas en inglés), la cual es una modificación de otra metodología usada por el Centro Internacional de Información y Referencia de Suelos (ISRIC) para elaborar el Mapa Mundial de la Degradación del Suelo inducida por el Hombre (GLASSOD, por sus siglas en inglés). La metodología ASSOD se sustentó en un amplio muestreo de campo que permitió determinar de manera directa cuatro procesos: degradación física y química y erosión eólica e hídrica, cada uno de ellos con diversos tipos específicos y niveles (ligero, moderado, fuerte y extremo); así como las causas de cada proceso. No se consideró el proceso de degradación biológica debido a lo complejo de su documentación. Estas variables se ubicaron en espaciomapas de INEGI en escala 1: 250 000. Con estas bases, la Evaluación de la Degradación del Suelo causada por en el hombre en la República Mexicana es hasta hoy el estudio de degradación de mayor resolución que se ha hecho para México.

Los resultados de esta evaluación indican que en el año 2002, el 44.9% de los suelos del país se encontraban afectados por algún proceso de degradación. La degradación química ocupaba el primer lugar en extensión (34 millones de ha, 17.8% del territorio nacional), seguida por la erosión hídrica (22.7 millones de ha, 11.9%), eólica (18.1 millones de ha, 9.5%) y, al final, la degradación física (10.8 millones de ha, 5.7%); mientras que los suelos sin degradación aparente ocupaban el 55.1% restante del territorio nacional (105.2 millones de ha; Figura 3.3; IB 3.3, IC 13).

 

Figura 3.3

Superficie relativa1 afectada por procesos de degradación del suelo en México,2,3 2002

Figura

Notas:
1 La superficie se muestra en millones de hectáreas y en porcentaje del territorio nacional.
2 Superficie nacional considerada: 1 909 818.5 km2. No incluye cuerpos de agua, asentamientos humanos, zonas urbanas, regiones desprovistas de
vegetación y superficie insular.
3 Los porcentajes pueden no sumar 100% debido al redondeo de las cifras.

Fuente:
Semarnat y CP. Evaluación de la degradación del suelo causada por el hombre en la república mexicana, escala 1:250 000. Memoria Nacional 2001-2002. Semarnat y CP. México. 2003.

 

Los cuatro procesos de degradación del suelo, así como la superficie sin degradación aparente, se detectaron tanto en suelos de ecosistemas naturales como manejados.

Para profundizar en el análisis de la degradación, cada proceso se subdividió en tipos específicos. En los casos de erosión hídrica y eólica se dividieron en pérdida de suelo superficial, deformación de terreno y efectos fuera de sitio. En ambos casos, la pérdida de suelo superficial representó el tipo específico dominante, ya que en la erosión hídrica alcanzó 88%, y en la eólica, el 95.5% de la superficie nacional afectada por cada uno de estos procesos de degradación.

Para la degradación química, los tipos específicos fueron la disminución de la fertilidad, polución, salinización-alcalinización y eutrofización; mientras que, para la física, fueron la compactación, pérdida de la función productiva, disminución de la disponibilidad de agua, encostramiento y sellamiento y anegamiento. En la degradación química predominó la disminución de la fertilidad (92.7% de la superficie nacional con degradación química) y en la física, la compactación (68.2% de la superficie nacional con degradación física; Figura 3.4; Cuadro D3_SUELO03_01).

 

Figura 3.4

Superficie relativa1,2 afectada por degradación del suelo por proceso y tipo en México, 2002

Figura

Notas:
1 La superficie se muestra en millones de hectáreas y en porcentaje con respecto al tipo de degradación.
2 Los porcentajes pueden no sumar 100% debido al redondeo de las cifras.

Fuente:
Semarnat y CP. Evaluación de la degradación del suelo causada por el hombre en la república mexicana, escala 1:250 000. Memoria Nacional 2001-2002. Semarnat y CP. México. 2003.

 

El otro componente de la degradación de suelo que se determinó fue el nivel de afectación, el cual se determinó a partir de la reducción de la productividad biológica.4 Según ese mismo estudio, el 2.1% (3.97 millones de ha) del país presentaba niveles de degradación fuerte y extremo y el 42.8% (81.78 millones de ha), ligero y moderado (Figura 3.5; Cuadro D3_SUELO03_01).

 

Figura 3.5

Superficie relativa1 afectada por degradación del suelo según nivel en México, 2002

Figura

Nota:
1 La superficie se muestra en millones de hectáreas y porcentaje del territorio nacional.

Fuente:
Semarnat y CP. Evaluación de la degradación del suelo causada por el hombre en la república mexicana, escala 1:250 000. Memoria Nacional 2001-2002. Semarnat y CP. México. 2003.

 

La combinación de los dos criterios descritos (procesos y niveles) mostró que entre 55 y 62% de la superficie con erosión hídrica y degradación química y física, se encontraba en nivel ligero, mientras que, para el caso de la erosión eólica, la mayor proporción de superficie afectada (alrededor de 67%) se encontraba en el nivel moderado (Figura 3.6; Cuadro D3_SUELO03_03).

 

Figura 3.6

Superficie relativa1,2 afectada por degradación del suelo por proceso y nivel en México, 2002

Figura

Notas:
1 La superficie se muestra en millones de hectáreas y en porcentaje con respecto al tipo de degradación.
2 Los porcentajes pueden no sumar 100% debido al redondeo de las cifras.

Fuente:
Semarnat y CP. Evaluación de la degradación del suelo causada por el hombre en la república mexicana, escala 1:250 000. Memoria Nacional 2001-2002. Semarnat y CP. México. 2003.

Los resultados nacionales anteriormente descritos muestran diferencias importantes en cuanto a la degradación del suelo en cada entidad federativa. Por ello, en las siguientes secciones se describen de manera detallada los cuatro procesos de degradación (erosión hídrica y eólica y degradación química y física), los niveles de afectación en que se presentan y su distribución geográfica en el territorio nacional.

 

EROSIÓN HÍDRICA

La tasa y magnitud de la erosión hídrica están controladas principalmente por la intensidad de la lluvia, la erodabilidad propia de los suelos, la pendiente del terreno y la cubierta vegetal. Estos factores, combinados con el manejo inadecuado de las tierras forestales, agrícolas y ganaderas, provocaron que para el 2002 la erosión hídrica estuviera presente en casi 12% del territorio nacional (22.73 millones de ha). De esta superficie, 56.4% se encuentra en el nivel ligero, 39.7% en el nivel moderado y 3.9% entre fuerte y extremo (Figura 3.6; Mapa 3.4; Cuadro D3_SUELO03_03). Si se analiza a nivel estatal, en proporción relativa a su territorio, Guerrero resultó la entidad mayormente afectada con 31.8% con este tipo de erosión; mientras que Baja California Sur (0.03%), Baja California (0.1%) y Veracruz (1%) se encontraban entre las menos afectadas (Tabla 3.2; Cuadro D3_SUELO03_03).

 

Mapa 3.4

Erosión hídrica de suelos según nivel en México, 2002

Figura

Fuente:
Semarnat y CP. Evaluación de la degradación del suelo causada por el hombre en la república mexicana, escala 1:250 000. Memoria Nacional 2001-2002. Semarnat y CP. México. 2003.

 

Tabla 3.2

Erosión hídrica según tipo por entidad federativa,1 2002 (Superficie en miles de hectáreas y en porcentaje)

Figura


Nota:
1 El 29 de enero de 2016 se publicó en el DOF que el Distrito Federal cambiaba su denominación a Ciudad de México. La información correspondiente a dicha entidad se presenta con este nuevo nombre.

Fuente:
Semarnat y CP. Evaluación de la degradación del suelo causada por el hombre en la república mexicana, escala 1:250 000. Memoria Nacional
2001-2002
. Semarnat y CP. México. 2003.

 

EROSIÓN EÓLICA

La erosión eólica comparte con la erosión hídrica dos de los factores que controlan su tasa y magnitud, estos son la erodabilidad y la presencia de la vegetación. Sin embargo, en este proceso, la rugosidad del suelo5 y el clima también desempeñan papeles significativos. Este tipo de erosión afecta principalmente a las regiones áridas, semiáridas y subhúmedas secas del país, aunque no es exclusiva de ellas. Su presencia está asociada a una insuficiente protección del suelo por la cubierta vegetal, a la destrucción de la estructura del suelo y a niveles bajos de humedad. A escala nacional, 18.12 millones de hectáreas (equivalentes al 9.5% del territorio) muestran evidencias de erosión eólica. Con respecto a los niveles de afectación, de la superficie nacional con erosión eólica, 66.7% se encuentra en nivel moderado, 29.5% en ligero y 3.9% entre fuerte y extremo (Figura 3.6; Mapa 3.5; Cuadro D3_SUELO03_03).

 

Mapa 3.5

Erosión eólica de suelos según nivel en México, 2002

Figura

Fuentes:
Semarnat y CP. Evaluación de la degradación del suelo causada por el hombre en la república mexicana, escala 1:250 000. Memoria Nacional 2001-2002. Semarnat y CP. México. 2003.

 

Las entidades más afectadas por la erosión eólica, en proporción a su territorio, fueron Chihuahua (28.5% de su territorio), Tlaxcala (26%), Nuevo León (18.9%) y Durango (17.9%); mientras que Baja California (0.3%), Veracruz (0.7%), Baja California Sur (1.2%) y Colima (2.8%) se encontraban entre las menos afectadas (Tabla 3.3; Cuadro D3_SUELO03_03).

Considerando los tipos específicos de la erosión eólica, las entidades más afectadas por la pérdida de suelo superficial fueron Tlaxcala (26%), Chihuahua (25.9%) y Nuevo León (18.9%). Los otros dos tipos específicos de erosión eólica, la deformación del terreno y los efectos fuera de sitio, cubrieron poco más de 800 mil hectáreas, es decir, 0.44% del territorio nacional. Esta superficie se concentró en entidades como Chihuahua, Durango, Coahuila y Puebla (Tabla 3.3; Cuadro D3_SUELO03_03).

 

Tabla 3.3

Erosión eólica según tipo por entidad federativa,1 2002 (Superficie en miles de hectáreas y en porcentaje)

Figura

Nota:
1 El 29 de enero de 2016 se publicó en el DOF que el Distrito Federal cambiaba su denominación a Ciudad de México. La información correspondiente a dicha entidad se presenta con este nuevo nombre.

Fuente:
Semarnat y CP. Evaluación de la degradación del suelo causada por el hombre en la república mexicana, escala 1:250 000. Memoria Nacional 2001-2002. Semarnat y CP. México. 2003.

 

DEGRADACIÓN QUÍMICA

La degradación química es el proceso de degradación del suelo más extendido en el país, con alrededor de 34.04 millones de hectáreas (17.8% del territorio). De éstos, 55% se encuentra en nivel ligero y 43.2% en moderado; mientras que los niveles fuerte y extremo ocupan en conjunto 1.8% de la superficie nacional afectada con este tipo de degradación (Figura 3.6; Mapa 3.6; Cuadro D3_SUELO03_03). La degradación química se presenta en prácticamente todas las entidades del país, aunque con diferencias importantes. Por ejemplo, en Baja California Sur sólo el 1.9% de su territorio mostró evidencias de este tipo de degradación; mientras que en Yucatán la afectación alcanzaba el 55.1% de la superficie estatal (Tabla 3.4; Cuadro D3_SUELO03_03).

 

Mapa 3.6

Degradación química de suelos según nivel en México, 2002

Figura

Fuente:
Semarnat y CP. Evaluación de la degradación del suelo causada por el hombre en la república mexicana, escala 1:250 000. Memoria Nacional 2001-2002. Semarnat y CP. México. 2003.

 

Tabla 3.4

Degradación química según tipo por entidad federativa, 2002 (Superficie en miles de hectáreas y en porcentaje)

Figura

Fuente:
Semarnat y CP. Evaluación de la degradación del suelo causada por el hombre en la república mexicana, escala 1:250 000. Memoria Nacional 2001-2002. Semarnat y CP. México. 2003.

 

De los tipos de degradación química evaluados en el estudio, la disminución de la fertilidad fue el más extendido, cubriendo el 92.7% de la superficie afectada por este tipo de degradación. Este agotamiento de los nutrientes es un fenómeno que puede ser originado por erosión hídrica o eólica o por malas prácticas de manejo. Los resultados indican que más de la mitad de los suelos de Yucatán, y casi la tercera parte de los de Tlaxcala, Chiapas, Morelos, Tabasco y Veracruz tienen este problema. Los otros tres tipos específicos de degradación, polución,6 salinización-alcalinización y eutrofización, ocupaban en conjunto 7.3% de la superficie del país, y se encontraron principalmente en Tamaulipas, San Luis Potosí, Chiapas, Nuevo León, Guanajuato, Sonora, Sinaloa y Zacatecas (Mapa 3.7; Cuadro D3_SUELO03_03).

 

Mapa 3.7

Degradación química de suelos según tipos específicos en México, 2002

Figura

Fuente:
Semarnat y CP. Evaluación de la degradación del suelo causada por el hombre en la república mexicana, escala 1:250 000. Memoria Nacional 2001-2002. Semarnat y CP. México. 2003.


DEGRADACIÓN FÍSICA

La degradación física del suelo se manifiesta de manera evidente a través del sellado, encostramiento y compactación, los cuales, en términos generales, afectan los ciclos de nutrientes y la infiltración del agua, provocando el anegamiento en las zonas donde se acumula el agua de la escorrentía.

En 2002, la degradación física era el proceso de degradación menos extendido en el país, ya que afectaba solo alrededor del 6% de la superficie nacional; sin embargo, tiene un alto impacto debido a que es prácticamente irreversible y conlleva a la pérdida de la función productiva de los terrenos. En escala estatal, la entidad más afectada fue Tabasco (38.4% de su territorio) y las menos afectadas Coahuila, Sonora, Querétaro, Nuevo León y Michoacán con menos de 2% cada una (Mapa 3.8; Tabla 3.5; Cuadro D3_SUELO03_03).

 

Mapa 3.8

Degradación física de suelos según nivel en México, 2002

Figura

Fuente:
Semarnat y CP. Evaluación de la degradación del suelo causada por el hombre en la república mexicana, escala 1:250 000. Memoria Nacional 2001-2002. Semarnat y CP. México. 2003.

 

Los tipos de degradación física del suelo que fueron evaluados corresponden a la compactación, encostramiento y sellamiento, anegamiento, disminución de la disponibilidad de agua y pérdida de la función productiva. Los de mayor presencia en el país fueron la compactación y la pérdida de la función productiva con 4 y 1.3% de superficie nacional afectada, respectivamente. El encostramiento, el anegamiento y la disminución de la disponibilidad de agua afectaron, en conjunto, al 0.31% del territorio nacional. La entidad más afectada por compactación fue Tabasco (36.5% de su territorio) y entre las menos afectadas se encontraron Sonora, Sinaloa, Nuevo León, Chihuahua, Baja California y Baja California Sur, con menos de 1% en cada una. En cuanto a la pérdida de la función productiva, la entidad más afectada en términos relativos a su superficie fue el Distrito Federal (10%), mientras que Campeche, Coahuila, Guerrero, Michoacán, Oaxaca, Sonora, Aguascalientes y Veracruz presentaron menos de 1% de afectación en su territorio (Tabla 3.5).

 

Tabla 3.5

Degradación física según tipo por entidad federativa,1 2002 (Superficie en miles de hectáreas y en porcentaje)

Figura

Nota:
1 El 29 de enero de 2016 se publicó en el DOF que el Distrito Federal cambiaba su denominación a Ciudad de México. La información correspondiente a dicha entidad se presenta con este nuevo nombre.

Fuente:
Semarnat y CP. Evaluación de la degradación del suelo causada por el hombre en la república mexicana, escala 1:250 000. Memoria Nacional 2001-2002. Semarnat y CP. México. 2003.

 

CAUSAS DE LA DEGRADACIÓN DEL SUELO

En México la degradación de los suelos es ocasionada por actividades humanas de muy diversa índole, las más importantes están asociadas al cambio del uso del suelo provocadas por las prácticas agrícolas mecanizadas, al sobrepastoreo y al desarrollo urbano e industrial (Semarnat y CP, 2003).

A partir de la Revolución Industrial, la intensa demanda de suelo para la producción de alimentos ha hecho que alrededor del 12% de la superficie libre de hielo del planeta sea utilizada para desarrollar cultivos y 26% sean pastizales, lo que significa que casi el 40% de la superficie terrestre esté destinada a satisfacer la creciente demanda de productos agropecuarios (Foley et al., 2011). La urbanización como proceso de cambio en el uso del suelo también compite en algunas zonas con las actividades agropecuarias, con el agravante de que es un proceso irreversible en la escala de tiempo humana.

En 2002 alrededor del 77.4% de la superficie nacional degradada estaba asociada con actividades agrícolas y pecuarias (38.7% cada una de ellas) y 16.4% a deforestación y remoción de la vegetación. El resto de la superficie degradada del país (alrededor de 5.3 millones de ha; 6.1% de la superficie degradada total) se debe a urbanización, sobreexplotación de la vegetación y actividades industriales.

A nivel de entidad federativa, estas actividades tienen un impacto diferente, las actividades agrícolas contribuyen más a la degradación de los suelos en Aguascalientes (85.4% de su superficie degradada se debe a esta causa), Hidalgo (83.4%) y Tlaxcala; el sobrepastoreo en Chihuahua (71.2%), Sonora (55.5%) y Durango (52.2%); la deforestación en Nayarit (42.8%), Campeche (38.6%) y Chiapas (35.6%), y la urbanización al Distrito Federal (65.6%), Baja California Sur (29.8%) y Baja California (26.2%; Mapa 3.9).

 

Mapa 3.9

Principales causas de la degradación del suelo en México, 2002

Figura

Fuente:
Semarnat y CP. Evaluación de la degradación del suelo causada por el hombre en la república mexicana, escala 1:250 000. Memoria Nacional 2001-2002. Semarnat y CP. México. 2003.

 

 

 

 

LOS PROCESOS QUE PRODUCEN LA DESERTIFICACIÓN


Es importante señalar que el término “desertificación” no se refiere a la pérdida de tierras productivas al convertirse éstas en ”desiertos”, sino a la degradación que sufren las tierras localizadas en zonas áridas, semiáridas y subhúmedas secas, debido a diversos factores, tales como las variaciones climáticas y las actividades humanas (UNCCD, 2011). Por otro lado, los desiertos son ecosistemas altamente complejos, que pueden albergar una alta diversidad biológica.

En este contexto, la degradación de la tierra es “un fenómeno complejo, que suele implicar la pérdida de alguno o de todos los factores siguientes: productividad, suelo, cobertura vegetal, biomasa, biodiversidad, servicios ecosistémicos y resiliencia ambiental” (UNCCD, 2017). Además del deterioro del suelo, la degradación de la tierra incluye aspectos biofísicos, como la disminución de la capacidad productiva debido al cambio de cobertura vegetal y de los recursos hídricos, y aspectos socioeconómicos, como la respuesta del mercado, estrategias políticas y niveles de educación y pobreza.

Para la Convención de las Naciones Unidas para la Lucha contra la Desertificación (UNCCD, por sus siglas en inglés) la tierra es el “sistema bioproductivo terrestre que comprende el suelo, la vegetación, otras biotas y los procesos ecológicos e hidrológicos que tienen lugar en él” y más ampliamente como “un área delineable de la superficie terrestre, que abarca toda la biosfera que se encuentra inmediatamente por encima o por debajo de esa superficie, incluyendo los atributos del clima, las formas del suelo y el terreno, la hidrología superficial (incluyendo lagos poco profundos, ríos, pantanos y ciénagas), las capas sedimentarias cercanas a la superficie y las reservas de agua subterránea asociadas a ellas, la biodiversidad, los patrones de asentamiento humano y los resultados físicos de la actividad humana pasada y presente (terrazas, estructuras para el almacenamiento de agua y drenaje, carreteras, edificios, etc.)”. (UNCCD, 2017).

Existen diferentes definiciones de tierras secas, lo que lleva a que las estimaciones sobre la superficie desertificada sean variables. En el presente capítulo se adoptó el criterio de la (UNCCD, 2011) el cual las clasifica de acuerdo a su Índice de aridez en las siguientes categorías: áridas, semiáridas y secas subhúmedas, todas ellas con un índice menor a 0.65. La categoría que se refiere a las tierras hiperáridas suele no incluirse en el contexto del desarrollo sostenible (UNCCD, 2011).

En México, de acuerdo con la Ley de Desarrollo Rural Sustentable (LDRS; DOF, 2001) el concepto de desertificación se aplica a todos los ecosistemas existentes en el territorio nacional (DOF, 2001). Sin embargo, lo anterior no reduce la prioridad que la UNCCD establece para las tierras secas. Parte de esta importancia se debe a que sus características climáticas, como la precipitación escasa e irregular, la gran diferencia entre las temperaturas diurnas y nocturnas, la elevada evapotranspiración potencial, así como la presencia de suelos con poca materia orgánica y humedad, elevan la susceptibilidad de sufrir degradación del suelo y alteraciones de los sistemas biofísicos y sociales que sustenta.

 

CAUSAS Y CONSECUENCIAS DE LA DESERTIFICACIÓN

Los procesos que provocan la desertificación son variados y complejos. De acuerdo con la (UNCCD, 2011), están relacionados con principalmente con dos aspectos, el primero se refiere a las variaciones climáticas, tales como lluvias irregulares y poco frecuentes (sequía) y a la persistencia de altas temperaturas durante periodos prolongados de tiempo, lo que provoca tasas de evapotranspiración elevadas; mientras que el segundo factor tiene que ver con las actividades humanas, tales como la sobreexplotación del suelo en actividades agrícolas, el sobrepastoreo, la deforestación y el uso de sistemas de irrigación inadecuados (UNCCD, 2011). Las acciones para enmendar o evitar el problema de la desertificación deben atender las esferas ambiental, política y social (Figura 3.7).

 

Figura 3.7

Rutas de conducción y prevención de la desertificación

Figura

Fuente:
Tomado de:
Evaluación de los Ecosistemas del Milenio. Ecosistemas y bienestar humano. Síntesis sobre desertificación. World Resources Institute. Washington. 2005.

 

Las consecuencias más importantes de la desertificación se agrupan en las afectaciones a las poblaciones humanas y a los ecosistemas, las primeras tienen que ver con la insuficiencia alimentaria, por la producción insuficiente de alimentos, la pobreza, el agravamiento de problemas de salud debido a las partículas transportadas por el viento (p. ej., infecciones oculares, enfermedades respiratorias y alergias); la segunda incluye un deterioro de la capacidad funcional del ecosistema asociado a la baja en la fertilidad del suelo, salinización y erosión, reducción de la capacidad de resiliencia de la tierra, incremento de las inundaciones en las partes bajas de las cuencas por la afectación del ciclo hidrológico, escasez de agua, desecación y sedimentación de cuerpos de agua y la alteración de los ciclos biológicos (UNCCD, 2011).

 

Distribución de las tierras secas

Según la UNCCD, en 2011 el 12.1% de la superficie terrestre del planeta está ocupada por zonas áridas; 17.7% por zonas semiáridas y 9.9% por secas subhúmedas. En ellas vivía un poco más de la tercera parte de la población mundial (2 000 millones de habitantes), la mayoría de ellos en países en vías de desarrollo. Además, las tierras secas sustentan al 50% del ganado y el 44% de las tierras agrícolas del mundo, y son amplias extensiones territoriales que representan hábitats forestales, de pastos y agropecuarios, muy valiosos para la vida silvestre y los grupos humanos que las habitan. Las mayores extensiones de tierras secas se encuentran en Australia, China, la Federación de Rusia, Estados Unidos y Kazajistán (Mapa 3.10).

 

Mapa 3.10

Distribución de las tierras secas en el mundo

Figura

Fuente:
Tomado de:
UNCCD. Desertificación. Una síntesis visual. UNCCD. 2011. Disponible en: http://catalogue.unccd.int/10_Desertification_SP.pdf. Fecha de consulta: octubre de 2018.

 

En México en el año 2013 la Conafor, en colaboración con la Universidad Autónoma Chapingo, publicó el estudio para la determinación de la Línea Base Nacional de Degradación de Tierras y Desertificación. En este trabajo se usó la delimitación de las zonas secas del país utilizando el índice de aridez calculado con el método de Penman. Bajo esta metodología, se estimó una superficie aproximada de 125.3 millones de hectáreas de tierras secas, lo que significa aproximadamente el 65% del territorio nacional: zonas semiáridas (34.7%), áridas (18.9%), subhúmedas secas (10.8%) e hiperáridas (0.7%). El resto corresponde a otros climas (subhúmedos, húmedos, muy húmedos y perhúmedos; Tabla 3.6).

 

Tabla 3.6

Superficie nacional ocupada por tierras secas 1

Figura

Nota:
1 Las tierras secas se delimitaron con el índice de aridez calculado con el método de Penman.
2 La suma de los porcentajes puede no sumar el 100% debido al redondeo.

Fuente:
Conafor, Semarnat y UACh. Línea base nacional de degradación de tierras y desertificación. Informe Final y Anexos I y II. Conafor, Semarnat y UACh. México. 2013.

 

Las tierras áridas se ubican sobre todo en la península de Baja California, la porción costera de Sonora y la parte centro-norte del Desierto Chihuahuense, las tierras semiáridas principalmente en la Mesa Central del país y hacia las vertientes de las Sierras Madre Oriental y Occidental, llegando a cubrir gran parte de Nuevo León y Tamaulipas, mientras que la mayor parte de las tierras subhúmedas secas se ubican en la Faja Volcánica Transmexicana y en las Sierras de Guerrero, Oaxaca y Chiapas. Las tierras hiperáridas sólo se concentran en una pequeña franja al noreste de la Península de Baja California (Mapa 3.11).

 

Mapa 3.11

Distribución de las tierras secas en México1

Figura

Nota:
1 Delimitación basada en el índice de aridez calculado con el Método de Penman.

Fuente:
Conafor, Semarnat y UACh. Línea base nacional de degradación de tierras y desertificación. Informe Final y Anexos I y II. Conafor, Semarnat y UACh. México. 2013.

 

Si se sobrepone la información proporcionada por la Encuesta Intercensal de INEGI (2015) con el mapa de zonas secas del país, resulta que en las tierras secas se ubican 96 230 localidades, donde vivían en ese año un poco más de 70.6 millones de personas, lo que representaba casi el 59% de los habitantes del país. En las tierras semiáridas se encontró la mayor cantidad de personas y localidades, con 61.6 millones de personas (53.5%), seguidas por las tierras subhúmedas secas (Figura 3.8).

 

Figura 3.8

Población en las tierras secas de México, 2015

Figura

Notas:
1 Las localidades rurales comprende hasta 2 500 habitantes y las urbanas más de 2 500 habitantes.
2 La delimitación de las zonas secas está basada en el índice de aridez calculado por el método de Penman.

Fuentes:
Conafor, Semarnat y UACh. Línea base nacional de degradación de tierras y desertificación. Informe Final y Anexos I y II. Conafor, Semarnat y UACh. México. 2013.
INEGI. Encuesta Intercensal 2015. Tabulados. INEGI. México. 2015.

 

En las tierras secas de México se desarrolla vegetación halófila, gipsófila y varios tipos de matorrales, mientras que en el sector productivo se llevan a cabo actividades agrícolas, acuícolas, ganaderas y forestales (plantaciones). En las tierras hiperáridas los pastizales inducidos y cultivados y las actividades agrícolas alcanzan el 0.2% de la superficie total de tierras secas en el país. En este tipo de tierras se lleva a cabo el 20.6% de la agricultura a nivel nacional (21.5 millones de ha) distribuida en las tierras semiáridas (12.5%; 13.1 millones de ha), subhúmedas secas (5.1%; 5.4 millones de ha) y áridas (2.7%; 2.8 millones de ha (Figura 3.9).

 

Figura 3.9

Algunos usos del suelo y vegetación por tipo de tierra seca en México 1

Figura

Nota:
1 La categoría “plantación forestal” comprende bosque inducido y cultivado.

Fuentes:
Conafor, Semarnat y UACh. Línea base nacional de degradación de tierras y desertificación. Informe Final y Anexos I y II. Conafor, Semarnat y UACh. México. 2013.
INEGI. Carta de Uso del Suelo y Vegetación Serie VI, escala 1:250 000. INEGI. México. 2017.

 

Casi la totalidad de los matorrales xerófilos que se desarrollan en las tierras secas se encuentra en zonas áridas y semiáridas (97.6%). Ocurre lo mismo en el caso de la vegetación halófila y gipsófila (99%); mientras que en las regiones semiáridas se concentra el 90.6% del pastizal natural. Alrededor del 6.2% de las selvas subhúmedas del país se ubican en tierras secas, principalmente en las regiones semiáridas (51.7%) y subhúmedas secas (47.2%; Figura 3.9).

Los ecosistemas naturales presentes en las tierras secas también han sido transformados. Entre 2007 y 2014 se perdieron casi 489 000 hectáreas de matorral xerófilo, poco más de 331 000 de selva subhúmeda y alrededor de 300 000 de pastizales naturales; mientras que la superficie agrícola se incrementó en cerca de 661 000 hectáreas y los pastizales inducidos y cultivados en 3 000 hectáreas (Figura 3.10). En 2014 el INEGI publicó un estudio sobre la erosión de suelo, los resultados pueden verse en el recuadro Erosión del suelo en México.

 

Figura 3.10

Cambios en la superficie1 en algunos usos del suelo y vegetación en las tierras secas de México, 2007-2014

Figura

Notas:
1 Los porcentajes representan la tasa de cambio registrada durante el periodo en cada uso del suelo y vegetación.
2 La categoría “bosque templado” incluye el bosque de coníferas-latifoliadas y bosque mesófilo de montaña.
3 La tasa de cambio se calculó con la fórmula r = (((s2/s1) (1/t)) x 100)-100, donde r es la tasa, s2 y s1 son las superficies para los tiempos final e inicial, respectivamente, y t es el tiempo transcurrido entre fechas.

Fuentes:
Conafor, Semarnat y UACh. Línea base nacional de degradación de tierras y desertificación. Informe Final y Anexos I y II. Conafor, Semarnat y UACh. México. 2013.
INEGI. Carta de Uso del Suelo y Vegetación Serie VI, escala 1:250 000. INEGI. México. 2017.

 

EXTENSIÓN DE LOS PROCESOS DE DESERTIFICACIÓN

Las tierras secas habitadas cubren el 24% de nuestro planeta, y se calcula que el 38% de la población global está asentada en ellas. De acuerdo a un estudio publicado en 2018, la desertificación afecta a 2 700 millones de personas, y es un factor crucial que contribuye a la pobreza en muchas regiones del mundo (IPBES, 2018). En el caso particular de México, el estudio de la Línea Base Nacional de Degradación y Desertificación (Conafor, Semarnat y UACh, 2013) delimitó la superficie de tierras secas que se encuentran en esta condición a partir de un indicador integrado por tres componentes: recursos bióticos, recursos hídricos y recursos edáficos.

El estado del componente de recursos bióticos se determinó a partir del análisis de la cobertura vegetal, ya que se parte de la premisa de que el estado de ésta es un reflejo del estado de los recursos bióticos.7 Para los recursos hídricos se contemplaron las condiciones de los acuíferos nacionales de acuerdo con la información de la Comisión Nacional del Agua (Conagua);8 mientras que para los indicadores de degradación del recurso edáfico se adecuaron los resultados de la erosión hídrica y eólica y de la degradación física y química descritos anteriormente en este capítulo (Semarnat y CP, 2003).

Los resultados nacionales indican que, en lo relacionado a los recursos bióticos, la superficie afectada sería de aproximadamente 104.6 millones de hectáreas, lo que equivale a 53.5% del territorio nacional. Los niveles ligero y moderado, que afectarían a 20.2 y 3.7% del territorio, respectivamente, se aprecian a lo largo de las sierras, entre los límites de Baja California y Sonora y en la península de Yucatán, principalmente. Las mayores extensiones de degradación con grado severo (27% del territorio nacional) y extremo (3.3%) se ubican en la costa del Golfo del México, en las costas de Sinaloa y a lo largo de la Faja Volcánica Transmexicana. La superficie sin degradación aparente de los recursos bióticos, que representaría el 45.1% del país (88.3 millones de ha) se encuentra principalmente entre la Sierra Madre Oriental y la Sierra Madre Occidental, y en la península de Baja California (Mapa 3.12).

 

Mapa 3.12

Degradación de los recursos bióticos

Figura

Nota:
1 La superficie se muestra en millones de hectáreas y en porcentaje del territorio nacional.

Fuente:
Conafor, Semarnat y UACh. Línea base nacional de degradación de tierras y desertificación. Informe Final y Anexos I y II. Conafor y UACh. México. 2013.

 

Para los recursos edáficos, los resultados mostraron que 121.9 millones de hectáreas, equivalentes a 62.3% del territorio nacional, se encontrarían afectados en niveles de ligero a extremo. Los niveles ligero y moderado cubren 50.8% del territorio nacional, aproximadamente 99.4 millones de hectáreas; mientras que 10% (19.4 millones de ha) se encuentra en nivel severo y 2% en extremo (3.1 millones de hectáreas). En el análisis de este componente, la superficie sin degradación comprende alrededor del 38% del país, y se encuentra en la Sierra Madre Occidental, en la costa del Pacífico y en la península de Yucatán, principalmente. El nivel extremo se localiza de manera importante en el noreste de Sonora y en la península de Yucatán; mientras que el ligero, moderado y extremo se distribuyen en grandes extensiones de la Mesa Central y en la costa del Golfo de México (Mapa 3.13).

 

Mapa 3.13

Degradación de los recursos edáficos

Figura

Nota:
1 La superficie se muestra en millones de hectáreas y en porcentaje del territorio nacional.

Fuente:
Conafor, Semarnat y UACh. Línea base nacional de degradación de tierras y desertificación. Informe Final y Anexos I y II. Conafor, Semarnat y UACh. México. 2013.

 

En el caso de los recursos hídricos, la superficie afectada a nivel nacional asciende a 63.9% del territorio (125 millones de ha). De esta superficie, 71.5 millones (36.5% del territorio nacional) están afectadas por degradación con nivel ligero, mientras que entre los niveles moderado, severo y extremo alcanzan 53.6 millones de hectáreas (27.4% del territorio nacional). El 36.1% de la superficie no muestra señales aparentes de degradación de los recursos hídricos (70.6 millones de hectáreas), y las áreas más extensas sin degradación se encuentran en la península de Baja California, en el límite entre Sonora y Chihuahua, en Durango y en la costa sureste del país hasta cubrir casi la totalidad de Chiapas. Por otro lado, en la parte central del país y en la península de Yucatán, prácticamente toda la superficie presentan degradación de los recursos hídricos (Mapa 3.14).

 

Mapa 3.14

Degradación del recurso hídrico en México

Figura

Nota:
1 La superficie se muestra en millones de hectáreas y en porcentaje del territorio nacional.

Fuente:
Conafor, Semarnat y UACh. Línea base nacional de degradación de tierras y desertificación. Informe Final y Anexos I y II. Conafor, Semarnat y UACh. México. 2013.

 

La superficie nacional con desertificación se obtuvo al combinar los tres componentes (recursos bióticos, edáficos e hídricos) con el índice de aridez a partir del cual se delimitaron las tierras secas. De acuerdo con este estudio, alrededor de 90% de la superficie nacional de tierras secas (125.3 millones de ha; 64.1% del territorio nacional) presentaba algún grado de desertificación. El 40.1% se encontraba con grado de desertificación severo; 9.9% con grado extremo y 42.4% con ligero y moderado (Figura 3.11 y Tabla 3.7).

 

Figura 3.11

Superficie1 de tierras secas afectadas con algún nivel de desertificación

Figura

Nota:
1 La superficie se reporta en millones de hectáreas y porcentaje del territorio nacional, el cual se calculó con respecto a la superficie nacional con tierras secas, que es de 125.3 millones de hectáreas.

Fuente:
Conafor, Semarnat y UACh. Línea base nacional de degradación de tierras y desertificación. Informe Final y Anexos I y II. Conafor, Semarnat y UACh. México. 2013.

 

Todos los tipos de tierras secas del país presentan algún grado de desertificación; sin embargo, en las tierras semiáridas se concentra la mayor parte de la superficie afectada (49.4% de todas las tierras secas), seguida por las áridas (27.6%), subhúmedas secas (14.4%) y finalmente las hiperáridas (1%). Con excepción de las tierras áridas, donde domina el nivel de desertificación moderado, en el resto de las tierras secas la desertificación severa es el nivel con mayor superficie afectada (Tabla 3.7 y Mapa 3.15).

 

Tabla 3.7

Superficie afectada por desertificación por tipo de tierra seca en México (miles de hectáreas 1)

Figura

Nota:
1 Los porcentajes se calcularon respecto al total de las tierras secas del país, que es de: 125.3 millones de hectáreas.

Fuente:
Conafor, Semarnat y UACh. 2013. Línea base nacional de degradación de tierras y desertificación. Informe Final y Anexos I y II. Conafor, Semarnat y UACh. México. 2013.

 

Mapa 3.15

Nivel de desertificación en las tierras secas1 de México

Figura

Nota:
1 La superficie se reporta en millones de hectáreas y porcentaje del territorio nacional, el cual se calculó con respecto a la superficie nacional con tierras secas, que es de 125.3 millones de hectáreas.

Fuente:
Conafor, Semarnat y UACh. Línea base nacional de degradación de tierras y desertificación. Informe Final y Anexos I y II. Conafor, Semarnat y UACh. México. 2013.

 

 

 

 

CONSERVACIÓN Y RECUPERACIÓN DE SUELOS


El suelo ha sido, en general, un recurso natural poco atendido tanto por los gobiernos como por la sociedad en general, al grado de que la orientación de los programas de apoyo se dirige principalmente hacia fines productivos, como los agrícolas, pecuarios y forestales, dejando de lado su conservación y la mejora de sus propiedades. Incluso, cuando se realizan acciones con fines de restauración ambiental, en su mayoría están enfocadas a la protección o ampliación de la vegetación más que a la protección del suelo como su objetivo principal (Gardi et al., 2014).

En México, el Programa Nacional Forestal (Pronafor) liderado por la Comisión Nacional Forestal (Conafor) cuenta con un componente orientado a la Restauración Forestal y Reconversión Productiva. Este componente apoya acciones y proyectos integrales de restauración forestal y de reconversión productiva con el fin de recuperar la capacidad y el potencial natural de los suelos forestales y de la cobertura forestal bajo condiciones de deterioro; además de la recuperación gradual de la capacidad de provisión de bienes y servicios ambientales. Estas acciones se aplican en terrenos que presentan procesos de deterioro por degradación de suelos, pérdida de cobertura de vegetación forestal o áreas perturbadas por incendios, enfermedades o plagas forestales y desastres naturales que se encuentren ubicados en microcuencas prioritarias por su importancia ambiental y/o forestal.

Para el año 2017, la suma de la superficie incorporada a los programas de Compensación Ambiental por Cambio de Uso del Suelo en Terrenos Forestales (CUSTF) y el Programa Nacional de Suelos Forestales, ambos de la Conafor, fue de 133 744 hectáreas, que equivalen a 0.16% de la superficie nacional con degradación de suelo (85.7 millones de ha; Figura 3.12; IB 3.4). La Comisión Nacional de las Zonas Áridas (Conaza) opera el programa Conservación y Uso Sustentable de Suelo y Agua (COUSSA), el cual se enfoca a terrenos pecuarios, por lo que queda pendiente el tema de la conservación y rehabilitación de suelos agrícolas, así como programas de captación de agua de lluvia y de combate de la desertificación.

 

Figura 3.12

Superficie incorporada a programas institucionales relacionados con conservación y rehabilitación de suelos, 1996-20171,2

Figura

Notas:
1 Los datos reportados para cada programa no están disponibles para todos los años debido a que están sujetos a diseño y concertación de los recursos para su operación. El concepto de apoyo se ha mantenido como estrategia en el Programa Nacional Forestal, con las siguientes denominaciones: 1) 2001-2006: Programa Nacional Forestal, estrategia “Restauración y conservación de Suelos”; 2) 2007–2012: ProÁrbol, categoría “Conservación de Suelos”, apoyo “Restauración de Suelos”; 3) 2013: Pronafor, Componente III “Conservación y Restauración”; 4) 2014-2017: Pronafor, componente III  “Restauración Forestal y Reconversión Productiva”.
2 Las superficies no son acumulables entre años porque los productores pueden entrar, retirarse o refrendar su permanencia en el programa dependiendo de su interés o del cumplimiento de las obligaciones con el mismo.
3 Se trata de la superficie a compensar por la remoción total o parcial de la vegetación de los terrenos forestales para destinarlos a actividades no forestales.
4 Tiene la finalidad de apoyar la ejecución de acciones y proyectos para la recuperación de la cobertura forestal, y la conservación y restauración de suelos ubicados en cuencas con terrenos forestales y preferentemente forestales con algún nivel de degradación.

Fuentes:
Gerencia de Restauración Forestal, Conafor, Semarnat. México. Marzo de 2018.
Dirección General de Gestión Forestal y de Suelos, Semarnat. México. Junio de 2018.

 

 

 

 

REFERENCIAS


Conafor, Semarnat y UACh. Línea Base Nacional de Degradación de Tierras y Desertificación. Informe Final y Anexos I y II. Conafor y UACh. México. 2013.

Cruz, C., C. Balboltin, F. Paz et al. Variabilidad Morfogenética de los Suelos de México y su relación con el Modelo Fisiográfico Nacional. XVII Congreso Latinoamericano de la Ciencia del Suelo. León Guanajuato. México. 17 al 21 de septiembre de 2007. Disponible en: http://www.madrimasd.org/blogs/universo/2007/06/22/68351.

DOF. Ley de Desarrollo Rural Sustentable. DOF. México. 2001. Última reforma: 12 de enero de 2012.

FAO. Guía para la descripción de suelos. FAO. Roma. 2009. Disponible en: http://www.fao.org/tempref/docrep/fao/011/a0541s/a0541s00.pdf.

FAO. Alianza Mundial por el Suelo. Sección: Contexto - ¿Por qué una Alianza? 2015. Disponible en: http://www.fao.org/globalsoilpartnership/es/. Fecha de consulta: enero de 2016.

FAO. Portal de Suelos de la FAO. 2018. Disponible en: http://www.fao.org/soils-portal/es/. Fecha de consulta: septiembre de 2018.

Foley, J.A., N. Ramankutty, K.A. Brauman et al. Solutions for a cultivated planet. Nature 478:337-342. 2011.

Gardi, C., M. Angelini, S. Barceló et al. (eds). Atlas de suelos de América Latina y el Caribe. Comisión Europea - Oficina de Publicaciones de la Unión Europea. Luxemburgo. 2014.

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Semarnat y CP. Evaluación de la degradación del suelo causada por el hombre en la República Mexicana, escala 1: 250 000. Memoria Nacional 2001-2002. Semarnat y CP. México. 2003.

Semarnat y UACh. Evaluación de la pérdida de suelos por erosión hídrica y eólica en la República Mexicana, escala 1: 1 000 000. Memoria 2001-2002. Semarnat y UACh. México. 2003.

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Zinck, A. Suelos, información y sociedad. Gaceta Ecológica 76:7-22. 2005.

 

 

 

 

NOTAS


1 USDA: Departamento de Agricultura de los Estados Unidos.
2 Se refiere a que el trabajo al que se hace referencia es cartográfico, con puntos de reconocimiento en campo y apoyado en datos cuantitativos generados en otros estudios.
3 Aunque existen evaluaciones más recientes realizadas en la presente década, sus resultados está sujetos a validación, por lo que los datos que continúan siendo oficiales para México en cuanto a superficie afectada por degradación del suelo son los que se reportan en la Evaluación de la degradación del suelo causada por el hombre en la República Mexicana.
4 El estudio describe cuatro niveles de afectación: ligero, donde los terrenos aptos para sistemas forestales, pecuarios y agrícolas presentan alguna reducción apenas perceptible en su productividad; moderado, en el cual los terrenos aptos para sistemas forestales, pecuarios y agrícolas presentan una marcada reducción en su productividad; fuerte, en donde los terrenos a nivel de predio o de granja tienen una degradación tan severa que se pueden considerar con productividad irrecuperable a menos que se realicen grandes trabajos de ingeniería para su restauración; y extremo, cuya productividad es irrecuperable y su restauración materialmente imposible.
5 La rugosidad es importante porque las superficies planas y lisas ofrecen menos resistencia al viento, y en el caso del clima, resulta relevante porque la dirección y velocidad del viento determina el movimiento de las partículas y la desecación del suelo.
6 La polución y la salinización son tipos de degradación química. En el primer caso la degradación del suelo ocurre como consecuencia de la localización, concentración y efecto biológico adverso de una sustancia. Mientras que la salinización ocurre debido al uso de sistemas de irrigación inadecuados, que permiten la formación de capas de salitre en la superficie de los suelos. Ambos tipos afectan la infiltración de agua y la productividad biológica.
7 De acuerdo con la fuente, la Serie IV de la Carta de Usos del Suelo y Vegetación del INEGI (2007) fue considerada para el uso del suelo actual, y se comparó con la Carta de Vegetación Primaria Potencial, a partir de lo cual se asignó un grado de degradación a la vegetación.
8 Se utilizó la información para el periodo 2000 a 2012, referente a disponibilidad de agua superficial en las cuencas del país, contaminación potencial de los acuíferos por actividades agropecuarias, desecación de los cuerpos de agua e intrusión salina en los acuíferos, así como los resultados reportados por la Red Nacional de Monitoreo de calidad del agua superficial.