Recuadro | Integridad Ecosistémica en México


Ya es reconocido que el bienestar de las sociedades humanas depende en buena parte de los ecosistemas naturales por los bienes y servicios que proporcionan, los que se sabe dependen de la biodiversidad que contienen. También cada día se acumula evidencia que confirma que la cantidad y calidad de esos servicios ecosistémicos se ve afectada por la degradación de los ecosistemas y su biodiversidad.

El caso más conocido de afectación de los ecosistemas es la deforestación o pérdida de vegetación natural que sería el caso más extremo, pues implica la remoción local de todas las especies de plantas y animales, así como de los procesos y funciones que existían en esos ecosistemas. Otro proceso importante de deterioro es la llamada defaunación, que consiste en la remoción o reducción significativa del tamaño poblacional de algunas especies de animales silvestres (por caza, extracción selectiva o por actividades ganaderas o agrícolas), y que afecta procesos sustantivos del ecosistema a mediano y largo plazos como la polinización, la remoción y dispersión de semillas y la herbivoría, entre otros.

A pesar de la importancia del tema, no existe un consenso sobre cómo medir la condición de los ecosistemas cuando estos han sido afectados por fenómenos como la presencia de ganado, fuego, extracción no controlada de madera o plagas que no implican la destrucción total del ecosistemas, sino que sólo afectan a una fracción de las especies que lo componen o algunos procesos como la dispersión de semillas, el ciclo hidrológico o la descomposición de la materia orgánica en el suelo. En estos casos, la afectación no es muy evidente, y la evaluación de su importancia suele ser complicada sobre todo con métodos convencionales de monitoreo.

En este contexto, resulta necesario generar una formar de evaluar de manera confiable, económica y permanente la condición de los ecosistemas1, no sólo en su cantidad (cobertura) sino en su calidad (en términos de la integridad de sus componentes, interacciones y procesos). Es importante mencionar que el concepto de integridad ecosistémica o de los recursos que forman parte de los ecosistemas permea en toda la legislación ambiental mexicana, sin que hasta ahora exista alguna propuesta clara de cómo debería evaluarse.

Un grupo de investigadores del Instituto de Ecología A.C., en colaboración con especialistas de la Conabio y otras dependencias han estado trabajando en un modelo que permitiría conocer la integridad de los ecosistemas. En términos generales el modelo que proponen describe la situación y condición de los ecosistemas (integridad del ecosistema) y se basa en comparar la situación  actual (o en un tiempo determinado) con respecto a la que tendría ese mismo ecosistema en ausencia de perturbaciones.

La propuesta reconoce que la condición de integridad o “salud” en la que se encuentra un ecosistema (capa latente) no es fácilmente medible de manera directa, pero subyace como determinante de lo que ocurre en él; esto es, puede inferirse a partir de la condición en que se encuentren sus componentes básicos; en este caso, las características estructurales, funcionales y composicionales (capa instrumental), los cuales dependen simultáneamente de las condiciones fisicoquímicas y ambientales del sitio donde se encuentran esos ecosistemas (capa contextual) (Figura a). Estas determinantes influyen para producir patrones concretos y particulares de asociación entre los atributos estructurales y funcionales de los ecosistemas, que sí son observables y medibles (capa instrumental).

 

 

Este conjunto articulado de elementos tanto subyacentes como medibles son los que definen la integridad ecosistémica. En este sentido, el enfoque que propone este grupo de investigadores permite evaluar la situación concreta de un ecosistema, conociendo los patrones específicos de dependencia entre sus elementos.

El concepto de integridad ecosistémica propuesto, permitiría tener una referencia sobre la condición de la biodiversidad. Además podría funcionar de manera semejante a lo que el carbono y el efecto invernadero lo han sido para articular el conocimiento y dirigir los esfuerzos y acciones en la agenda del cambio climático. La propuesta de integridad ecosistémica que ahora se tiene es capaz de identificar cambios en la condición de los ecosistemas desde un nivel local (actualmente 1 km2 hasta el nacional.

En México, como en muchos otros países en el mundo, hay creciente interés en avanzar decididamente por rutas de sostenibilidad2; y en este contexto, la capacidad de estimar la condición de los ecosistemas y su biodiversidad es clave, pues prácticamente toda acción humana implica su modificación. Por tal motivo, existe la necesidad por desarrollar nuevos enfoques analíticos que auxilien a equilibrar las múltiples y frecuentemente contradictorias metas públicas de desarrollo, al mismo tiempo que se mantiene la integridad de los ecosistemas.

Este proyecto busca articular además los esfuerzos que varias dependencias como la Conafor, Conanp, Conabio y el Inecol, entre otras instituciones, están desarrollando para monitorear la biodiversidad y los ecosistemas. La evaluación de la integridad de los ecosistemas utilizaría, por ejemplo, la información de más de 20 mil sitios de muestreo que incluye el Inventario Nacional Forestal y de Suelos donde se obtiene información de más de 200 variables y que se repite cada 5 años; la información georreferenciada de más de 6 millones de plantas y animales contenida en las colecciones biológicas; la información proveniente de sensores automatizados como “trampas-cámara” que permiten registrar la presencia de vertebrados; de las unidades autónomas de grabación que “escuchan” señales audibles de pájaros, anfibios e insectos principalmente, así como ultrasónicas (murciélagos); y el análisis de imágenes satelitales de alta resolución, por señalar sólo algunos.

Este proyecto está en sus primeras fases, pero ya muestra resultados prometedores. En la Mapa a se muestra como se vería la integridad de los ecosistemas en México con datos de 2004, donde puede notarse muy claramente que los ecosistemas de la vertiente del Golfo de México, el Centro y sureste y el norte de la península de Yucatán tendrían valores bajos, mientras que en el norte y noroeste del país los ecosistemas aún conservarían valores altos de integridad.

 

 

Como todo modelo, a éste aún le falta todo un proceso de revisión y validación, pero claramente puede ser un elemento importante que apoye los trabajos de las Cuentas Económicas de los Ecosistemas (que México está desarrollando lidereados por el INEGI); apoyaría la evaluación de los compromisos de los ODS en el tema de biodiversidad y sería pieza clave en el diseño de políticas, así como la planeación y evaluación que desarrolla la Semarnat.

 

 

Notas:

1En el caso de la deforestación puede estimarse, razonablemente bien, utilizando métodos de percepción remota..
2 En septiembre del 2015 México se comprometió con los Objetivos de Desarrollo Sostenible, los cuales incluyen metas específicas relacionadas con la protección y uso sustentable de la biodiversidad..