INTRODUCCIÓN
La producción y el consumo de bienes y servicios generan inevitablemente algún tipo de residuos. Éstos pueden ser sólidos (ya sea de naturaleza orgánica o inorgánica), líquidos (que incluyen a los que se vierten disueltos como parte de las aguas residuales) y los que escapan en forma de gases. Todos ellos, en función de su composición, tasa de generación y manejo pueden tener efectos muy diversos en la población y el ambiente. En algunos casos, sus efectos pueden ser graves, sobre todo cuando involucran compuestos tóxicos que se manejan de manera inadecuada o se vierten de manera accidental (ver el recuadro Consecuencias ambientales y en la salud de la disposición inadecuada de los residuos sólidos urbanos).
La importancia del tema de la generación y manejo de los residuos no involucra sólo los efectos ambientales y de salud pública derivados de su generación y manejo. También está implícito, desde otro ángulo, el uso de los recursos naturales. La gestión integral de los residuos, además de procurar reducir su generación y conseguir su adecuada disposición final, también puede dar como resultado colateral la reducción, tanto de la extracción de recursos (evitando su agotamiento), como de energía y agua que se utilizan para producirlos, así como la disminución de la emisión de gases de efecto invernadero. Todo ello se acompaña de importantes beneficios económicos, sociales y ambientales.
Los residuos se definen formalmente como los materiales o productos que se desechan ya sea en estado sólido, semisólido, líquido o gaseoso, que se contienen en recipientes o depósitos, y que necesitan estar sujetos a tratamiento o disposición final con base en lo dispuesto en la Ley General para la Prevención y Gestión Integral de los Residuos (LGPGIR; DOF, 2003). Se clasifican de acuerdo a sus características y orígenes en tres grupos: residuos sólidos urbanos (RSU), residuos de manejo especial (RME) y residuos peligrosos (RP).
RESIDUOS SÓLIDOS URBANOS
Los residuos sólidos urbanos1 son aquéllos que se producen en las casas habitación como consecuencia de la eliminación de los materiales que se utilizan en las actividades domésticas (por ejemplo, residuos de los productos de consumo y sus envases, embalajes o empaques, o residuos orgánicos); los que provienen también de cualquier otra actividad que se realiza en establecimientos o en la vía pública, con características domiciliarias y los resultantes de lugares públicos siempre que no sean considerados como residuos de otra índole (DOF, 2003).
GENERACIÓN
En 2012 la producción mundial de residuos sólidos urbanos se calculó en alrededor de 1 300 millones de toneladas diarias, y se estima que podría crecer hasta los 2 200 millones en el año 2025 (Hoornweg y Bhada-Tata, 2012). La generación global de RSU muestra una disparidad regional en cuanto a su volumen, determinada, en general, por el desarrollo económico y la proporción de la población urbana. En el año 2010, cerca del 44% de los RSU producidos en el planeta correspondieron a los países con las economías más desarrolladas de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE; Figura 7.1). En el caso de Latinoamérica y el Caribe, contribuyeron con el 12% del total, detrás de los países que integran las regiones del Pacífico y del este de Asia.
En México, según la cifra más reciente publicada en 2015, la generación de RSU alcanzó 53.1 millones de toneladas, lo que representó un aumento del 61.2% con respecto a 2003 (10.24 millones de t más generadas en ese período; Figura 7.2). Si se expresa por habitante, alcanzó 1.2 kilogramos en promedio diariamente en el mismo año.
El aumento en la generación de residuos sólidos urbanos puede explicarse como resultado de múltiples factores, reconociéndose entre los más importantes el crecimiento urbano, el desarrollo industrial, las modificaciones tecnológicas y el cambio en los patrones de consumo de la población, entre otras. En México, como en el caso de muchos otros países, el crecimiento de la generación marcha a la par del gasto del consumo final privado2 y el PIB nacional (Figura 7.2). Puesto en términos sencillos, esta relación que se ha observado también en otras regiones del mundo, se traduce en que a mayores niveles de consumo se produce un mayor volumen de residuos. En el caso mexicano, entre 2003 y 2012, el producto interno bruto (PIB) y la generación de residuos crecieron prácticamente a la misma tasa (alrededor de 2.77% anual).
Esta misma relación puede encontrarse a nivel de entidad federativa: aquellas que contribuyeron mayormente al PIB nacional también lo hicieron al volumen nacional de RSU (Figura 7.3). No obstante, en algunos casos la contribución a la producción total nacional de RSU de algunas entidades se desvía notablemente de la tendencia general, como en el caso del estado de México (que produce más residuos respecto a la tendencia) o Campeche (que produce menos de lo esperado). Esto se explica básicamente por la alta contribución al PIB del estado de México debida a su importante actividad industrial y a su alta población; mientras que en el caso de Campeche, su comportamiento se debe a su intensa actividad petrolera y a su baja población.
Las diferencias en la distribución de la población sobre el territorio provocan que la generación de residuos varíe geográficamente: los mayores volúmenes se producen en las zonas con mayor concentración de población. De acuerdo con la regionalización de la Sedesol, en 2012 la región Centro concentró el 51% de la generación de RSU, le siguió la región Frontera Norte con 16.4% y el Distrito Federal con el 11.8% (Mapa 7.1; Cuadro D3_RSM01_01). Dentro de las regiones, entre 1997 y 2012 el patrón de generación ha sido muy heterogéneo: en la región Frontera Norte aumentó 214%, en la zona Centro 53%, en la Sur 49% y en el Distrito Federal aumentó 20%. La única región que mostró una reducción del 25% en ese periodo fue la Norte, al pasar de 6 a 4.5 millones de toneladas de RSU.
Si se clasifica a las entidades federativas por el volumen de RSU producidos, cinco concentraron el 45.7% en 2012: el estado de México (6.7 millones de t; 16.1% del total nacional), el Distrito Federal (4.9 millones de t; 11.8%), Jalisco (3.1 millones de t; 7.2%), Veracruz (2.3 millones de t; 5.5%) y Nuevo León (2.2 millones de t; 5.1%); mientras que las que registraron los menores volúmenes fueron Nayarit (347 mil t; 0.82%), Tlaxcala (339 mil t; 0.81%), Campeche (272 mil t; 0.65%), Baja California Sur (259 mil t; 0.62%) y Colima (228 mil t; 0.5%; Mapa 7.2; Cuadro D3_RSM01_04).
La generación de residuos está íntimamente ligada al proceso de urbanización. En general se reconoce que éste se acompaña por un mayor incremento del poder adquisitivo de la población que conlleva a estándares de vida con altos niveles de consumo de bienes y servicios, lo que produce un mayor volumen de residuos. Por el contrario, en las comunidades pequeñas o rurales, los habitantes basan principalmente su consumo en productos menos manufacturados que, por lo general, carecen de materiales que terminan como residuos (como las envolturas, por ejemplo).
La evolución de la generación de residuos por tipo de localidad entre 1997 y 2012 muestra que las ciudades pequeñas fueron las que, en términos porcentuales, incrementaron mayormente sus volúmenes de generación de residuos (pasaron de 1.9 a más de 3.5 millones de t, es decir, un incremento de 84%), seguidas por las zonas metropolitanas (de 11.2 a 18 millones de t; 61%) y las ciudades medias (de 11.8 a 15.8 millones de t; 34%); las localidades rurales o semiurbanas fueron las que menor crecimiento porcentual registraron, al pasar de 4.4 a 4.7 millones de toneladas (7%; Figura 7.4; Cuadro D3_RSM01_02).
En general, la predominancia de residuos orgánicos o inorgánicos se asocia a la condición económica de la población: en los países con menores ingresos dominan los de composición orgánica, mientras que en los países con mayores ingresos los residuos son principalmente inorgánicos, con una cantidad importante de productos manufacturados (Acurio et al., 1997). México está migrando hacia una composición con una menor predominancia de residuos orgánicos: en la década de los años 50, el porcentaje de residuos orgánicos oscilaba entre 65 y 70% de su volumen, mientras que en 2012 esta cifra se redujo a 52.4% (Figura 7.5; Cuadro D3_RSM01_03). Componentes importantes de los residuos que se producen en el país son también el papel y sus derivados (13.8%) y los plásticos (10.9%).
MANEJO Y DISPOSICIÓN FINAL DE LOS RESIDUOS
Desde el punto de vista ambiental y de salud pública, el manejo adecuado de los residuos en las etapas que siguen a su generación permite mitigar los impactos negativos sobre el ambiente, la salud y reducir la presión sobre los recursos naturales.
El reuso y el reciclaje de materiales son fundamentales para reducir la presión sobre los ecosistemas y otras fuentes de recursos de las que se extraen. Paralelamente disminuye tanto el uso de energía y de agua necesarios para su extracción y procesamiento, como la necesidad de espacio para disponer finalmente los residuos. Desde el punto de vista económico, un menor volumen de residuos que requieren de disposición final reduce los costos de operación; según estimaciones de la OCDE, el monto destinado al manejo y tratamiento de residuos en los países miembro asciende a cerca de un tercio de los recursos financieros que destina el sector público para el abatimiento y control de la contaminación (OECD, 2014; ver el recuadro Los RSU en el Censo Nacional de Gobiernos Municipales y Delegacionales en el Informe 2012; Semarnat, 2013).
Recolección
La recolección es un servicio público que comprende la colecta de los RSU en el sitio donde se producen (usualmente las casas, las industrias, los comercios o los edificios públicos) y su traslado hasta el sitio donde se tratan o disponen. Desde el punto de vista ambiental y de salud pública, tiene una relevancia fundamental, además de que los residuos que se colectan (al menos una parte de ellos) pueden ser recuperados o dispuestos adecuadamente. En contraste, aquellos que no se recolectan pueden permanecer en los sitios de generación o diseminarse, ocasionando efectos negativos, tales como: obstruir desagües y cursos de agua (con potenciales riesgos de inundaciones), contaminar los cuerpos de agua y los suelos, deteriorar el paisaje o convertirse en fuente de enfermedades potenciales a la población, entre otros (UN-HABITAT, 2010).
El nivel de recolección de los residuos difiere entre países y regiones. Por lo general, los países de ingresos altos recolectan un porcentaje mayor de los residuos generados (alrededor de 98%) que las economías de bajos ingresos (41%; Hoornweg y Bhada-Tata, 2012). En los países de la OCDE, la colecta de residuos promedia alrededor del 98% de la generación, mientras que en África esta cifra alcanza 46% (Figura 7.6). En el caso de Latinoamérica y el Caribe, la recolección se encuentra alrededor del 78%. En México, en 2012 la recolección ascendía al 93.4% de los residuos generados, esto es, 8.8 unidades porcentuales por arriba de su valor en 1998 (Figura 7.7; ICV CSE 5.2.3; Cuadro D3_RSM01_03).
Entre entidades federativas existen diferencias en la capacidad de recolección. En 2012, los seis estados con el mayor volumen de recolección de RSU fueron Aguascalientes (98.9% del volumen generado), Baja California (97.7%), Nuevo León (97.7%), Oaxaca (97.1%), Baja California Sur y Distrito Federal (ambos con 97%). Por el contrario, los estados con los menores valores fueron Colima (82.1%), estado de México (88.0%), Hidalgo (89.3%) y Nayarit (90.0%; Mapa 7.3; Cuadro D3_RSM01_05).
Frecuentemente la capacidad de recolección difiere entre localidades: usualmente las zonas metropolitanas cuentan con una mayor infraestructura y presupuesto para la gestión de los residuos que las localidades rurales, por lo que su capacidad de recolección es también mayor. En 2012, en las zonas metropolitanas del país la cobertura en la recolección de los residuos alcanzó 90%, mientras que en las ciudades medias fue de 80%, en las pequeñas de 26% y en las localidades rurales o semiurbanas alcanzó 13% (Cuadro D3 RSM01_08_D).
A nivel nacional, el 95.6% de los municipios3 cuentan con servicio de recolección, y sólo Oaxaca presenta un número importante de entidades sin este servicio: 87 municipios; lo que representa el 3.5% de los municipios a nivel nacional y el 15% de los municipios de ese estado (CNGMD; INEGI, 2013).
En cuanto a la población beneficiada con este servicio, se incrementó de 83.4 a 92.7% entre 1998 y el año 2012 (Figura 7.8; ICV CSE 5.2.3; Cuadro D3_RSM01_05). En este último año los estados con mayor porcentaje de población con acceso a la recolección de residuos fueron Aguascalientes (99.1% de la población), Baja California Sur (98.7%), Querétaro (97.8), Nuevo León (97.4) y Oaxaca (97.3%). Los estados con menor población con acceso a este servicio fueron Nayarit (89.4%), estado de México (85.7%) y Colima (82.3%; Mapa 7.4).
La separación de los residuos sólidos recolectados4 y su transporte hacia las zonas de disposición final puede tener múltiples ventajas para su manejo. Cuando los residuos se separan previamente a su recolección es posible aumentar la cantidad y la calidad de los materiales reciclables; en contraste, los que se recuperan a partir de residuos no separados tienden por lo general a estar contaminados, lo que reduce su valor en el mercado y su posible reciclaje.
De acuerdo a la información del Censo Nacional de Gobiernos Municipales y Delegacionales (CNGMD; INEGI, 2013), hasta 2010 sólo 11% de la recolección de desechos en el país era selectiva; las entidades que colectaron de esta forma el mayor volumen de sus residuos fueron Querétaro (57% del volumen producido en la entidad), Jalisco (40%) y Nuevo León (30%). En ese mismo año, 12 entidades federativas no realizaban recolección de este tipo.
Reciclaje
El reciclaje pretende convertir algunos de los materiales que componen los residuos (entre los más importantes están el papel y cartón, el vidrio, algunos metales y el PET) en materiales reusables en los procesos productivos. Desde el punto de vista de la gestión de los residuos, el reciclaje tiene la ventaja de reducir el volumen de materiales que requieren ser recolectados, transportados y dispuestos en sitios adecuados.
La revalorización de los residuos también disminuye el consumo de materias primas, electricidad y agua, entre otros insumos, que serían necesarios para la extracción y procesamiento de nuevos materiales. Por ejemplo, obtener aluminio a partir de aluminio reciclado requiere 95% menos energía que producirlo de materiales puros (Hoornweg y Bhada-Tata, 2012).
El volumen de materiales reciclados en México es reducido: en 2012 alcanzó alrededor del 9.6% del volumen de los residuos generados (INECC, 2012). Esta cifra resulta baja cuando se compara con lo reportado para los países que forman parte de la OCDE, que en promedio reciclaron en ese mismo año alrededor del 24% de sus residuos, con algunos países con porcentajes cercanos o mayores al 50%, como en el caso de Corea del Sur y Alemania (58 y 47%, respectivamente; OCDE 2016; Figura 7.9).
Según el CNGMD (INEGI, 2013), del volumen total reciclado en el país en 2012, el mayor porcentaje correspondió a papel, cartón y productos de papel (32%), seguido por el PET (15.8%), vidrio (13.8%), plásticos (9.2%), metales (7.6%) y los electrónicos y electrodomésticos (5.1%; Figura 7.10; IB 4-5; Cuadro D3_RSM01_15). Si se considera el volumen reciclado de cada tipo de RSU con respecto a su volumen producido, los sólidos que más se reciclaron en 2012 fueron los metales (39%), el vidrio (23.5%) y el papel (14.7%). De los plásticos y textiles desechados sólo se recicla alrededor del 0.5% de cada uno de ellos.
Disposición final
La disposición final de los residuos tiene que ver con su depósito o confinamiento permanente en sitios e instalaciones que permitan evitar su diseminación y las posibles afectaciones a los ecosistemas y a la salud de la población. La Norma Oficial Mexicana NOM-083-SEMARNAT-2003 define las especificaciones de protección ambiental para la selección del sitio, diseño, construcción, operación, monitoreo, clausura y obras complementarias de un sitio de disposición final de residuos sólidos urbanos y de manejo especial.
En México, la mejor solución para la disposición final de los residuos sólidos urbanos son los rellenos sanitarios. De acuerdo a lo establecido en la LGPGIR, este tipo de infraestructura debe incorporar obras de ingeniería particulares y métodos que permitan el control de la fuga de lixiviados y el adecuado manejo de los biogases generados. En 2012, a nivel nacional la disposición final en rellenos sanitarios y sitios controlados alcanzó poco más del 74% del volumen de RSU generado, lo que representa un incremento de alrededor del 83% con respecto al año 1997, en el cual se disponía cerca del 41% de los residuos. Mientras tanto, de los residuos generados, el 21% se depositó en sitios no controlados y el 5% restante fue reciclado (Figura 7.11; IB 4-3; Cuadro D3_RSM01_06_D).
En general, los avances en materia de rellenos sanitarios se han dado principalmente en las grandes ciudades. Cuando se analiza la disposición adecuada de los residuos por tipo de localidad, en 2012 el 90% de las zonas metropolitanas disponían sus residuos en rellenos sanitarios y sitios controlados, mientras que tan solo el 4.5% en las localidades rurales o semiurbanas lo hacía del mismo modo (Figura 7.12; Cuadro D3_RSM01_08_D).
En la actualidad todas las entidades, excepto el Distrito Federal, cuentan con rellenos sanitarios para disponer sus residuos. Los residuos del Distrito Federal se disponen en cuatro rellenos sanitarios en el estado de México: La Cañada, Cuautitlán, El Milagro y Tepoztlán; y uno más en el estado de Morelos, en Cuautla. Las entidades que tienen más rellenos sanitarios son el estado de México (28), Jalisco (27), Veracruz y Chihuahua (con 18 cada uno) y Guanajuato (17; Mapa 7.5; Cuadro D3_RSM01_07_D).
En cuanto al volumen dispuesto en los rellenos sanitarios por nivel de entidad federativa, el Distrito Federal, Aguascalientes y Quintana Roo dispusieron la totalidad de sus residuos en rellenos sanitarios en 2012. En contraste, Oaxaca, Tabasco, Hidalgo y Chiapas dispusieron menos del 43% de sus residuos en dichos sitios ese mismo año (Cuadro D3_RSM01_09_D).
RESIDUOS DE MANEJO ESPECIAL
Los residuos de manejo especial (RME) son los materiales que se generan en los procesos productivos o de servicios y que no reúnen las características para ser considerados residuos sólidos urbanos o residuos peligrosos (Ley General para la Prevención y Gestión Integral de Residuos, LGPGIR; DOF, 2003; INECC, 2012).
La información sobre la generación y manejo de este tipo de residuos es limitada y se restringe a unos cuantos tipos de estos residuos. Los datos más actualizados sobre la generación y manejo de algunos RME en el país fueron publicados en el 2012 como parte del Diagnóstico Básico para la Gestión de los Residuos (INECC, 2012; ver el recuadro Origen de los residuos de manejo especial en el Informe 2012; Semarnat, 2013).
En la Figura 7.13 se muestra la generación de RME en nuestro país durante el periodo 2006-2012. Entre esas fechas, los volúmenes más altos de RME correspondieron a las excretas de ganado porcino y bovino lechero (66.71 millones de t), seguido por papel y cartón (6.82 millones), y en tercer lugar los residuos de la construcción y demolición (6.11 millones de t).
Las categorías con los menores aportes de RME fueron los residuos aeroportuarios (8 040 t, y que corresponden tan sólo al Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México), los electrodomésticos (21 660 t), las pilas (33 980 t) y los lodos de las plantas de tratamiento de aguas residuales (232 t; Figura 7.13; INECC, 2012).
De acuerdo al Diagnóstico, del volumen total de RME generado por los aeropuertos6 se dispuso adecuadamente el 67.4%; de igual modo ocurrió con el 32% de los residuos producidos por las tiendas de autoservicio, el 11% de los residuos de papel y cartón, y el 98.5% de los residuos de hoteles (INECC, 2012). Además, también se aprovechó cierto porcentaje del volumen de estos RME: en el caso de las tiendas de autoservicio se aprovechó el 68% del total producido, el 49% del papel y del cartón y el 32% de los residuos aeroportuarios. Para más información sobre otros RME, ver los recuadros Los residuos de aparatos electrodomésticos y La problemática de las pilas en el Informe 2012 (Semarnat, 2013).
RESIDUOS PELIGROSOS
La vida diaria está rodeada de una diversidad de sustancias químicas que permiten muchas de las comodidades en la vida moderna. A nivel mundial hasta junio de 2015, las sustancias químicas identificadas sumaban más de 100 millones (esto es, alrededor de 33 millones más que en julio de 2012; CAS, 2016; ver el recuadro Las sustancias químicas en números en el Informe 2012 (Semarnat, 2013), con propósitos tan diversos como servir de base para la fabricación de nuevos materiales, medicamentos, plaguicidas, o bien como intermediarios de múltiples procesos industriales. Aunque de muchas de ellas se sabe que resultan inertes o inocuas para el ser humano o el ambiente, de una alta proporción aún se desconoce si tienen efectos adversos y de otros se reconoce que pueden resultar particularmente peligrosos cuando se vierten al ambiente accidentalmente o su manejo no se realiza conforme a ciertos protocolos.
El crecimiento acelerado de la actividad industrial en muchos países, el mal manejo de muchas sustancias químicas y la disposición inadecuada de residuos tóxicos, ha incrementado la exposición de la población y los ecosistemas naturales a sustancias potencialmente tóxicas. En 2012 se calculaba que en tan sólo 49 países clasificados como de ingreso bajo y medio, alrededor de 125 millones de personas estaban expuestos a la contaminación por residuos tóxicos (Blacksmith Institute y Green Cross, 2012).
En México, los llamados residuos peligrosos (RP), se definen como aquellos que poseen al menos una de las llamadas características CRETIB, es decir, pueden ser: corrosivos (C), reactivos (R), explosivos (E), tóxicos (T), inflamables (I) y biológico-infecciosos (B). También se consideran peligrosos los envases, recipientes, embalajes y suelos que hayan contenido o sido contaminados con RP, según lo establece la Ley General para la Prevención y Gestión Integral de los Residuos (DOF, 2003). La Norma Oficial Mexicana NOM-052-SEMARNAT-2005 (DOF, 2006) establece el procedimiento de identificación, las características y la clasificación de los residuos peligrosos.
GENERACIÓN
En la Tabla 7.1 se muestra el volumen acumulado de RP generados en el país durante el periodo 2004-2014 y el número de empresas que los generaban. Tanto el volumen como el número de empresas se obtienen a partir de los registros y la información que brindan las empresas inscritas en el Padrón de Generadores de Residuos Peligrosos (PGRP) a la Semarnat. De acuerdo al PGRP, entre 2004 y 2014 las 93 355 empresas inscritas generaron 2.19 millones de toneladas. Es importante tomar en cuenta que esta cifra no corresponde al volumen total de RP generados en el país en ese periodo, debido básicamente a que dicho padrón no incluye a la totalidad de las empresas que los producen en el territorio (Cuadro D3_RESIDUOP01_01).
Una parte importante de la generación de RP se concentra en las zonas industriales del país. Del total de empresas, la Zona Metropolitana del Valle de México (ZMVM) concentró 14 559 (15.6% del total), los otros cuatro estados que le siguen en número de empresas son Jalisco (9 079, 9.7%), Baja California (5 858, 6.3%), estado de México (5 120, 5.5%) y Michoacán (4 696, 5%). Estas entidades produjeron 756 310 toneladas de residuos, lo que representa el 34.5% de los RP generados en dicho periodo. Las entidades con un menor número de empresas generadoras fueron Quintana Roo (949, 1.02% del total de empresas), Zacatecas (931, 1%), Nayarit (807, 0.86%) y Tlaxcala (614 empresas, 0.66%; Mapa 7.6; Cuadro D3_RESIDUOP01_01).
De acuerdo al volumen de RP que generan, las empresas se clasifican en micro, pequeños y grandes generadores7. Entre 2004 y 2014, 53 523 empresas se clasificaron como microgeneradores (57.3% del total de empresas; 12 600 toneladas generadas y 0.6% de la generación nacional de RP); 33 130 empresas fueron pequeños generadores (35.5% de las empresas; 94 379 t generadas y 4.3% del total); y 6 702 empresas fueron grandes generadores (7.2% de las empresas; 2.08 millones de t generadas y 95.1% del total; Figura 7.14; Cuadro D3_RESIDUOP01_01).
En cuanto a la distribución geográfica de los distintos tipos de generadores, el mayor porcentaje de los micro y pequeños generadores de RP se encontraron en la ZMVM (15.4%, es decir, 13 317 empresas), Jalisco (10.1%, 8 759) y Baja California (6.4%, 5 541 empresas). En el caso de los grandes generadores, las empresas se concentraron en la ZMVM (1 242 empresas, 18.5%) y en los estados de Chihuahua (784 empresas, 11.7%) y Nuevo León (726 empresas; 10.8%; Mapa 7.6).
Respecto al tipo de industrias generadoras, en el periodo 2004-2014, las que contribuyeron con un mayor volumen de RP fueron la industria química (211 886 t, 15.7% del total generado), la automotriz (195 101 t; 14.4%), la metalúrgica (190 229 t; 14.1%) y la de petróleo y petroquímica (138 957 t; 10.3% del total producido; Figura 7.15; Cuadro D3_RESIDUOP01_22).
Si se observa la generación de RP por entidad federativa en el período 2004-2014, la ZMVM fue la mayor productora con 598 343 toneladas (27.3% del volumen total del país); le siguieron Chihuahua con 347 287 toneladas (15.8%), Campeche con 213 406 (9.7%), Tamaulipas con 157 436 (7.2%) y Tabasco con 140 199 toneladas (6.4%; Mapa 7.7; Cuadro D3_RESIDUOP01_01). Por otro lado, las cinco entidades que reportaron menores volúmenes de RP generados fueron Oaxaca (2 787; 0.13%), Tlaxcala (2 443; 0.11%), Chiapas (2 425; 0.11%), Nayarit (2 125; 0.1%) y Baja California Sur (1 746; 0.08%); en su conjunto, estas últimas entidades arrojan una suma porcentual del 0.53% del total nacional (Mapa 7.7).
En el período 2004-2014 los volúmenes de RP generados en mayor cantidad correspondieron a los residuos sólidos (968 067 t, 44.1% del total generado), que incluyen a los residuos de mantenimiento automotriz, asbesto, telas, pieles, metales pesados, tortas de filtrado y otros sólidos. El siguiente tipo de residuo con mayor generación fueron los aceites gastados (460 277 t; 21%), los lodos (175 488 t; 8%) y los biológico-infecciosos (150 076 t; 6.8%). Los RP que menos se generaron fueron las breas (580 t, 0.03% del total generado), las sustancias corrosivas (21 623 t; 1%) y los solventes (69 741 t; 3.2%; Figura 7.16; Cuadro D3_RESIDUOP01_20).
Dentro de los distintos tipos de RP, los biológico-infecciosos (RP-BI) tienen gran importancia por los posibles riesgos que representan cuando su manejo resulta inadecuado. Incluyen a los que se producen en instalaciones que brindan servicios de atención a la salud y actividades relacionadas, y están compuestos por residuos anatómicos, cultivos y cepas de microorganismos, objetos punzocortantes, muestras patológicas y sangre. En el periodo 2004-2014, su volumen de generación fue de 150 076 toneladas, lo que representó el 6.8% del total de los RP generados a nivel nacional.
El mayor volumen de este tipo de residuos que se genera en el país correspondió entre 2004 y 2014 a residuos anatómicos (57.2%), el 20.3% fueron residuos patológicos, el 15.2% objetos punzocortantes, el 3.9% sangre y 3.3% fueron cultivos y cepas (Cuadro D3_RESIDUOP01_20).
Si se analiza la generación de este tipo de residuos por entidad federativa, cinco de ellas concentraron poco más del 87% del total nacional: la ZMVM (70 492 t; 47% del total), Tamaulipas (32 994 t; 22%), Guanajuato (13 405 t; 8.9%), Nuevo León (7 022 t; 4.7%) y Chihuahua (6 955 t; 4.6%; Mapa 7.8; Cuadro D3_RESIDUOP01_20).
MOVIMIENTO TRANSFRONTERIZO
El movimiento transfronterizo de residuos peligrosos permite importar, exportar o trasladar estos materiales entre países con la finalidad de llevar a cabo el reciclaje, reprocesamiento o remanufactura de los materiales, o bien, permite su retorno a sus países de origen. Durante el periodo 1995-2014, se importaron 11.4 millones de toneladas de residuos peligrosos, de las cuales 5.7 millones correspondieron a residuos sólidos (50.1% del total generado), 5.5 millones de toneladas a acumuladores eléctricos usados (48.5%); 115 933 toneladas a residuos líquidos (1%); 41 994 toneladas a llantas (0.4%) y 4 019 toneladas a tambores (0.04%; Figura 7.17; Cuadro D3_RESIDUOP01_02).
En el período comprendido entre 1995 y 2014 se observó un incremento en la importación de RP para su reciclaje y reutilización, al pasar de poco más de 158 mil toneladas en 1995 a 1.38 millones de toneladas en 2014 (Figura 7.18). Los RP que retornaron a México entre 1996 y 2014 acumularon un total de 1.2 millones de toneladas, con un promedio anual de 63 654 toneladas.
En cuanto a las exportaciones de RP, durante el período comprendido entre 1995 y 2014, se alcanzó un total de 4.3 millones de toneladas, con un promedio anual de 222 424 toneladas. El mayor volumen de las exportaciones correspondió a los recortes de perforación de la industria petrolera8 (3.91 millones de t; 91.1% del total exportado; Cuadros D3_RESIDUOP01_02; D3_RESIDUOP01_03 y D3_RESIDUOP01_04).
Si no se consideran los recortes de perforación, los RP con mayores volúmenes de exportación en el período que comprende de 2008 a 2014, fueron los residuos sólidos (92 192 t, 67.2%), las baterías (15 152 t; 11.04%) y los residuos líquidos (12 081 t; 8.8%; Figura 7.19; Cuadros D3_RESIDUOP01_02 y D3_RESIDUOP01_03).
MANEJO
Al igual que en el caso de los residuos sólidos urbanos y de manejo especial, el manejo de los residuos peligrosos busca básicamente dos propósitos. Por un lado, reducir los riesgos del contacto de estas sustancias con el ser humano y el ambiente; por otro, recuperar los materiales que sean útiles (por medio del reciclaje y reutilización), prepararlos para reducir de su peligrosidad (ya sea por medio de su neutralización, incineración bajo condiciones controladas) y confinarlos en sitios adecuados para ello. Para mayores detalles sobre la infraestructura autorizada para la recolección y transportación de RP consultar el Cuadro D3_RESIDUOPO1_17.
En México, la Ley General para la Prevención y Gestión Integral de los Residuos (LGPGIR) obliga a los generadores y gestores de RP a manejarlos de manera segura y ambientalmente adecuada (DOF, 2003). La encargada de verificar el cumplimiento de dicha ley es la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa), esto por medio de la aplicación de programas de inspección y vigilancia.
En el periodo de enero de 2013 a diciembre de 2015, la Profepa realizó 9 608 visitas de inspección y verificación a las empresas generadoras de residuos peligrosos para comprobar el cumplimiento de las disposiciones establecidas en la legislación y normatividad aplicable. De estas visitas, en 3 768 casos (39.2%) no se encontraron irregularidades, en 5 711 (59.4%) se encontraron irregularidades menores y, debido a irregularidades graves, en 129 casos se impuso la clausura, siendo en 69 casos parcial temporal (0.7% del total de empresas verificadas) y en 60 total temporal (0.6%; Figura 7.20).
En el país, en el periodo 1999-2014, la capacidad instalada autorizada para el reciclaje, reutilización, tratamiento, incineración y confinamiento de RP fue de poco más de 21.07 millones de toneladas, de las cuales el 46.4% correspondió a tratamiento (9.8 millones de t); 45% a reciclaje (9.5 millones de t); 5% a confinamiento (1.04 millones de t), 2.5% a reutilización (536 845 t) y 1.1% a incineración (poco más de 229 019 t; Figura 7.21). De las categorías de manejo mencionadas anteriormente, en 2014, 61.1% correspondió a reciclaje (916 819 t), el 36.4% a tratamiento (546 584 t) y sólo el 0.04% a incineración (526 t; Cuadro D3_RESIDUOP01_05_D).
Respecto a la capacidad instalada por entidad federativa, en 2014 los estados con mayor capacidad fueron Tabasco (400 008 t; 27.3% del total), Nuevo León (342 324 t; 23.4%), Coahuila (290 200 t; 19.8%), Veracruz (197 604; 13.5%) y Baja California (89 472 t; 6.1%; Mapa 7.9; Cuadros D3_RESIDUOP01_07; D3_RESIDUOP01_08 y D3_RESIDUOP01_10_D).
En el periodo de enero de 2013 a diciembre de 2015, la Profepa realizó 1 701 visitas de inspección y verificación a las empresas que se dedican al transporte, recolección, manejo y disposición de residuos peligrosos (RP) para verificar el cumplimiento de la normatividad aplicable para su correcto manejo. En 523 de estas visitas (30.7%) no se encontraron irregularidades, en 1 150 (67.6%) se encontraron irregularidades menores y en 28 casos se encontraron irregularidades graves que ameritaron clausura, de éstos en 12 casos el cierre fue de tipo parcial temporal (0.7% del total de verificaciones) y en 16 casos fue de tipo total temporal (0.9%; Figura 7.22).
MANEJO DE RESIDUOS PELIGROSOS BIOLÓGICO-INFECCIOSOS
En el año 2003 entró en vigor la Norma Oficial Mexicana NOM-087-ECOL-SSA1-2002, cuyo objeto es establecer la clasificación de este tipo de residuos, así como las especificaciones para su manejo (DOF, 2003). Una de las medidas para asegurar el cumplimiento de esta norma son las visitas de inspección, en las cuales se identifican incumplimientos, se dictan medidas correctivas y se imponen clausuras en caso de presentarse irregularidades graves que representen un riesgo inminente al equilibrio ecológico, con repercusiones peligrosas para los ecosistemas o la salud pública.
Entre 2013 y 2014 se realizaron 789 visitas de inspección a estos establecimientos, los cuales comprenden unidades de servicios médicos y hospitalarios, incluyendo clínicas, laboratorios y centros de investigación. De estas visitas 200 (25%) presentaron total cumplimiento de la normatividad, 589 (75%) presentaron infracciones menores (Figura 7.23).
GESTIÓN DE LOS RESIDUOS SÓLIDOS URBANOS, DE MANEJO ESPECIAL Y PELIGROSOS
En México existen instrumentos legales que regulan la gestión integral de los residuos y que involucran a los generadores, a quienes los transportan y, finalmente, a quienes los procesan. Uno de estos instrumentos legales es la Ley General para la Prevención y Gestión Integral de los Residuos (LGPGIR; DOF, 2003), el Programa Nacional para la Prevención y Gestión Integral de los Residuos (cuya reciente versión está próxima a publicarse) y los programas estatales y municipales de Prevención y Gestión Integral de los Residuos (ver también el recuadro Regulación ambiental para el manejo de los residuos en el país).
Otro tipo de instrumentos para gestionar los residuos son los inventarios, que proporcionan información para la toma de decisiones en cuanto al manejo de los RP, además de recopilar e integrar información sobre los sitios en los que se hace acopio de este tipo de materiales, incluyendo aquellos que ya no operan o, incluso, son clandestinos. De acuerdo a la LGPGIR, los tres órdenes de gobierno deben elaborar, actualizar y difundir estos inventarios.
Los programas para la separación primaria permiten la separación de los RSU y los RME en orgánicos e inorgánicos, mientras que la separación secundaria facilita la recuperación de los residuos valorizables a partir de los residuos inorgánicos obtenidos en la primera fase de separación. Esta separación y su depósito en contenedores para su recolección o reciclaje por el servicio público de limpia, con el fin de facilitar su aprovechamiento, tratamiento y disposición final debe ocurrir en los domicilios, establecimientos mercantiles, industriales y de servicios, así como en instituciones públicas y privadas, centros educativos y dependencias gubernamentales.
Por último, deben mencionarse los planes de manejo de los residuos sólidos, a través de los cuales los generadores (sean del sector público, privado o social) deberán adoptar medidas para reducir la generación de los RSU, RME y RP, aprovechar aquellos susceptibles de reutilización, reciclado o de transformación en energía, o para tratar o confinar aquellos que no se pueden valorizar. En el manejo de los residuos están involucradas diversas instancias, cuyas atribuciones se resumen en la Tabla 7.2.
RIESGO AMBIENTAL
Para que una actividad sea considerada como altamente riesgosa (AAR) las sustancias químicas y la cantidad que se maneja deberán de estar incluidas en el Primer y Segundo Listado de Actividades Altamente Riesgosas, publicados en el Diario Oficial de la Federación el 28 de marzo de 1990 y 4 de mayo de 1992, respectivamente (DOF, 1990 y 1992). La evaluación del riesgo determina los posibles alcances de los accidentes y la intensidad de los efectos adversos en diferentes radios de afectación. De esta forma, quienes realizan actividades industriales, comerciales o de servicios, consideradas altamente riesgosas, deberán formular y presentar ante la Semarnat un Estudio de Riesgo Ambiental (ERA) cuyo objetivo principal es identificar, jerarquizar y evaluar los riesgos del manejo de materiales peligrosos, anticipando la posibilidad de liberaciones accidentales de sustancias químicas peligrosas, de manera tal que éstas puedan prevenirse o mitigarse.
En el periodo comprendido entre 1992 y 2015, el sector que ingresó el mayor número de ERA fue el petrolero y sus derivados (2 948 estudios; 28.4% del total), seguido por el de alimentos y bebidas (1 463; 14.1%; Figura 7.24). Otro grupo de estudios que representa un porcentaje importante de los ingresados en el periodo son los clasificados como “Otros”, con 3 281 estudios (31.6% del total), e incluye a los relacionados con plantas de tratamiento de aguas residuales y las plantas potabilizadoras de agua que usan cloro gaseoso en los procesos; a las plantas que comercializan amoniaco anhidro (NH3) como fertilizante; a las industrias formuladoras de agroquímicos, pesticidas, insecticidas y fertilizantes; las que producen hielo y que utilizan NH3 como gas refrigerante; a aquellas que se dedican al cromado y niquelados de partes mecánicas; a las plantas armadoras automotrices que manejan solventes; y a los establecimientos que almacenan y comercializan grandes cantidades de sustancias químicas, entre otras (Figura 7.24).
Entre 2010 y 2014 se ingresaron 3 082 ERA en todo el país. El año con la mayor cantidad de ERA fue 2012, con 487 estudios (22.7% del total realizado en ese lapso de cinco años), mientras que el año con menos estudios de riesgo fue 2011, con 400 estudios (18.6%; Figura 7.25).
Respecto a los ERA ingresados por entidad federativa en el periodo comprendido entre 1992 y 2015, Tabasco ingresó el mayor número (1 057 estudios; 10.2% del total de estudios), seguido por Veracruz (836; 8%), el estado de México (797; 7.7%) y Tamaulipas (731; 7%); en contraste, los estados que menos estudios presentaron fueron Baja California Sur (54; 0.5%), Nayarit (71; 0.7%), Zacatecas (92; 0.9%) y Morelos (113 estudios, 1.1%; Mapa 7.10).
PROGRAMAS PARA LA PREVENCIÓN DE ACCIDENTES
Los Programas para la Prevención de Accidentes (PPA) establecen las medidas preventivas, correctivas, de control, de mitigación y de atención en el caso de presentarse algún accidente en las instalaciones que realizan actividades altamente riesgosas. Se vinculan estrechamente a sus respectivos ERA, los cuales sirven de sustento técnico para su elaboración. Durante el periodo comprendido entre 2007 y 2015, de los 2 934 Programas de Prevención de Accidentes de Plantas en Operación que se ingresaron a la Dirección General de Gestión Integral de Materiales y Actividades Riesgosas (DGGIMAR), 2 389 (81.4%) fueron autorizados y 144 fueron negados (4.9%). El número de programas autorizados y negados no necesariamente es igual al número de programas ingresados, debido a que como resultado de la evaluación, para algunos programas se puede solicitar mayor información, otros pudieron desecharse por no entregar la información en el plazo establecido, se dieron de baja o se estableció que no son de competencia federal (Figura 7.26; Cuadro D3_RESIDUOP02_05).
SITIOS CONTAMINADOS
Un sitio contaminado es aquel lugar, espacio, suelo, cuerpo de agua, instalación o cualquier combinación de éstos que ha estado en contacto con materiales o residuos que, por sus cantidades y características pueden representar un riesgo para la salud humana, otros seres vivos y los bienes o propiedades de las personas (DOF, 2003).
Las causas que provocan la contaminación de un sitio son muy diversas. Algunas de las más comunes son la disposición inadecuada de RSU, RME y RP en terrenos baldíos, bodegas, almacenes y patios de las industrias; las fugas de materiales o RP de tanques y contenedores subterráneos, tuberías y ductos; la lixiviación de materiales en sitios de almacenamiento y donde se desarrollan actividades productivas, o bien, de rellenos sanitarios y tiraderos a cielo abierto y por los derrames accidentales de sustancias químicas durante su transporte (Semarnat, 2013).
Se reconocen dos tipos de sitios contaminados: el primero se da en los sitios afectados por emergencias ambientales (EA) cuya atención ocurre cuando la contaminación del sitio deriva de una circunstancia o evento, indeseado o inesperado, que ocurre repentinamente y que tiene como resultado la liberación no controlada, incendio o explosión de uno o varios materiales o RP que afectan la salud humana o el medio ambiente de manera inmediata (Semarnat, 2013).
En segundo lugar están los denominados pasivos ambientales, de grandes dimensiones y con obligación de remediación, con problemas causados por el uso industrial del suelo y el manejo inadecuado de los RP y que no fueron remediados oportunamente para impedir la dispersión de los contaminantes. Esta categoría incluye además la contaminación generada por una emergencia que tenga efectos a largo plazo sobre el medio ambiente.
Con el fin de dar tratamiento a las emergencias y los pasivos ambientales, en 2015 el país contaba con 232 empresas autorizadas para el tratamiento de suelos contaminados, localizadas en 17 entidades (Mapa 7.11; Cuadro D3_SITIOS01_02), siendo el Distrito Federal y Veracruz las que cuentan con un mayor número de empresas (56 y 54, respectivamente).
EMERGENCIAS AMBIENTALES
Entre 2008 y 2015 se identificaron 4 078 sitios contaminados por emergencias ambientales, de este total, Pemex tuvo responsabilidad en 2 743 sitios (67.3%), los transportistas fueron los responsables en 1 041 sitios (25.5%), otras industrias provocaron emergencias en 266 sitios (6.5%) y los ferrocarriles generaron 28 (0.7% del total; Figura 7.27).
En el lapso comprendido entre 2010 y 2014 se contabilizaron un total de 3 082 emergencias ambientales, siendo los estados de Veracruz (391 emergencias) y Guanajuato (237) los que registraron el mayor número (12.7% y 11.7% del total nacional, respectivamente). Las entidades con menos emergencias ambientales fueron Colima (14 emergencias), Quintana Roo (14), Aguascalientes y Nayarit (16 en ambos casos, 0.5% del total nacional en cada caso; Mapa 7.12).
Los contaminantes que estuvieron involucrados en el mayor número de emergencias ambientales en el periodo 2008-2015 fueron los hidrocarburos, con 1 175 emergencias (29.8% del total), la gasolina, con 1 057 (26.8%), el diésel con 554 (14.1%), el petróleo crudo con 461 emergencias (11.7%), el gas L. P. con 375 emergencias (9.5%); el gas natural 162 (4.1%) y el combustóleo en 159 casos (4%). Los dos primeros contaminantes estuvieron involucrados en el 56.6% de las contingencias ambientales registradas en ese periodo (Figura 7.28).
En el periodo de enero de 2013 a diciembre de 2015, la Profepa realizó 2 157 visitas de inspección y verificación para dar seguimiento a la ocurrencia de las emergencias ambientales donde hubo afectación al suelo. De estas visitas, en 454 (21%) no se encontraron irregularidades, en 1 691 (78.4%) se encontraron irregularidades menores y, por las irregularidades graves encontradas en 12 casos, se impuso la clausura parcial temporal 3 de ellos (0.14% del total de visitas realizadas) y la clausura total temporal en 9 (0.42%; Figura 7.29).
PASIVOS AMBIENTALES
La Semarnat realiza la gestión de los pasivos ambientales, y una de las acciones que lleva a cabo es la evaluación de los programas de remediación de sitios contaminados, cuyo objetivo es definir las acciones necesarias para eliminar los impactos negativos al ambiente provocados por la contaminación con materiales o RP. Estos proyectos de remediación se llevan a cabo por la Semarnat con la participación de las estancias gubernamentales locales cuando es necesario. Con el objeto de conocer a nivel nacional los sitios contaminados considerados pasivos ambientales, la Secretaría ha implementado el Sistema Informático de Sitios Contaminados (SISCO; Semarnat 2002).
Durante el año 2015, el SISCO registró 625 sitios considerados pasivos ambientales en el territorio nacional. Las entidades con mayor presencia de sitios identificados como pasivos ambientales o contaminados fueron Veracruz (73 sitios), Querétaro (58), Guanajuato (49), Jalisco (42) y Colima (40); mientras que las entidades que presentaron menos sitios fueron Tabasco (2), Baja California Sur, Hidalgo, Nayarit y Nuevo León (con 4 sitios en cada caso; Mapa 7.13 Cuadro D3_SITIOS03_01).
REFERENCIAS
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Blacksmith Institute y Green Cross. The World’s Worst Pollution Problems: Assessing Health Risks at Hazardous Waste Sites. Blacksmith Institute. New York. 2012.
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DOF. Acuerdo por el que las Secretarías de Gobernación y Desarrollo Urbano y Ecología, con fundamento en lo dispuesto por los artículos 5o. Fracción X y 146 de la Ley General del Equilibrio Ecológico y la Protección al Ambiente; 27 Fracción XXXII y 37 Fracciones XVI y XVII de la Ley Orgánica de la Administración Pública Federal, expiden el primer listado de actividades altamente riesgosas. México. 1990 (28 de marzo).
DOF. Acuerdo por el que las Secretarías de Gobernación y Desarrollo Urbano y Ecología, con fundamento en lo dispuesto por los artículos 5o. Fracción X y 146 de la Ley General del Equilibrio Ecológico y la Protección al Ambiente; 27 Fracción XXXII y 37 Fracciones XVI y XVII de la Ley Orgánica de la Administración Pública Federal, expiden el segundo listado de actividades altamente riesgosas. México. 1992 (4 de mayo).
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Hoornweg, D. y P. Bhada-Tata. What a waste. A Global review of Solid Waste management. Urban Development Series. Knowledge Papers No. 15. 2012.
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UN-Habitat. Solid waste management in the world´s cities. Water and sanitation in the world´s cities. UN-HABITAT, Earthscan. Malta. 2010.
NOTAS
1 Con la publicación de la Ley General para la Prevención y Gestión Integral de los Residuos (DOF, 2003), los residuos sólidos municipales (RSM) cambiaron su denominación a la de residuos sólidos urbanos (RSU).
2 El consumo final privado es el valor total de todas las compras en bienes y servicios de consumo, individuales y colectivos, realizados por los hogares residentes, las instituciones sin fines de lucro residentes y el gobierno federal. Incluye los bienes duraderos y bienes y servicios no duraderos, tanto el gasto en el mercado interior, como las compras netas directas en el mercado exterior (INEGI, 2012).
3 En estas entidades, los siguientes municipios no proporcionaron información: Chamula, Chiapas; Tezoyuca y Tultepec, México; Boca del Río y Yanga, Veracruz.
4 La recolección selectiva se refiere a la recolección de los residuos sólidos de manera separada en orgánicos, inorgánicos y de manejo especial (GDF, 2010).
5 En muchos países en desarrollo, incluido México, una proporción importante del volumen de materiales susceptibles de reciclaje se separa previamente a su recolección.
6 Los residuos de manejo especial reportados para los aeropuertos sólo consideran a los generados por el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México.
7 Microgenerador: establecimiento industrial, comercial o de servicios que genere una cantidad de hasta 400 kilogramos de residuos peligrosos anuales. Pequeño generador: persona física o moral que genere una cantidad igual o mayor a 400 kilogramos y menor a 10 toneladas en peso bruto total de residuos al año. Gran generador: persona física o moral que genere una cantidad igual o superior a 10 toneladas en peso bruto total de residuos al año.
8 Los datos sobre la exportación de recortes de perforación sólo cubren el período comprendido entre 1998 y 2007; a partir de ese último año Pemex dejó de reportar los valores de exportación para ese rubro.