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Uno de los mercados más importantes por sus efectos económicos y ambientales es el de los combustibles secundarios de origen fósil, entre los que se incluyen las gasolinas, el diésel y el gas LP. Los precios de los combustibles envían señales a los consumidores que les permiten ajustar sus decisiones de consumo, por lo que un sistema de precios que refleje correctamente los costos ambientales derivados de su uso, el valor real del capital natural y el cambio en las condiciones de producción puede ser útil para internalizar las externalidades e influir en actitudes benéficas de los consumidores hacia el ambiente. El indicador precio de venta de combustibles mide la evolución del precio de venta de los combustibles y permite seguir los ingresos, costos e impuestos que lo integran.
Este indicador también forma parte del Conjunto de Indicadores de Crecimiento Verde de la OCDE.
El aumento del valor del precio de los combustibles puede producir efectos ambivalentes en su interpretación: por un lado, puede reflejar la incorporación de los costos ambientales de su uso, y por otro, resaltar los efectos negativos que ocasiona en el consumidor al distraer el gasto de sus recursos económicos en este tipo de bienes no sustituibles y que le impiden emplearlos en otros conceptos de su interés.