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La agricultura es uno de los sectores más ineficientes en el uso del agua. Se calcula que más de la mitad del líquido empleado en el mundo con fines agrícolas se pierde por escurrimientos y por evapotranspiración antes de llegar a los campos de cultivo. En México, este sector es el principal consumidor del agua dulce concesionada, por arriba de los sectores doméstico e industrial. La eficiencia de este sector en el uso del agua puede medirse en términos de la biomasa producida en la agricultura de riego por unidad de volumen de agua concesionada al sector durante el año agrícola. El incremento en la eficiencia de uso del recurso hídrico permite reducir la presión sobre las fuentes naturales de abastecimiento y la competencia con otros sectores para su aprovechamiento.
Este indicador pertenece también al Conjunto de Indicadores de la Iniciativa Latinoamericana y Caribeña para el Desarrollo Sostenible (ILAC).
El incremento del valor del indicador denota el aumento en la productividad de la agricultura de riego, esto al producirse mayor biomasa en los cultivos por cada unidad de agua destinada a la agricultura de riego. Esto puede reducir la presión sobre las fuentes naturales de abasto, tanto superficiales como subterráneas, y la competencia con otros sectores por su uso.