Los materiales son los insumos básicos de la producción; constituyen la materia prima de los bienes y servicios que consume la sociedad global. Sin embargo, su extracción, procesamiento y consumo constituyen los impulsores más importantes del deterioro ambiental. Promueven la pérdida y degradación de los hábitats naturales y su biodiversidad, la contaminación del aire, suelo y agua, sin olvidar el cambio climático y los efectos colaterales en la salud humana. A ellos debe sumarse que también agotan y deterioran las reservas de recursos naturales cuando la extracción se realiza de manera no sustentable, lo que amenaza la productividad de la economía y el bienestar de las generaciones futuras. El indicador sobre la productividad de los materiales se calcula dividiendo el producto interno bruto por el consumo doméstico de materiales, lo cual da una idea de la importancia de los materiales para generar cada peso en la economía.
El cálculo del denominador del indicador se basa en la metodología conocida como Análisis de Flujo de Materiales (MFA, por sus siglas en inglés). La clasificación de los materiales que emplea el indicador se basa en la propuesta por la Oficina
de Estadísticas de la Unión Europea
(Eurostat, 2011).
Este indicador también forma parte del Conjunto de Indicadores de Crecimiento Verde de la OCDE. Debido a que el consumo doméstico no contabiliza los insumos requeridos para elaborar los productos que se importan, el valor de la productividad podría ser una sobreestimación de su valor real.
Un valor creciente en la productividad de los materiales significa que se requieren menos de ellos para producir una unidad del producto interno bruto. Ello puede significar una reducción de la presión que la economía ejerce en las reservas de recursos naturales y en la calidad ambiental nacional y global.