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El desempleo es una señal de la subutilización de uno de los recursos más importantes de la economía: el trabajo y el capital humano. Entre sus consecuencias más importantes por la magnitud de sus efectos están, además de la pobreza y la desintegración familiar, la migración, la pérdida de personal calificado hacia el sector informal, la delincuencia y la inseguridad. Esta problemática requiere de atención inmediata para asegurar el acceso de la población a empleo e ingresos suficientes para satisfacer sus necesidades de consumo. El indicador, la tasa de desocupación (también conocida como "tasa de desempleo abierto"), muestra el número de personas que buscan activamente trabajo pero no lo han encontrado, respecto del total de la población económicamente activa.
El indicador por sí mismo no debe emplearse como un indicador de bienestar social.
Debido a la naturaleza de las consideraciones de la población desocupada en búsqueda de trabajo, se recomienda consultar la información complementaria de este indicador y la incluida dentro del indicador de la tasa de ocupación.
Este indicador también forma parte del Conjunto de Indicadores de Crecimiento Verde de la OCDE.
La evolución a la baja de la tasa de desocupación no debe interpretarse como un aumento del bienestar social. El indicador ofrece, para una fecha específica, las expectativas de integración al mercado de trabajo de una proporción de la población económicamente activa.