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El capital humano es uno de los principales activos de los que disponen los países para generar ingresos y bienestar social. Como el resto de los capitales, puede aumentar o depreciarse, principalmente a través del empleo y las condiciones en las que se desarrolla. Desde el punto de vista social, el empleo estable es la principal fuente de protección para los trabajadores y sus familias. La falta de aprovechamiento del capital humano constituye una condición social desestabilizadora que puede incidir sobre la pobreza, la productividad, las condiciones de empleabilidad y la cohesión social. La tasa neta de ocupación corresponde al porcentaje de la población económicamente activa respecto a la población que está en edad para trabajar. Como tal es un indicador del grado de utilización del capital humano nacional en la actividad económica.
El indicador por sí mismo no debe emplearse como un indicador de bienestar social. Se sugiere complementarlo con otros indicadores para dar un mejor panorama de la complejidad de la situación laboral del país. Se recomienda consultar la información complementaria de este indicador y la incluida en el indicador de la tasa de desocupación.
Este indicador también forma parte del Conjunto de Indicadores de Crecimiento Verde de la OCDE.
Valores crecientes del indicador denotan una proporción creciente de la población en edad de trabajar formando parte del mercado laboral, una señal positiva si el mercado de trabajo se encuentra en expansión; en el caso contrario, puede afectar la productividad e incrementar la competencia por puestos de trabajo. La diferencia en el valor del indicador entre hombres y mujeres puede denotar la dificultad que enfrentan las mujeres por circunstancias diversas para ingresar al mercado laboral nacional.