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El comercio exterior se refiere al intercambio de bienes y servicios entre dos o más países con la intención de satisfacer sus necesidades de mercado. Estas actividades, que consideran básicamente a las importaciones y las exportaciones, pueden contribuir al desarrollo de una nación a través de la incorporación de nuevos productos al comercio, el fortalecimiento de las cadenas productivas y por la creación de nuevas empresas y empleos. El indicador muestra el porcentaje del producto interno bruto (PIB) nacional que representa las importaciones y exportaciones en conjunto y sirve para determinar el grado de apertura y la exposición a la competencia en los mercados internacionales.
Se sugiere revisar conjuntamente con otros indicadores tradicionales de comercio exterior, como el saldo de la balanza comercial. Es importante considerar que debido a su naturaleza puramente monetaria, el indicador no capta los impactos medioambientales del comercio entre países o regiones, como son, por ejemplo, las huellas de carbono e hídricas de los productos que se comercian. Se sugiere revisar indicadores, cuando se disponga de ellos, que consideren el balance físico o de materiales del comercio exterior, los cuales ayudan a complementar la visión económica del comercio con la perspectiva ambiental.
Este indicador también forma parte del Conjunto de Indicadores de Crecimiento Verde de la OCDE.
Valores crecientes del indicador pueden interpretarse como un signo positivo de la inserción de la economía nacional a las redes de negocios del mercado mundial. Esto resulta favorable por la exposición a mayores niveles de competencia que podrían conducir a una mejora continua en los estándares de calidad y a la especialización en procesos o productos que contribuirían al crecimiento económico del país por un mayor valor agregado.