Indicadores de presión
Actividades turísticas
La zona norte del Pacífico mexicano tiene gran demanda turística no sólo por su belleza natural, sino también por la migración invernal de las ballenas gris y jorobada. Sin embargo, el turismo puede afectar a las poblaciones de estos cetáceos principalmente por alterar la calidad del agua y por las colisiones y perturbaciones que causan los barcos turísticos de observación (Burke et al., 2000; GESAMP, 2001; UNEP, 2002; PNUMA, 2003; Robles et al., 2007). La contaminación del agua está ocasionada principalmente por la descarga de aguas residuales no tratadas de establecimientos y embarcaciones turísticas, lo que libera cantidades importantes de nutrimentos y contaminantes que deterioran el hábitat marino (GESAMP, 2001, 2008; NOAA, 2001; UNEP, 2002). Las sustancias tóxicas vertidas (entre ellas compuestos con plomo, mercurio e hidrocarburos policlorados) pueden acumularse en la cadena trófica y almacenarse en la reserva de grasa de las ballenas (Lailson-Brito et al., 2008), lo que causa efectos negativos tanto en el sistema inmunológico como en su éxito reproductivo (Varanasi et al., 1993; Tilbury et al., 1999; WDCS, 2005; Dolman et al., 2006).
Las embarcaciones turísticas de observación perturban el hábitat y, en ocasiones pueden colisionar con las ballenas, produciéndoles heridas (Constantine, 1999; Urbán et al., 2005; Dolman et al., 2007; Parsons et al., 2007). El indicador autorizaciones para la observación de ballenas sugiere indirectamente la magnitud del riesgo que estos mamíferos pueden enfrentar por el sector turístico.
La observación de ballenas es una de las actividades ecoturísticas más importantes en el norte del Pacífico mexicano en la época invernal. La Secretaría de Turismo ha catalogado como una de las tres actividades ecoturísticas más rentables en el país, con cerca del 7.5% de la derrama económica de dicho rubro (Sectur, 2001). Desafortunadamente, el crecimiento no regulado de esta actividad turística puede causar impactos negativos en el corto, mediano y largo plazos en las poblaciones de estos animales. Sus principales efectos en las poblaciones de ballenas son las alteraciones en los patrones de actividad, conductas sociales aberrantes, cambios en la dieta, bajo éxito reproductivo y deserción de los ámbitos hogareños, entre otros (Spalding y Blumenfeld en CCA, 2000; INP 2001; Farmer, 2002; Medrano y Urbán, 2002; Lusseau, 2004; Williams et al., 2006; Montero, 2007). Los observadores de ballenas pueden servir como indicador directo de la presión que enfrentan las poblaciones de las ballenas gris y jorobada por esta actividad. Sin embargo, aún no hay datos para documentar este indicador.
Navegación pesquera y turística
El transporte marítimo, ya sea pesquero, de carga o de pasajeros, puede afectar negativamente a las poblaciones de cetáceos de una región. De manera indirecta, la navegación impacta por la alteración de la calidad del agua, principalmente por las descargas al mar de residuos líquidos y sólidos sin tratamiento, lo cual además de deteriorar la calidad del hábitat, ocasiona la incorporación de compuestos químicos potencialmente peligrosos al tejido de las ballenas (INP, 2001; Medrano y Urbán, 2002; CCC, 2003; Urbán et al., 2005; WDCS, 2005; IPEN-PNUMA, 2007).
De manera directa, los cascos y propelas de los buques pueden colisionar con los animales, provocándoles desde lesiones superficiales y fracturas, hasta la muerte. Las colisiones ocurren generalmente con buque-tanques, cargueros, buques militares y transoceánicos recreativos (Medrano y Urbán, 2002; Dolman et al., 2006). Por otro lado, la sensibilidad de los mamíferos marinos al ruido de los motores también los hace vulnerables a la presencia de embarcaciones. El ruido puede ocasionar efectos en la conducta, incluyendo interrupciones en los periodos de alimentación, socialización y vocalización, cambios en las conductas de inmersión, además de causar el desplazamiento de los cetáceos de su hábitat preferido (Parsons y Dolman, 2004; WDCS, 2004). Incluso, si el disturbio generado por el ruido se prolonga, puede ocasionar estrés, debilitamiento y la muerte de los animales (Parsons y Dolman, 2004). Las embarcaciones pesqueras y arribos de cruceros en zonas costeras con presencia de ballenas sugieren la presión de la navegación sobre las poblaciones de cetáceos. Por el momento, para la construcción del indicador se han considerado tan sólo a las entidades costeras del Pacífico Norte y Golfo de California. Aunque este indicador está incluido en la lista de indicadores para el desarrollo sostenible de la FAO, así como en los indicadores ambientales de la OCDE (2008) para evaluar la presión sobre las pesquerías, se considera que también puede emplearse para evaluar la presión sobre las poblaciones de algunas de las especies de cetáceos que habitan o visitan las aguas nacionales.
Actividades pesqueras
Una de las principales amenazas para una parte de la biodiversidad marina es la captura incidental por las pesquerías costeras y de mar abierto (Fleischer, 1996; PNUMA, 2003; Ross e Isaac, 2004; Soulsbury et al., 2008). Se estima que cada año en el mundo mueren accidentalmente por esta actividad más de 300 mil cetáceos (entre ballenas, delfines y marsopas), lo que pone en peligro la conservación de muchas especies (Ross e Isaac, 2004). La captura incidental de cetáceos se ha observado en una amplia diversidad de pesquerías (anchoa, macarela, arenque, atún y merluza, entre otras), así como con muy diversos tipos de redes (e. g., demersales y pelágicas de arrastre y redes agalleras; Ross e Isaac, 2004), provocándoles lesiones que van desde hematomas, desgarres musculares, rasgaduras, cortes o amputaciones de aletas, hasta la muerte por asfixia (Kuiken et al. en Ross e Isaac, 2004; Rodríguez-Valencia, 2006). La captura pesquera en la zona costera con presencia de ballenas refleja la presión que la captura pesquera incidental podría ejercer en las poblaciones de cetáceos que habitan esas aguas. Para la construcción del indicador se consideraron sólo las entidades federativas del Pacífico Norte y Golfo de California. Si bien el indicador es utilizado ampliamente por organismos internacionales (e. g., ONU, 2007 y OECD, 2008) y por las agencias o ministerios ambientales de los gobiernos de numerosos países (e. g., EU y México) para señalar la presión sobre los recursos pesqueros marinos, aquí se ha orientado hacia la presión que esta actividad representa para las poblaciones de cetáceos marinos. |