Introducción
El ozono se encuentra de manera natural en nuestra atmósfera, el 10% de él se ubica en la tropósfera que es la parte más baja de la atmósfera y el restante 90% se encuentra en la estratósfera, que se localiza aproximadamente entre los 10 y 50 kilómetros de altura. La mayor concentración de ozono ocurre entre los 25 y los 35 kilómetros, donde se forma lo que comúnmente se conoce como la capa de ozono estratosférico. Aunque esta capa abarca una parte muy pequeña de la atmósfera, la vida en el planeta no sería posible sin ella, ya que, absorbe la mayor parte de la radiación ultravioleta (UV) proveniente del sol, protegiendo así a los seres vivos de sus efectos dañinos. Por otro lado, la radiación UV absorbida es fuente de calor en la estratósfera, lo que contribuye a dar forma a la estructura térmica de la atmósfera. Por ello, la alteración del grosor de la capa de ozono tiene consecuencias graves para la vida en la Tierra (WMO et al., 2007).
El grosor de la capa de ozono estratosférico comúnmente se determina midiendo la cantidad de ozono presente en una columna vertical de aire. Este grosor se expresa en unidades Dobson (UD); 100 UD representan una cantidad equivalente a un milímetro de grosor de la capa de ozono, a nivel del mar y a 0°C (WMO et al., 2007). Los niveles de ozono varían naturalmente de 200 a 500 UD dependiendo de la latitud. Las concentraciones más altas se registran en las latitudes medias y altas, mientras que las concentraciones más bajas ocurren en los trópicos (entre 250 y 300 UD; WMO et al., 2007).
En 1970 se descubrió que ciertas sustancias orgánicas fabricadas por el hombre, que contienen cloro, flúor y bromo, estaban destruyendo la capa de ozono (Molina, M. J. y F. S. Rowland, 1974; UNEP, 2002; WMO et al., 2007)); una molécula de cloro o de bromo puede destruir cien mil moléculas de ozono. Estas sustancias conocidas como Sustancias Agotadoras del Ozono (SAO) se emplean en la refrigeración, aire acondicionado, espuma rígida de poliuretano, solventes, insecticidas, aerosoles y extintores. Las SAO participan en una compleja serie de reacciones que conduce a la destrucción del ozono. Ejemplo de estas sustancias son los clorofluorocarbonos (CFC), hidroclorofluorocarbonos (HCFC), halones, bromuro de metilo (MBR), tetracloruro de carbono (TET) y metil cloroformo (MCF) (UNEP, 2002; WMO et al., 2007).
A pesar de que las emisiones de SAO ocurren en prácticamente todo el mundo las condiciones climáticas del polo sur (nubes y viento polar) favorecen las reacciones que convierten a las SAO en gases reactivos que destruyen el ozono (UNEP, 2002; WMO et al., 2007; NASA, 2009).El adelgazamiento de la capa de ozono en Antártica ha producido lo que se conoce como el “agujero de ozono” (menor a 220 UD; WMO et al., 2007). Éste fue observado por primera vez a principios de los años ochenta y presentó su máximo tamaño registrado en el año 2000, cubriendo alrededor de 29.4 millones de kilómetros cuadrados; en el año 2008 abarcó 27 millones de kilómetros cuadrados, una superficie ligeramente más grande que Norteamérica la cual abarca alrededor de 25 millones de kilómetros cuadrados (NASA, 2008). Como consecuencia de la degradación de la capa de ozono se incrementa la exposición a la radiación ultravioleta, lo cual genera impactos negativos a la salud de las personas, tales como el cáncer de piel, cataratas en los ojos y la depresión del sistema inmune, además de alteraciones en la composición y función de los ecosistemas (daños a cultivos y estadios tempranos de especies importantes como peces, camarones, cangrejos y anfibios, alteración de los ciclos biogeoquímicos, cambios en la estructura trófica, probable disminución de la productividad marina, etc.) (WMO et al., 2007).
La preocupación de la comunidad científica y de los gobiernos de diversos países llevó a la adopción de la Convención de Viena sobre la Protección de la Capa de Ozono (1985) y al Protocolo de Montreal sobre Sustancias que Degradan la Capa de Ozono (1987), en los cuales se establecieron compromisos para reducir el consumo y la producción de las SAO (UNEP, 2009; WMO et al., 2007). México firmó estos tratados en 1985 y 1987 respectivamente, ratificó el Protocolo de Montreal en 1988 y ha adoptado las enmiendas de Londres (1991), Copenhague (1994) y recientemente las de Montreal (2006) y Beijing (2007; UNEP, 2009). El cumplimiento de los compromisos ante el Protocolo de Montreal implica costos económicos, por lo que con el fin de apoyar a los países en desarrollo surgió el Fondo Multilateral para la Implementación del Protocolo de Montreal, el cual recibe la contribución de los países industrializados (Multilateral Fund for the Implementation of the Montreal Protocol, 2009).
Referencias
NASA. Ozone Hole Watch. 2009. Disponible en:
http://ozonewatch.gsfc.nasa.gov/index.html Fecha de consulta: 28-07-2011.
NASA. The ozone hole. 2008. Disponible en:
http://www.theozonehole.com/nasa0ct2008.htm Fecha de consulta: 28-07-2011.
Molina, M. J. y F. S. Rowland. Stratospheric sink for chlorofluoromethanes: chlorine atom-catalysed destruction of ozone. Nature 249, 5460: 810-812. 1974.
Multilateral Fund for the Implementation of the Montreal Protocol. 2009. Disponible en http://www.multilateralfund.org/ Fecha de consulta: 28-07-2011.
UNEP. Ozone secretariat. Evolution of the Montreal Protocol. Status of Ratification. 2009. Disponible en: http://ozone.unep.org/Ratification_status/ Fecha de consulta: 28-07-2011.
UNEP. Protecting the Ozone Layer. The United Nations History. United Kingdom. 2002.
WMO, NOAA, NASA, UNEP y European Commission. Scientific Assessment of Ozone Depletion: 2006. Global Ozone Research and Monitoring Project—Report No. 50. Switzerland. 2007.
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