Introducción
Los residuos sólidos urbanos (RSU) – antes residuos sólidos municipales (RSM) – se definen como “los generados en las casas habitación, que resultan de la eliminación de los materiales que utilizan en sus actividades domésticas, de los productos que consumen y de sus envases, embalajes o empaques; los residuos que provienen de cualquier otra actividad dentro de establecimientos o en la vía pública que genere residuos con características domiciliarias, y los resultantes de la limpieza de las vías y lugares públicos, siempre que no sean considerados por la Ley como residuos de otra índole”, de acuerdo a la nueva Ley General para la Prevención y Gestión Integral de los Residuos, publicada en octubre del año 2003 (DOF, 2003).
La generación y manejo de los RSU ha evolucionado con la urbanización, el crecimiento económico y la industrialización. En América Latina, la población urbana regional generaba en 1995 alrededor de 330 mil toneladas de basura al día, de las cuales una tercera parte correspondía a la Ciudad de México, Sao Paulo y Buenos Aires (PNUMA, 2003). Si toda esta basura se dispusiera en rellenos sanitarios se necesitarían cerca de 380 mil metros cúbicos diarios de espacio (BID y OPS, 1997). En los últimos treinta años, la generación de residuos per cápita en Latinoamérica se ha duplicado y la composición ha cambiado de ser en su mayor parte orgánica a no biodegradable y voluminosa, lo que hace más difícil su manejo. Si bien hay avances en materia de rellenos sanitarios, éstos se orientan principalmente a las grandes ciudades (BID y OPS, 1997); en zonas rurales la disposición es aún más descontrolada, siendo común que se depositen los desechos a cielo abierto, a orillas de caminos, en barrancas y cuerpos de agua (BID y OPS, 1997). A pesar de no haber recibido tanta atención ni de contar con suficiente información, la descarga de desechos al mar también es un problema, como se ha reconocido en países del Caribe (IMO, 1995).
La presencia de RSU en los cuerpos de agua provoca diversos impactos; en aguas superficiales alteran la estructura física del hábitat y afectan negativamente la calidad del agua (Fatta et al., 2000; Fetter, 2001). También los recursos hídricos subterráneos pueden contaminarse por la infiltración de los lixiviados derivados de los RSU (para más detalles ver el capítulo de “Agua”, en su sección de “Calidad”). La problemática se agudiza con la presencia de residuos industriales o de compuestos químicos, como los derivados de las pilas y baterías que contienen materiales tóxicos (Semarnat-INE, 2002 y 2004).
En tiraderos a cielo abierto, la contaminación atmosférica se manifiesta por la presencia de malos olores, la generación de humos, gases y partículas en suspensión debido a la quema provocada o espontánea de la basura y por el arrastre de los vientos. La contaminación atmosférica derivada de la quema en estos tiraderos y del uso de incineradores sin sistemas de control de la contaminación, representa un serio riesgo a la salud por la presencia de plásticos, compuestos organoclorados y otros productos químicos de significativa peligrosidad (BID y OPS, 1997).
Las afectaciones en la salud humana debidas a agentes físicos, químicos y biológicos contenidos en los RSU son el efecto principal de una deficiente gestión de los residuos. Los agentes típicos relacionados a los RSU que afectan la salud de los trabajadores y población expuesta son básicamente: olor, ruido y polvo, que pueden provocar malestares como cefalea, náuseas y estrés. La presencia de animales como ratas, cucarachas e insectos puede provocar la transmisión de enfermedades como cólera, disentería, etc. La presencia de microorganismos patógenos ocurre también a través del papel higiénico, gasa y pañales desechables, entre otros; sin embargo, los agentes patógenos son poco resistentes a las condiciones ambientales desfavorables y sobreviven por poco tiempo en el exterior. Son muy pocos los datos de morbilidad derivados de estudios epidemiológicos que permitan asociar las enfermedades con los RSU. Algunos agentes que pueden mencionarse como causantes de enfermedades presentes en los RSU son aquellos responsables de problemas intestinales (Ascaris lumbricoides y Entamoeba coli, por ejemplo), el virus que causa la hepatitis (principalmente del tipo B) y los microorganismos responsables de algunas dermatitis (BID y OPS, 1997).
En México, el creciente volumen de residuos sólidos generados, la dificultad para su recolección, el agotamiento rápido de la vida de los rellenos sanitarios y el desperdicio de materiales dotados de valor, han hecho necesario el establecimiento de mecanismos para fomentar el reciclaje y compartir la responsabilidad del manejo de los residuos entre los sectores involucrados directa o indirectamente en su generación. Muestra de ello es la Ley General para la Prevención y Gestión Integral de los Residuos, que trata aspectos de la prevención de la generación y la valoración de los materiales contenidos en los residuos (Cortinas, 2004).

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