P R E S I Ó N |
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La expansión e intensificación agrícola acelera los procesos de deterioro del suelo, sobre todo si la actividad se realiza en zonas poco propicias y con técnicas inadecuadas. El resultado de una actividad agrícola mal ubicada o inadecuada es la degradación de los suelos que puede expresarse de diversas formas, como la reducción de la fertilidad o la erosión, lo que a su vez se traduce en la disminución de la productividad agrícola. Todo lo anterior incrementa la presión que conduce a la apertura de nuevas superficies para la agricultura.
La información de la superficie sembrada se basa en un registro administrativo, el cual no incluye a los terrenos que fueron agrícolas y que ahora se encuentran abandonados debido a su baja productividad. Con base en el estudio de degradación de suelo realizado por la Semarnat y el Colegio de Postgraduados (2003), la superficie ocupada para uso agrícola era de 32.3 millones de hectáreas. El avance de la frontera agrícola está considerado como indicador por la FAO, por el Sistema Chileno de Información Ambiental y por el Sistema de Indicadores de Desarrollo Sostenible para Argentina.