Indicadores de presión
Cambio de uso del suelo
Una de las presiones más importantes para los recursos forestales en México y el mundo es la conversión de las tierras forestales a otros usos del suelo (Matthews et al., 2000; SCBD, 2001a; Groombridge y Jenkins, 2002; PNUMA, 2003, WCU, 2008; FAO, 2009). Esta pérdida de la cobertura forestal es resultado de la expansión de las zonas agrícolas, ganaderas y urbanas, así como de la construcción de redes de transporte, otro tipo de infraestructura (e. g., redes eléctricas o represas) o por la explotación minera. Este cambio de la cubierta forestal a otra con ausencia de árboles puede ocasionar dos impactos básicos en el estado de los recursos forestales: la reducción del área de las masas forestales (junto con las existencias de sus diversos productos) y el deterioro de la calidad de las áreas remanentes por los efectos de la fragmentación. La contracción de las áreas forestales y su fragmentación puede originar una drástica reducción de los tamaños poblacionales de las especies comerciales, propiciar su aislamiento geográfico, reducir su variabilidad e intercambio genético, así como afectar su éxito reproductivo; todo lo anterior pone en riesgo su viabilidad y explotación comercial en el largo plazo (Templeton et al., 1990; Young et al., 1996; Groombridge y Jenkins, 2002; White et al., 2002). En este sentido, el indicador cambio de uso del suelo en zonas forestales denota la intensidad de la presión que sobre los recursos forestales ejerce la expansión de las actividades agrícola y ganadera y el crecimiento de las zonas urbanas. El indicador reporta los cambios entre los dos últimos inventarios del uso del suelo y vegetación: la Cartografía de uso del suelo y vegetación series III y IV del INEGI de 2002 y 2007, respectivamente. Este indicador también es utilizado por la Agencia de Protección Ambiental de los Estados Unidos (EPA, 2008).
Extracción de productos forestales maderables y no maderables
Los productos forestales que se extraen de bosques y selvas se clasifican en dos grandes grupos: los maderables, que incluyen la madera para la escuadría, el papel, la chapa, el triplay y la leña; y los no maderables, un vasto conjunto que agrupa a la tierra de monte, resinas, fibras, ceras, frutos y plantas vivas, entre otros (SCBD, 2001b; FAO, 2009; Semarnat, 2009). La explotación no controlada de estos productos puede tener repercusiones importantes sobre su explotación en el largo plazo. La remoción de los árboles de las especies comerciales puede afectar la capacidad de regeneración de las poblaciones, principalmente por la remoción de los adultos reproductivos y por el daño que las labores extractivas pueden causar a los individuos en las fases tempranas de la regeneración natural. También puede producir la alteración del hábitat, afectando las condiciones microclimáticas, y promover la invasión de especies exóticas (Groombridge y Jenkins, 2002; Brown y Gurevitch, 2004). Ejemplos de productos forestales maderables y no maderables en los que el aprovechamiento no controlado ha puesto en riesgo de extinción la explotación comercial son la caoba (Swietenia spp.), el cedro rojo (Cedrela odorata), el pino colonial (Araucaria cunninghamii), el pino de Brasil (Araucaria angustifolia), la cáscara sagrada (Rhamnus purshianus) y el tejo del Pacífico (Taxus brevifolia), entre muchos otros (Turner, 2001; TRAFFIC, 2002, CITES, 2006). En este sentido, la producción forestal maderable y no maderable revela la presión que las actividades extractivas de estos productos ejercen sobre los recursos forestales del país. Estos indicadores son empleados en la Agenda 21 for the Baltic Sea Region (Baltic 21, 2000), así como en los Indicadores Ambientales Clave de la OCDE (OECD, 2008) y de la Unión Europea (2007).
Incendios forestales
Los incendios forestales ocurren de manera natural y constituyen un factor importante para la dinámica natural de muchos ecosistemas forestales del mundo, sobre todo en los bosques templados. Debido a ellos, se incrementa la disponibilidad de los nutrimentos en el suelo y se inician los procesos de sucesión ecológica que ayudan al mantenimiento de la biodiversidad (Matthews et al., 2000; Edward y Miyanishi, 2001; FAO, 2007b). Sin embargo, en la actualidad y debido en gran parte a las actividades y control humanos, los patrones naturales de ocurrencia de incendios se han modificado. Ahora muchos de los incendios forestales ocurren en zonas que anteriormente no sufrían de fuegos, mientras que en zonas que presentaban regímenes periódicos de fuego, los incendios se han suprimido (FAO, 2007b). Los dos factores que mayormente inciden en el incendio de las masas forestales en muchos países son la tala sostenida de bosques y el empleo del fuego para la habilitación de terrenos cultivables; sin embargo, también los incendios previos, las fogatas y la quema de basura favorecen su ocurrencia (Cochrane, 2002; WWF, 2002; FAO, 2007b). Sus efectos sobre los recursos forestales pueden observarse en dos niveles: por un lado, sobre el deterioro y pérdida de los mismos recursos y, por otro, en el detrimento de la calidad del ambiente en el que se encuentran. En el caso de los primeros, el calor del fuego induce la muerte de los tejidos y deformaciones en los árboles, reduciendo con ello la calidad de su madera (Castillo et al., 2003). El fuego también puede eliminar por completo los renuevos de las poblaciones de las especies comerciales y propiciar la invasión de plagas y enfermedades forestales (Matthews et al., 2000; FAO, 2007b). Los costos económicos que acarrea la pérdida de los recursos forestales pueden ser enormes. Entre 1997 y 1998, por ejemplo, en Indonesia se quemaron cerca de 4.7 millones de hectáreas de bosque tropical, calculándose la pérdida de los productos maderables en cerca de 2 mil millones de dólares y la de los productos no maderables en cerca de 586 millones (SCBD, 2001c). El indicador incendios forestales y superficie afectada sirve para denotar la presión que estos eventos tienen sobre los recursos forestales del país. Este indicador también es utilizado en el Report on Sustainable Development Indicators de Grecia (NCESD, 2003) y en el Criteria and Indicators of Sustainable Management in Canada (2005).
Plagas forestales
Las plagas forestales son cualquier especie, variedad o biotipo vegetal, animal o patógeno que causa daños en las plantas o los productos vegetales (FAO, 2006). Estos daños pueden ser de de tipo mecánico o fisiológico, observándose por ejemplo como deformaciones, disminuciones en el crecimiento, debilitamiento o incluso la muerte de los individuos. Las plagas pueden causar directa o indirectamente, pérdidas económicas y ambientales (Conafor, 2003, 2004; FAO, 2006). Son consideradas como una de las principales causas de disturbio en los bosques templados del país, reconociéndose cerca de 250 especies de insectos y patógenos las que pueden afectar al arbolado nacional (Semarnat, 2009). Dentro de los factores naturales que facilitan el ataque de plagas están los fenómenos meteorológicos como las sequías, huracanes y nevadas, así como otras conflagraciones naturales, como los incendios (Matthews et al., 2000; Castillo et al., 2003; PNUMA, 2003). Sin embargo, las actividades humanas también facilitan el ataque de las plagas forestales (FAO, 2006). El aprovechamiento y pastoreo no regulados, el deficiente manejo silvícola, la introducción de especies de plagas y patógenos de otras regiones geográficas, así como los incendios inducidos, predisponen a las masas arboladas al ataque por insectos o patógenos. La superficie afectada por plagas forestales puede indicar la presión que este factor ejerce sobre el estado de los recursos forestales nacionales. La superficie de bosques afectada por plagas y enfermedades forestales se considera dentro de la lista de indicadores de Criteria and Indicators of Sustainable Management in Canada (2005).
Tala ilegal
Uno de los factores que afectan la condición de los recursos forestales en México y el mundo es la tala ilegal en bosques y selvas. La tala ilegal ocurre cuando la madera es cosechada, transportada, comprada o vendida infringiendo las leyes nacionales (MEA, 2005, Brack, 2007). El procedimiento de cosecha mismo puede ser ilegal e incluir medios ilícitos para lograr el acceso al bosque, realizar la extracción sin permiso, cortar especies protegidas o extraer madera por encima de los límites acordados. Las ilegalidades también pueden ocurrir durante el transporte, el procesamiento, la exportación, la declaración fraudulenta en las aduanas y la evasión de impuestos. Esta actividad genera pérdidas a los países madereros que el Banco Mundial estima entre los 10 y los 15 mil millones de euros al año (Comisión Europea, 2004). La tala ilegal afecta los recursos forestales tanto por la reducción de sus volúmenes, como por sus efectos en la promoción de la deforestación y la aparición de fuegos y plagas forestales (Comisión Europea, 2004; Brack, 2007; WWF, 2009). El volumen de productos forestales maderables aprovechados ilícitamente es indicador de la presión que esta actividad ejerce sobre los recursos forestales nacionales. Sin embargo, a la fecha no se cuenta con datos precisos sobre los volúmenes extraídos ilícitamente en el país, por lo que se presenta como indicador alternativo la madera decomisada por inspección forestal como una medida, seguramente inferior al valor real, de los productos que se obtienen de esta manera en los bosques y selvas nacionales.
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