Introducción
México es uno de los países con mayor riqueza biológica en el mundo, tanto a nivel de ecosistemas como de especies y genes. Con aproximadamente el 12% de la biodiversidad del planeta, México se incluye dentro de la lista de los 12 países megadiversos, al lado de Brasil, Colombia, Indonesia, Perú, India y Australia, entre otros (Conabio, 2006). Actualmente se reconocen más de 100 mil especies en el territorio, de las cuales cerca de 32 mil corresponden a plantas y hongos y las restantes a diversos grupos de animales (Llorente-Bousquets y Ocegueda, 2008). Es uno de los cinco países más ricos en especies de plantas y anfibios, el primero en reptiles y el tercero en mamíferos (Espinosa et al., 2008).
Otro de los rasgos que caracteriza a la biodiversidad mexicana es su elevado grado de endemismo, es decir, el número de especies que habitan exclusivamente en su territorio. A este respecto, sobresalen los anfibios (con cerca del 48% de sus especies endémicas al territorio), los reptiles (46%) y las cactáceas (50%; Llorente-Bousquets y Ocegueda, 2008).
Toda esta diversidad de especies brinda múltiples bienes a la sociedad: sirven como alimentos y materias primas para la fabricación de diversos productos, para la obtención de energía y como fuente de los principios activos de muchos productos farmacéuticos, entre otros tantos bienes (UNDP, UNEP, WB y WRI 2000; Groombridge y Jenkins, 2002; Ranganathan, 2008; Balvanera, Cotler et al., 2009). Cuando todas estas especies se integran en la enorme diversidad y complejidad de los ecosistemas también prestan una gran variedad de servicios ambientales, tales como la filtración y purificación de las aguas, la protección de las zonas costeras, la regulación del ciclo hidrológico y del clima, la generación y conservación de los suelos, la dispersión y degradación de los deshechos, la polinización de los cultivos y la absorción de contaminantes, entre los más importantes (Ehrlich y Ehrlich, 1992; UNEP, 2007; CBD, 2005; UE, 2006).
Al igual que en muchos otros países del mundo, la biodiversidad mexicana encara serias amenazas que la ponen en grave riesgo. A la fecha, varias decenas de especies, entre plantas y animales, se han extinto en el territorio, mientras que centenares se incluyen dentro del listado de especies en riesgo. La transformación de los sistemas naturales a sistemas productivos (agrícolas, ganaderos o acuícolas), la sobreexplotación de las poblaciones silvestres, el aprovechamiento ilegal, la contaminación del suelo, aires y el agua, así como la introducción de especies exóticas son algunas de las actividades que producen los mayores impactos en la biodiversidad (Arriaga et al., 1998, 2000; Sánchez-Colón et al., 2009).
Con el objetivo de salvaguardar esta enorme riqueza natural, desde muchos años atrás, se han implementado diversas estrategias encaminadas a su protección y rescate. El Sistema Nacional de Áreas Naturales Protegidas, los Programas de Pago por Servicios Ambientales, los Proyectos de Conservación y Recuperación de Especies Prioritarias, las Unidades de Manejo para la Conservación de la Vida Silvestre (Uma), además de numerosos esfuerzos en materia de normatividad, de inspección y de vigilancia, son sólo algunos ejemplos de ellas.
En esta sección se integran indicadores relacionados con los factores que amenazan a las especies de flora y fauna nacionales, algunos otros que monitorean su estado actual y las acciones encaminadas para detener y revertir algunos de los impactos sobre ellas. Aun cuando se enfocan a la biodiversidad en su conjunto, se han añadido grupos de indicadores especiales para grupos de especies que, por su importancia ecológica o su grado de amenaza, es conveniente tratar por separado. Este es el caso de las tortugas marinas y de algunos de los cetáceos que visitan o habitan las aguas marinas nacionales (la ballena gris y jorobada y la vaquita marina).
Referencias
Arriaga C., L., E. Vázquez-Domínguez, J. González-Cano, R. Jiménez R., E. Muñoz L. y V. Aguilar S. Regiones Prioritarias Marinas de México. Conabio. México. 1998.
Arriaga C., L., V. Aguilar S. y J. Alcocer D. Aguas continentales y diversidad biológica de México. Conabio. México. 2000.
Balvanera, P., H. Cotler et al. Estado y tendencias de los servicios ecosistémicos. En: Capital natural de México, vol. II: Estado de conservación y tendencias de cambio. Conabio, México, 2009.
CBD. International day for biological diversity-22 may. 2005. Disponible en: http://www.cbd.int/ibd/2005/ Fecha de consulta: 30-10-2012.
Conabio. Capital Natural y Bienestar Social. México. 2006.
Ehrlich A. H. y P. R. Ehrlich. Causes and consequences of the disappearance of bidiversity. En: Sarukhán, J. y R. Dirzo (Comps.). México ante los retos de la biodiversidad. Conabio. México. 1992.
Espinosa, D., S. Ocegueda et al. El conocimiento biogeográfico de las especies y su regionalización natural. En: Capital natural de México, vol. I: Conocimiento actual de la biodiversidad. CONABIO, México. 2008.
Groombridge, B. y M. D. Jenkins. World Atlas of Biodiversity. UNEP WCMC. University of California Press. USA. 2002.
Llorente-Bousquets, J., y S. Ocegueda. Estado del conocimiento de la biota. En: Capital natural de México, vol. I: Conocimiento actual de la biodiversidad. Conabio. México. 2008.
Ranganathan,J., K. Bennett, C. Raudsepp-Hearne, N. Lucas, F. Irwin, M. Zurek, N. Ash y P. West. Ecosystem Services: A Guide for Decision Makers. WRI. 2008.
Sánchez Colón, S., A. Flores Martínez, I.A. Cruz-Leyva y A. Velázquez. Estado y transformación de los ecosistemas terrestres por causas humanas. En: Capital natural de México, vol. II: Estado de conservación y tendencias de cambio. Conabio, México. 2009.
UE. Plan de acción para en favor de la biodiversidad. 2006. Disponible en:
http://europa.eu/legislation_summaries/environment/nature_and_biodiversity/
l28176_es.htm
Fecha de consulta: 30-10-2012.
UNDP, UNEP, WB y WRI. World Resources 2000-2001. Washington DC, 2000.
UNEP. Informe Anual del PNUMA. 2007. Disponible en:
http://www.unep.org/PDF/AnnualReport/2007/UNEP_AR_2007_SP.pdf Fecha de consulta: 30-10-2012.
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