Introducción
Hasta la década de los años ochenta, algunos temas que vinculaban la salud humana con el medio ambiente se enfocaban en padecimientos infecciosos tales como el cólera y otras enfermedades gastrointestinales derivadas del manejo inapropiado de las aguas residuales. Sin embargo, en las últimas décadas la atención también se ha dirigido a padecimientos no infecciosos, como el cáncer y ciertos problemas congénitos inducidos por compuestos tóxicos peligrosos (Masters, 1991; CCA, 2007). Las graves consecuencias de la disposición inadecuada de los residuos peligrosos quedaron expuestas en diversos episodios internacionales, como las intoxicaciones por mercurio y cadmio ocurridas en Japón que produjeron, además de graves problemas de salud en la población, elevados costos económicos. En el caso de México, por ejemplo, la contaminación por cromo dispuesto a cielo abierto y descargado en las aguas residuales en Tultitlán, Estado de México, entre 1974 y 1977, trajo consigo importantes daños a la salud, alertando a la sociedad acerca del riesgo que implica la exposición a este tipo de residuos (Sedesol e INE, 1993). En el caso del plomo, este metal entró al medio ambiente por la combustión de las gasolinas -hasta su eliminación en años recientes- y por su uso en la fabricación de pinturas. La exposición al plomo en México provocó que entre 40 y un 88% de los niños de varias comunidades presentaran altos niveles de este metal en la sangre (Romieu et al., 1994, 1995), la cual puede reducir el crecimiento y causar problemas neurológicos y de aprendizaje.
Un residuo se considera peligroso por sus características de corrosividad, como los ácidos y las bases fuertes; reactividad, como los nitratos y metales alcalinos; su explosividad, como los peróxidos y cloratos; su toxicidad, como los cianuros, arsénicos y sales; su inflamabilidad, como los alcoholes y los hidrocarburos aromáticos, y por sus propiedades infecciosas, como la sangre o ciertos agentes infecciosos (Bueno et al., 1996).
El sector industrial manufacturero es uno de los principales generadores de residuos peligrosos en el país; entre sus desechos destacan los sólidos residuales, aceites gastados, líquidos residuales de proceso, disolventes y lodos. Le sigue el sector minero, en el que se incluye la extracción de petróleo que, en su mayor parte genera líquidos residuales de procesos, además de lodos, escorias y sólidos (Semarnap-INEGI, 1999; Semarnat 2006). Los residuos biológico-infecciosos, generados principalmente en hospitales, clínicas, laboratorios y centros de investigación, se producen en menores cantidades, sin embargo, no por ello son menos importantes.
Desde hace tiempo se han puesto en marcha en todo el mundo numerosas investigaciones con el fin de establecer, con mayor certidumbre, los efectos de diversas sustancias químicas en la salud humana. Actualmente existe evidencia suficiente para demostrar la relación entre los daños a la salud y la exposición a los compuestos tóxicos presentes en los residuos peligrosos (ATSDR, 2004). Una de las vías por la que la población y los demás elementos de los ecosistemas se ven afectados por los residuos peligrosos manejados de manera inadecuada es a través de la contaminación de sus fuentes de agua, tanto superficiales como subterráneas (Sedesol-INE, 1993; Semarnat 2006). Algunas de las enfermedades asociadas con la exposición a los residuos peligrosos son cáncer, malformaciones genéticas y daños renales y hepáticos (Díaz-Barriga, 1996; Ostrosky et al., 1996).
En respuesta, diversos países –entre los que se incluye México– establecieron instrumentos legales para el manejo de estas sustancias, tomando en cuenta la totalidad de su ciclo de vida, es decir, desde su producción hasta su disposición final, en un esquema conocido como “de la cuna a la tumba” (Masters, 1991). Resultado de ello son la Norma Oficial Mexicana NOM-052-ECOL-2005, que establece las características, el procedimiento de identificación y los listados de los residuos que los hacen peligrosos por su toxicidad al ambiente; el Reglamento de la Ley General del Equilibrio Ecológico y la Protección al Ambiente en Materia de Residuos Peligrosos, la Licencia Ambiental Única (LAU), la Cedula de Operación Anual (COA) y el Registro de Emisiones y Transferencia de Contaminantes (RETC); la Ley General para la Prevención y Gestión Integral de los Residuos, y una decena de normas oficiales más (DOF, 2003; Semarnat, 2004; Semarnat 2006).
La problemática asociada a los residuos peligrosos tiene dos grandes líneas; por un lado, la que se deriva de la presencia de sitios ya contaminados por residuos peligrosos y, por otro, aquella orientada a la prevención de la contaminación de nuevos sitios. De esta manera, las acciones para su atención se han dirigido a la identificación y atención de los sitios contaminados y a la prevención de la contaminación mediante instrumentos normativos (e. g., visitas de inspección a los generadores) y voluntarios (e. g., auditorías ambientales). Paralelamente se ha trabajado en la creación de infraestructura para el manejo adecuado de los residuos en sus diferentes modos: almacenamiento, recolección, transporte, alojamiento, reuso, tratamiento, reciclaje, incineración y disposición final (Semarnat-Profepa, 2003; CCA 2007), así como en la promoción de acciones de minimización en sus volúmenes de generación, impulsando cambios en los procesos de producción, sustitución de productos o cualquiera otra medida que asuma la empresa generadora antes de reciclar, tratar o disponer los residuos (EPA-Sedesol, 1993; CMPL, 2004; FIPREV, 2004; GTZ, 2004).
Referencias
ATSDR. Tox FAQs. Agency for Toxic Substances and Disease Registry. 2004. Disponible en: http://www.atsdr.cdc.gov/es/toxfaqs/es_toxfaqs.html.
Bueno, J., H. Alexander, M. Mazari y D. Piñero. Los Residuos Peligrosos y su Impacto en los Ecosistemas. En: Rivero, O., G. Ponciano y S. González. Los Residuos Peligrosos en México. Programa Universitario del Medio Ambiente-UNAM. México. 1996.
CCA. En balance: emisiones y transferencia de contaminantes en América del Norte, 2004. Canadá. 2007.
CMPL. Mesa Redonda para la Prevención de la Contaminación en México. Centro Mexicano para la Producción más Limpia. 2004.
Díaz-Barriga, F. Los Residuos Peligrosos en México. Evaluación del Riesgo para la Salud. Salud Pública de México. 38: 280-291. 1996.
DOF. Ley General para la Prevención y Gestión Integral de los Residuos. México. 2003 (8 de octubre).
EPA-Sedesol. Minimización de residuos en la industria del acabado de metales. CEPIS Publicaciones. 1993. 2004. Disponible en:
http://www.bvsde.paho.org/eswww/fulltext/epa/minimeta/minica02.html
FIPREV. 2004. Disponible en:
http://www.eclac.org/publicaciones/xml/5/20445/R866.pdf
GTZ . “Public Private Partnership (PPP). 2004. Disponible en:
http://www.gtz.de/en/leistungsangebote/2362.htm.
Masters, G. M. Introduction to Environmental Engineering and Science. Prentice Hall. New Jersey, U.S.A. 1991.
Ostrosky P, R. Rodríguez, H. Gutierrez y T. Fortoul. Efectos de los Residuos Peligrosos sobre la Salud En Rivero O, G. Ponciano y S. González. Los Residuos Peligrosos en México. PUMA. México. 55-80. 1996.
Romieu, I., E. Palazuelos, M. Hernández A., C. Ríos, I. Muñoz, C. Jiménez y G. Cahero. Sources of lead exposure in Mexico City. Environ Health Prespectives 102:384-389. 1994.
Romieu, I., T carreon, L. Lopez, C. Rios, and M. Hernandez-Avila. Environmental urban lead exposure and blood levels in children of Mexico City. Environmental health Perspectives. 103:1036-1040. 1995. En: Ecosystems and Human Well-Being, Current State and Trends, Volume I. Millennium Ecosystems Assessment. USA 2005
Sedesol-INE. Residuos Peligrosos en el Mundo y en México. Serie Monografías No. 3. México. 1993.
Semarnat-INEGI. Indicadores de desarrollo sustentable en México. México. 1999.
Semarnat-Profepa. Informe Anual Profepa 2002. México. 2003.
Semarnat. Legislación Ambiental. 2004a. Disponible en:
http://www.semarnat.gob.mx/leyesynormas/Pages/inicio.aspx
Semarnat. La Gestión Ambiental en México. México 2006. 2006.
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