Características generales de las zonas marinas y costeras de México

Ámbito Geográfico

La superficie de las zonas marítimas de jurisdicción nacional es de aproximadamente 3,149,920 km² (comprende el Mar Territorial y Zona Económica Exclusiva), 2,320,380 km² para el Océano Pacífico y 829,540 km² para el Golfo de México y Mar Caribe. La longitud de costa del país es de 11,122 km, sin contar las islas. El litoral del Pacífico y Golfo de California suman 7,828 km, mientras que el Golfo de México y Mar Caribe tiene 3,294 km. De las entidades que conforman la República Mexicana, 17 colindan con las zonas marítimas que la rodean. Por su parte, la superficie insular es de 5,127 km².

De acuerdo con la Política Nacional de Mares y Costas de México, la zona costera es el espacio geográfico de interacción mutua entre el medio marino, el medio terrestre y la atmósfera, comprendido por: a) una porción continental definida por 265 municipios costeros; 150 con frente de playa y 114 sin acceso al mar, pero con influencia costera alta y media (por ejemplo, vegetación costera); b) una porción marina definida a partir de la plataforma continental delimitada por la isobata de los 200 metros, y c) una porción insular representada por las islas nacionales.

Características ambientales

Regionalización marina

Gracias a las características ambientales tales como corrientes marinas, geomorfología, batimetría, climas y productividad, entre otras, los mares mexicanos pueden clasificarse en regiones. Para la determinación de las regiones marinas, el entonces Instituto Nacional de Ecología realizó, entre 2004 y 2006, talleres con científicos. La regionalización resultante fue:

Región I Pacífico Norte. Influenciada por la corriente de California que desciende del norte y produce sugerencias a lo largo de la costa, las cuales favorecen la alta productividad primaria de sus aguas y definen su diversidad biológica. Se caracteriza por la existencia de numerosas bahías, varias de las cuales sirven de zona de reproducción y cría de ballenas. Presenta pesquerías de importancia comercial como la anchoveta, sardina, atún, ostión, algas marinas, erizo, pepino de mar y varios tipos de almeja y abulón.

Región II Golfo de California. El Golfo de California, Mar Bermejo o Mar de Cortés, es un cuerpo de agua semi-cerrado (mar marginal), influenciado fuertemente por la circulación y el efecto de las mareas, con un gradiente batimétrico pronunciado. Tiene un complejo sistema de circulación en el que interactúan la Corriente de California, la del Golfo de California y la Costera de Costa Rica, el cual genera en verano giros ciclónicos y anticiclónicos en invierno, en la parte norte, e importantes sugerencias en las zonas cercanas a la costa. Los procesos físicos y químicos que ocurren al interior del Golfo de California están sujetos, además, a las condiciones climáticas de la región, particularmente las elevadas temperaturas y los patrones de circulación de viento. Estos factores permiten la existencia de una amplia diversidad biológica, la presencia de especies endémicas y migratorias, así como una elevada productividad que lo convierte en la principal región pesquera del país. Con un número importante de islas en su interior, el paisaje natural y el estado de conservación de la flora y fauna marina y costera del Golfo de California está muy bien valorado a nivel mundial.
La actividad acuícola se ha desarrollado de manera muy importante en las zonas costeras de Sonora, Sinaloa y Nayarit; sin embargo, las aguas de algunos ambientes costeros, en segmentos del litoral desde Guaymas hacia el sur, se ven fuertemente afectadas por el aporte de nutrientes y la contaminación asociada a la escorrentía de las zonas agrícolas y las descargas de aguas residuales de origen urbano.

Región III Pacífico Sur. Influenciada por las aguas cálidas de la Corriente Costera de Costa Rica y en menor medida por las aguas frías descendentes de la Corriente de California, la región presenta una morfología irregular con un número importante de lagunas costeras, sistemas lagunares-estuarinos, bahías, barras y playas arenosas. Importantes desarrollos turísticos, portuarios e industriales se ubican en esta región. La tectónica de placas y los procesos de subducción de piso oceánico le confieren a la región una alta sismicidad. La orientación espacial de la línea de costa hace a la región susceptible al impacto de oleajes extremos provenientes del hemisferio sur.

Región IV Golfo de México y Mar Caribe. Comprende toda la cuenca del Golfo de México, la cual posee la plataforma continental más ancha del país, así como zonas de exploración y explotación petrolera. La región está influenciada por la corriente cálida de "El Lazo", que proviene de la corriente del Caribe, formando giros ciclónicos y anticiclónicos con ascenso y descenso de aguas.

En la zona del Caribe se presenta una corriente del mismo nombre, la cual produce una surgencia a su paso por el canal de Yucatán, misma que favorece la alta productividad primaria y, en consecuencia, de las pesquerías de la plataforma yucateca y la sonda de Campeche. Algunas de las lagunas costeras más extensas y productivas se encuentran en esta zona, al igual que zonas estuarinas y regiones de marismas, las cuales sirven de hábitat para un número muy importante de especies.

Ecosistemas marinos y costeros

En estas regiones se encuentran ecosistemas, componentes y ambientes marinos y costeros que, independientemente de su número o extensión, cada uno de ellos posee una importancia ecológica única y, en conjunto, su funcionamiento condiciona el potencial de desarrollo económico y bienestar social de la zona costera y marina de México. Del gran número de estos elementos marinos y costeros, resultan particularmente relevantes los siguientes:

Arrecifes de coral y bajos rocosos. Además de su importancia biológica, estos sistemas son una protección natural ante el impacto de sistemas meteorológicos extremos y, en algunas regiones, son uno de los principales atractivos turísticos. Son altamente sensibles a los contaminantes marinos y a los de origen terrestre como la basura; a los cambios en la turbidez del agua por la puesta en suspensión de sedimentos finos asociada a los procesos de dragado; a los efectos del cambio climático, fundamentalmente a la acidificación del océano; al cambio de temperatura de la superficie marina y al aumento acelerado del nivel del mar. Destacan el Sistema Arrecifal Lobos-Tuxpan, el Veracruzano, el Banco de Campeche y parte del Sistema Arrecifal Mesoamericano en la región del Caribe.

Bahías, barras costeras y playas arenosas. Las condiciones de protección natural que ofrecen las bahías han permitido la instalación de la mayoría de los complejos portuarios de México. Las barras costeras y playas arenosas son los lugares donde se ha producido el mayor desarrollo inmobiliario asociado a la actividad turística. Estos rasgos de la morfología costera se ven influenciados por la dinámica litoral y cuando se construyen proyectos con diseños discordantes con las condiciones naturales del sitio, se impacta el balance sedimentario, favoreciendo fenómenos como la erosión, el retroceso de la línea de costa y el azolve de las radas portuarias, entre otros. Todo ello tiene importantes costos económicos, ambientales y sociales.

Lagunas costeras, estuarios y sistemas lagunares-estuarinos. Son ecosistemas altamente productivos por la disponibilidad de nutrientes que aportan los ríos y escurrimientos terrestres; su contribución es relevante para la productividad pesquera de las áreas costeras adyacentes; sirven de zona de reproducción, desove, alimentación y refugio de un número muy importante de especies animales y protegen a las zonas costeras ante las inundaciones asociadas al impacto de fenómenos meteorológicos extremos. Estos sistemas son altamente sensibles a la contaminación de origen terrestre; en varias regiones se han visto impactados por derrames de hidrocarburos, por cambios en la frontera agrícola-ganadera y urbana, y están condicionados por la cantidad y calidad de los aportes de agua de origen tanto pluvial como fluvial.

Territorio insular mexicano. Gran cantidad de islas mexicanas son reconocidas internacionalmente por la integridad de sus ecosistemas. En el litoral del Pacífico y Golfo de California se encuentran alrededor de 900 islas e islotes en muy buen estado de conservación; son ricas en endemismos, principalmente de cactáceas, reptiles y mamíferos; son, además, importantes sitios de anidación de aves marinas y hogar de poblaciones de lobos marinos. Generalmente sus aguas adyacentes son zonas de importancia pesquera o sitios relevantes para procesos de reproducción, alimentación y crianza de una gran biodiversidad de biota marina, incluyendo recursos de interés comercial. Es quizá uno de los componentes del territorio nacional del que menos conocimiento se tiene: excluyendo Cozumel, el aprovechamiento de las islas ha sido limitado a pesar del potencial de desarrollo sustentable que representan.

Humedales costeros. Estos ecosistemas ocupan un lugar privilegiado por la riqueza natural que albergan y los servicios ambientales que prestan. Entre ellos sobresalen los manglares que presentan una alta diversidad biológica, sustentan a las pesquerías ribereñas, son un importante recurso forestal para las comunidades locales y permiten desarrollar actividades económicas de carácter cinegético y ecoturístico. Estos sistemas sirven de transición entre los ecosistemas terrestres y los marinos, existiendo una marcada conectividad entre los manglares, los pastos marinos y los arrecifes de coral.

Dunas costeras. La duna es un producto de los procesos de acumulación y erosión de arena modelada por las mareas y los vientos; es adyacente a la pleamar máxima o puede extenderse decenas o centenares de metros tierra adentro. Sobre ella se establecen comunidades pioneras de herbáceas halófilas, pastos y matorrales xerófitos. Actualmente, está bajo una fuerte presión ocasionada por el cambio de uso del suelo para los asentamientos humanos e infraestructura turística. Son muy vulnerables debido a su baja diversidad y alta especialización a su ambiente. Recientemente se reconoció su importancia como estabilizadores del sustrato arenoso en la formación y conservación de playas, así como elemento amortiguador del impacto del oleaje sobre las costas durante eventos meteorológicos severos.

Mar Profundo. Es considerado el bioma más grande de la Tierra, que los investigadores de nuestro país ubican a más de 200-250 metros de profundidad y hasta los 3,900 metros en el Golfo de México y de 3,000 metros en el resto de los mares nacionales, que comprende tanto a la columna de agua como a los fondos marinos.

Es un ambiente altamente activo, en términos de espacio y tiempo, con una sorprendente variedad de ecosistemas y una alta biodiversidad aún poco conocida, con un papel regulador de diversos procesos relacionados con la vida en el planeta, que se desarrollan en condiciones como la ausencia permanente de luz, altas presiones hidrostáticas, bajas temperaturas y con dependencia de otros ecosistemas para sostener a los organismos que lo habitan. Se ha estimado que la magnitud de la biodiversidad de estos ambientes puede llegar a diez millones de especies.

Además de sus recursos vivos, el mar profundo tiene múltiples ecosistemas desarrollados en ventilas hidrotermales, arrecifes profundos de corales y esponjas, zonas de oxígeno mínimo y de tapetes bacterianos, que contienen organismos que representan riqueza genética. Adicionalmente, se encuentran estructuras geológicas, como por ejemplo los escarpes, cañones submarinos, planicies abisales, montes submarinos, dorsales, trincheras, diapiros, infiltraciones de hidrocarburos y metano. En su conjunto los ecosistemas y los sistemas geológicos, cobran cada vez mayor relevancia en el ámbito científico, económico, industrial, energético, jurídico, etcétera.

Además de las actividades humanas descritas, este bioma recibe presiones importantes derivadas de la práctica de depósito de desechos, desde embarcaciones, o de residuos peligrosos provenientes de procesos industriales, mineros, petroleros y el cableado submarino. Se suman los impactos provocados por el cambio climático, por la modificación de la temperatura global, la acidificación de los océanos, la expansión de zonas hipóxicas, la diseminación de especies invasoras, entre otros; también afectan indirectamente a estos ambientes, las actividades científicas de prospección.

Características demográficas

La dinámica poblacional de las zonas costeras de México sigue la tendencia mundial, que indica un desplazamiento de las poblaciones humanas hacia estas zonas. En el año 2015, de acuerdo con la Encuesta Intercensal 2015, la población de los estados costeros fue de 55,333,223 habitantes, 3.4 millones más que en el año 2010 y 10.7 millones más que en el 2000. Se espera que para el año 2030 aumente a 64.1 millones de personas. En particular, la población de los municipios costeros, atendiendo a la definición de la Política Nacional de Mares y Costas de México, creció en el periodo 2000-2010 un 18.53%, mientras que la de los municipios urbanos lo hizo en un 31.6%.

Durante los periodos 1990-2000, 2000-2010 y 2010-2015, en más de la mitad de los estados costeros, la tasa media anual de crecimiento poblacional estuvo por arriba de la media nacional. En ambos periodos, los tres estados costeros de la República Mexicana que presentaron mayores tasas de crecimiento fueron Quintana Roo, Baja California Sur y Baja California.

En términos generales, las zonas costeras mexicanas experimentan un crecimiento poblacional espacialmente irregular, que se da de manera focalizada en unas pocas localidades urbanas, lo que produce importantes presiones económicas, sociales, institucionales y ambientales sobre esas zonas costeras y marinas.

Para el año 2010, el 78.8% de la población que habita la zona costera, lo hizo en municipios considerados urbanos, mismos que constituyen el 44 % del total. La concentración se hace más evidente al considerar que el 68% de la población total de la zona costera se encuentra en el 23% de los municipios que la integran, siendo 12 los municipios más poblados, e incluye 16 zonas metropolitanas.

Características económicas

En el periodo 2003-2016, los estados costeros han contribuido con 43% del Producto Interno Bruto (PIB) nacional. Esta contribución ha tenido una tendencia a la baja: 2.15 puntos porcentuales menos en los 13 años del periodo mencionado.

La composición promedio para el periodo 2003-2016 del PIB regional por litoral muestra, en la participación estatal, que un reducido número de estados contribuyen con más de la mitad. Para el litoral del Pacífico y Golfo de California, tres estados representan 53.3% del PIB regional: Baja California (13.5%), Jalisco (27%) y Sonora (12.8); mientras que, para el Golfo de México y Mar Caribe, dos estados representan 51% del PIB de la región: Campeche (25.1%) y Veracruz (25.9%). En la integración del PIB estatal, la actividad manufacturera junto con la producción de servicios son los componentes más relevantes en estos cinco estados.

En los estados costeros, el 43% de las personas mayores de 15 años son población económicamente activa (PEA). Los estados con mayor porcentaje de PEA son Baja California Sur (50%), Colima y Quintana Roo (49% cada uno); mientras que Chiapas es la entidad con menor PEA (36%).

Algunas actividades económicas relevantes

Turismo

La actividad turística es una de las más dinámicas del país que, en el periodo 2012-2016, tuvo una contribución al PIB nacional que osciló entre el 8.5% y el 8.7%. Sin embargo, aún queda pendiente el manejo, previsión y atención de los efectos que sobre el medio ambiente marino y costero conlleva esta actividad.

Hidrocarburos

Al 2017, la industria petrolera en los mares y costas mexicanos cuenta con 392 campos en producción, un promedio de 8,008 pozos en explotación y 255 plataformas marinas. Esta actividad ha contribuido en los últimos cinco años con 18% en promedio a los ingresos del sector público.

La industria petrolera y las actividades asociadas a ésta se desarrollan en su mayoría en las zonas marinas y costeras del Golfo de México. En estas áreas se generan oportunidades de empleo bien remunerado, que contribuyen al desarrollo económico de estas regiones y, en general, a la viabilidad de las finanzas públicas del país. Sin embargo, la actividad no está exenta de producir impactos negativos sobre el medio ambiente, como son fugas y derrames de hidrocarburos u otras sustancias.

Minería marina

México cuenta con gran potencial para el aprovechamiento de minerales en zonas marinas. La actividad económica-minera en zonas costeras y marinas mexicanas se encuentra en las regiones Pacífico Norte, Golfo de California y Pacífico sur.

Estos yacimientos se encuentran en la franja de entre 12 y 15 millones de km² desde la línea de costa, denominada "Zona de Fracturas Clarion-Clipperton (ZFCC)", desde México hasta Hawái. En esa franja se han calculado reservas potenciales de 7,000 millones de toneladas de manganeso, 340 millones de toneladas de níquel, 240 millones de toneladas de cobre y 78 millones de toneladas de cobalto. La importancia de su potencial productivo se vislumbra al considerar que en esta zona se desarrollan 12 de los 22 contratos de exploración otorgados por la Autoridad Internacional de los Fondos Marinos (AIFM), según su informe de abril de 2018.

La continuidad de las características geológicas de la Zona de Fracturas Clarion-Clipperton hacia la Zona Económica Exclusiva Mexicana sugiere que potencialmente existen recursos de nódulos polimetálicos en aguas de jurisdicción nacional. En México, se han identificado yacimientos minerales en zonas costeras y en zonas marinas.

Algunos de los minerales presentes en las zonas costeras incluyen depósitos de sal y arenas con minerales pesados como la magnetita, ilmenita y rutilo. En las zonas marinas, existen recursos potenciales de fosforita, hierro, manganeso, níquel, cobre, cobalto, molibdeno, zircón, elementos de tierras raras, platino, oro, plata, cadmio, galio, estaño y selenio, entre otros, así como contenidos en nódulos polimetálicos, sulfuros masivos del fondo marino y en costras de cobalto, todos ellos para uso industrial y tecnológico.

La inserción del país en las actividades de minería marina demanda una relación más cercana con la AIFM, que controla estos recursos, catalogados "Patrimonio de la Humanidad", para desarrollar tratados de reciprocidad, frente a los países que ya han avanzado en la exploración de los bloques de la ZFCC.

Puertos y Marina Mercante

La actividad portuaria y la de transporte marítimo han representado una importante vía de intercambio de México con el mundo. Se estima que, al cierre de 2018, la capacidad portuaria anual fue superior a los 500 millones de toneladas.

El Sistema Portuario Nacional está conformado por 117 puertos y terminales habilitadas, 102 como puertos y 15 como terminales fuera de puertos, 58 en el Pacífico y 59 en el Golfo de México y Mar Caribe, 68 son para tráfico de altura y cabotaje y 49 únicamente de cabotaje. Actualmente, se encuentran delimitados 49 recintos portuarios y 74 puertos están bajo concesión para su Administración Portuaria Integral (API).

Este sector creció 6.8%, sin contar el petróleo y sus derivados. Los puertos mexicanos deben seguir desarrollándose de manera eficiente, tanto económica como social y ambientalmente, para lograr generar empleo en las regiones donde se establecen y en actividades relacionadas, lo que acarrearía un crecimiento económico, al tiempo que se busca causar el menor impacto posible a los ecosistemas de la zona, mediante concientización y cumplimiento de las normas oficiales mexicanas y leyes establecidas con este fin.

Para asegurar la sustentabilidad y mejorar la calidad de vida de la población en zonas costeras, se ha buscado establecer sistemas de gestión ambiental en las API, de conformidad con el marco legal aplicable, para contribuir al desarrollo costero sustentable y al ordenamiento integral de los litorales, con la finalidad de promover el crecimiento regional.

También se han establecido controles operacionales y se han definido líneas de trabajo a través de programas ambientales con temas como: reforestación, prevención en la emisión de gases de efecto invernadero, difusión de buenas prácticas ambientales, formación de comités ambientales con participación de cesionarios y prestadores de servicios, entre otros, que colaboran al desarrollo sustentable de los puertos y fortalecen una cultura de respeto al medio ambiente entre la comunidad portuaria.

Esta actividad puede generar problemas y conflictos ambientales, interinstitucionales y sociales, pero ha demostrado que es un factor que se debe tomar en cuenta entre los mecanismos generadores de riqueza y bienestar en las zonas costeras. Según datos del Consejo Nacional de Población, los niveles de marginación de los municipios con Administraciones Portuarias Integrales Federales son, en general, muy bajos.

Pesca y Acuacultura

La pesca y la acuacultura están a orientadas a la producción de alimentos de calidad, sanos y accesibles para satisfacer la demanda nacional y promover una mayor oferta a los mercados internacionales. Los impactos en la productividad del sector pesquero y acuícola se expresan en el volumen y valor de su producción pesquera y acuícola. En 2017 se registró una producción pesquera y acuícola nacional de 2,154,828 toneladas.

Con respecto a la captura, se registraron 1,750,304 toneladas, representado alrededor del 81% de la producción pesquera, mientras que la acuacultura, significó el 19% con 404,524 toneladas. Cabe resaltar, que mientras las capturas se han mostrado estables, en el caso de la acuacultura en los últimos 5 años ha mostrado una tasa anual de crecimiento 13%, mientras que a nivel mundial es de 6%.

En la captura, se registraron crecimiento las pesquerías de pequeños pelágicos (sardina y anchoveta), barrilete, huachinango y sierra, entre otros. En la acuacultura mostró crecimiento en especies como lobina, jurel, charal, bagre, camarón, carpa y trucha.

Entre las principales especies, que por volumen y valor destacan dentro de la producción pesquera y acuícola, se encuentran: el camarón, mojarra, túnidos, pulpo, guachinango, langosta, robalo, trucha, y jaiba, entre otros, que contribuyeron con el 32% y 76% respectivamente de los totales nacionales.

Por regiones pesqueras, según los volúmenes de producción en 2017, el litoral del Pacífico observó un crecimiento del 30% respecto a 2016, un 3% en el Litoral Golfo-Caribe y, en los estados sin litoral, con la producción en embalses, se mantuvo una aportación del 9% del total anual.

Cabe destacar que Baja California, Baja California Sur, Sonora y Sinaloa representaron el 67% del volumen total de la producción pesquera y acuícola nacional en 2017. Nueve entidades federativas registran el 80% del total del valor de la producción pesquera nacional: Baja California, Baja California Sur, Sonora y Sinaloa Nayarit, Veracruz, Tamaulipas, Yucatán y Campeche.

Aunque el sector Pesca y Acuacultura tiene una contribución histórica considerada baja al PIB Nacional, en los últimos cinco años ha presentado un crecimiento importante, el mayor dentro de las actividades primarias. Aunado a su importancia social, ya que es relevante por el aporte como opción de trabajo y de alimento para las comunidades costeras, en particular, las más pobres del país.

Los factores de producción con los que se ha alcanzado la producción pesquera y acuícola están integrados por casi 300 mil pescadores y acuicultores, siendo el 81% dedicado a la captura y el 19% al cultivo. Asimismo, se cuenta con una flota pesquera con un registro de 76,306 embarcaciones (74,286 ribereñas y 2,020 de altura) y 9,230 Unidades de Producción Acuícola.

En cuanto a la distribución de las embarcaciones registradas en México, según datos de CONAPESCA, al 2018 el 59% se ubica en la vertiente del Pacífico (45,283), el 36% en el Golfo de México y Mar Caribe (27,156) y el restante 5% de la flota pesquera, se dedica a la pesca continental (3,867). Por su parte, la pesca ribereña engloba el 97% del total de las embarcaciones registradas, mientras que las embarcaciones de la pesca de altura (camarón, atún, sardina-anchoveta y escama) representan sólo el 3% del total de la flota.

A diferencia de lo que ocurre a escala global, el número de embarcaciones que constituyen la flota mexicana de altura (buques mayores a 15 metros de eslora) no ha crecido desde la primera mitad de la década de los ochentas a la fecha. Por el contrario, desde 2005 muestra una marcada tendencia a reducirse cambiando de un total de 3,494 a 2,020 en 2017.

Cabe señalar que, de conformidad con la Carta Nacional Pesquera de 2012 y su actualización en 2018, (Publicada por el INAPESCA, DOF 11/JUNIO/2018), el 62% de las pesquerías nacionales se encuentran en máximo aprovechamiento sostenible, 22% en deterioro, 14% con potencial y sólo el caso del Atún Aleta Azul se encuentra en estatus de sobreexplotado.

El gobierno de México, a través de instituciones como la CONAPESCA y con el apoyo técnico y científico del INAPESCA, ha implementado regulaciones, mecanismos y herramientas necesarias para el manejo sustentable y aprovechamiento de las pesquerías de los mares y costas. Estos mecanismos y herramientas contemplan los tópicos de la biología, aspectos reproductivos, dinámica poblacional del recurso, variaciones ambientales, cuotas de captura, innovación de tecnología para su captura y estudios económicos del mercado, por mencionar algunos de mayor interés.

La sustentabilidad de los recursos pesqueros depende de la relación entre la explotación del recurso y su capacidad de renovación biológica. El aprovechamiento sustentable respeta la integridad funcional y la capacidad de carga de los ecosistemas de los que forman parte los recursos por tiempo indefinido. Por lo tanto, a fin de lograr la sustentabilidad de las pesquerías en nuestro país se han realizado estudios poblacionales de todas las especies objetivo; se trabaja en planes de ordenamiento pesquero; se elimina la pesca ilegal no declarada y no reglamentada; se busca contar con un mejor registro de las estadísticas pesqueras; así como eliminar o reducir la pesca incidental. Estas acciones son indispensables para lograr el óptimo aprovechamiento de las diferentes especies comerciales.


Fuente:

Comisión Intersecretarial para el Manejo Sustentable de Mares y Costas, Política Nacional de Mares y Costas de México, Diario Oficial de la Federación, México, 30-11-2018, consultado en www.dof.gob.mx.