Desastres y procesos de deterioro ambiental

El territorio nacional, por su ubicación geográfica, suele verse afectado por la ocurrencia de diversos fenómenos naturales que en ocasiones dan lugar a situaciones de amenaza para la población y el medio ambiente. Esta realidad requiere ser tomada en cuenta e incluirse en los diagnósticos y estrategias de las políticas de población y medio ambiente, tanto por las consecuencias que eventualmente pueden tener sobre la dinámica demográfica y la distribución territorial de la población, como por la influencia de los propios procesos poblacionales en la determinación del eventual impacto de los desastres ligados a fenómenos naturales (CONAPO, 2000).

En este contexto, el gobierno mexicano ha impulsado una serie de medidas encaminadas a prever los impactos negativos derivados de la ocurrencia de fenómenos naturales que, en combinación con situaciones de vulnerabilidad, pueden ser materializados en desastres (CONAPO, 2015).

Un desastre es un evento destructivo que afecta significativamente a la población, en su vida o en sus fuentes de sustento y funcionamiento. En el contexto de la protección civil se consideran aquellos desastres que ocurren en eventos puntuales, o sea que se desarrollan en tiempos cortos. Por tanto, un evento como el deterioro progresivo de las condiciones ambientales y del entorno, se considera fuera del ámbito de la protección civil. En el caso de los desastres relacionados con la degradación ambiental se requiere un tratamiento específico, tanto desde el punto de vista conceptual, como de la evaluación del desastre desde la perspectiva de la protección ambiental y el desarrollo sustentable (CENAPRED, 2001).

La insustentabilidad de los procesos productivos está generando límites de base en muchos de los ecosistemas naturales. Además, los procesos de deterioro han sido tan severos, que ya resultan desastrosos para varios aspectos de la vida humana o amenazan con serlo. Las primeras manifestaciones de los procesos de deterioro ocurrieron en el ámbito local, después se ampliaron al espacio regional y en la actualidad se extienden por todo el territorio nacional. En estos procesos la temporalidad de sus efectos es un factor clave:

•  Algunos de estos procesos como la deforestación, el deterioro de los suelos, la sobreexplotación de algunas pesquerías, la sequía y la escasez del agua, están manifestando sus efectos en el corto plazo.

•  Otros, como la capacidad limitada de la atmósfera para absorber las emisiones excesivas de dióxido de carbono, la contaminación del agua y los vertidos insustentables de residuos sólidos en ríos y mares, apenas si se muestran en algunas regiones y ciudades del país. Pero sus efectos verdaderos, amenazan con manifestarse intensamente en el mediano y largo plazo.

Las tendencias destructivas para el medio ambiente han cobrado tal velocidad, que no sólo están agotando el capital natural del país y acelerando los procesos de contaminación de aire y agua, sino que también están frenando las capacidades productivas y repercuten en el ámbito social.

Muestra de lo anterior, es que prácticamente todas las transgresiones a los límites de sustentabilidad del medio ambiente y de los ecosistemas naturales del país –pesca y pastoreo excesivos, agotamiento de mantos acuíferos, deforestación, erosión del suelo etc.- se hacen acompañar de efectos socio-ambientales que se traducen en pérdidas de la producción, particularmente alimentos, puestos de trabajo, caídas en los ingresos de la población y de las exportaciones, aumentos en el número de epidemias, enfermedades y daños a la salud de la población, así como en incremento de las migraciones masivas del campo a la ciudad y de los niveles de marginación y pobreza.

Por eso, no debe sorprender que los efectos negativos de la insustentabilidad de los procesos productivos y la magnitud y frecuencia de las calamidades y desastres ambientales, demanden la integración de visiones y enfoques para el diseño de las políticas públicas relacionadas con la presencia de los desastres naturales. Tampoco el hecho de que la eficiencia de las medidas de atención a desastres dependa, cada vez más, del cómo la acción pública articula sus acciones de prevención y mitigación con las dimensiones y escalas de los riesgos ambientales.

El estado de los ecosistemas es pieza clave en el mantenimiento de las actividades socioeconómicas y en la disminución de los efectos negativos de los desastres naturales. La conservación y restauración de los ecosistemas, así como su aprovechamiento sustentable resulta fundamental en el proceso de adaptación. Por lo tanto, se logra incrementar la resiliencia en la medida en que se reduce la vulnerabilidad al cambio climático (Programa Sectorial de Medio Ambiente y Recursos Naturales, 2013-2018).

A efecto de reducir la vulnerabilidad ante el cambio climático mediante el diseño, integración e implementación de criterios de adaptación en instrumentos y herramientas para la toma de decisiones con un enfoque preventivo y de largo plazo que permita la mejora en el bienestar y calidad de vida de la población, se han identificado las acciones siguientes (Programa Sectorial de Medio Ambiente y Recursos Naturales, 2020-2024):

1.- Coordinar e instrumentar procesos de adaptación mediante la integración y articulación de acciones intersectoriales en el territorio, priorizando la atención en municipios y, en su caso, alcaldías, de alta vulnerabilidad ante los impactos del cambio climático.

2.- Integrar criterios de adaptación al cambio climático en el diseño, actualización, implementación y evaluación de instrumentos de planeación, gestión, manejo y ordenamiento ecológico del territorio en los tres órdenes de gobierno, considerando los escenarios de cambio climático y el enfoque de cuenca.

3.- Coordinar y fortalecer la actualización y el acceso oportuno a la información para la consolidación y mejora de los protocolos y sistemas de alerta temprana ante fenómenos hidrometeorológicos, considerando las capacidades locales y la identidad cultural de la población.

4.- Diseñar e implementar estrategias de restauración y conservación de ecosistemas marino-costeros que potencien la captura de carbono azul y contribuyan a proteger a la población, la infraestructura y las actividades productivas en las zonas marinas y costeras.

5.- Coordinar e implementar, en el marco del Sistema Nacional de Cambio Climático, la Política Nacional de Adaptación al Cambio Climático tomando en cuenta las Contribuciones Determinadas a nivel Nacional, con enfoque de género y derechos humanos.

 

Fuente:

CENAPRED, Diagnóstico de Peligros e Identificación de Riesgos de Desastres en México, Atlas Nacional de Riesgos de la República Mexicana, SEGOG-CENAPRED, México, 2001, consultado en http://www.cenapred.gob.mx/es/Publicaciones/archivos/36-DIAGNSTICODEPELIGROSEIDENTIFICACINDERIESGOSDEDESASTRESENMXICO.PDF.

CONAPO, La Situación Demográfica de México 2000, CONAPO, México, 2000, consultado en
http://www.conapo.gob.mx/es/CONAPO/La_Situacion_Demografica_de_Mexico_2000.

CONAPO, La Situación Demográfica de México 2015, CONAPO, México, 2015, consultado en
http://www.gob.mx/cms/uploads/attachment/file/78794/La_Situacion_Demografica_de_Mexico_2015.pdf.

Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales, Programa Sectorial de Medio Ambiente y Recursos Naturales 2013-2018, Diario Oficial de la Federación, México, 12-12-2013.

Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales, Programa Sectorial de Medio Ambiente y Recursos Naturales 2020-2024, Diario Oficial de la Federación, México, 07-07-2020.